XXI

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Daniel.

Decidí hacerle caso a Megan. Decidí irme. Decidí esperar para ver si me echa de menos pero esto se me está  haciendo interminable... No me gusta estar sin ella, sin su compañía, sin su hablar y no parar; quiero estar con ella a ser posible toda la vida, como en las historias que le gusta leer a ella. Lo único que he hecho desde que volví a España ha sido leerme todos los libros que tiene en su estantería. Una locura, ¿verdad? Sí, como mi amor por ella. Aunque parece un amor enfermizo, ¿se me estará yendo de las manos? ¿Me estaré volviendo loco pero literal? 

¡Necesito verla!

Escucho el timbre de casa y voy corriendo hasta la puerta, a lo mejor es ELLA. Abro la puerta y ante mí la tengo a ella, pero no a la ella de piel oscura y pelo rizado, no, a esa no. Tengo frente a mí a la ella de piel un poco tostada por el sol y pelo rojo. Le hago pasar, no me queda otra... no puedo cerrarle la puerta en las narices, sería muy maleducado por mi parte.

-Daniel, ¿qué te ocurre? -me pregunta cabreada, aunque en el tono de su voz se puede apreciar la preocupación.

-Nada. ¿Por qué lo preguntas? -me siento en mi sofá y guardo el libro debajo de la almohada que tengo a mi lado.

-Mmm, no sé... ¿Quizá porque llevo como dos semanas sin saber nada de ti? 

-Te dije que me iba de viaje y a donde me fui no pude conseguir ningún número de teléfono -miento rápidamente.

Me mira sin llegar a creerse mi mentira. Siendo sincero, he tenido mentiras mejores; como por ejemplo cuando le decía a Megan que no quería volver a verla más. Eran bastante creíbles. Bueno, en realidad no mentía, lo que pasaba es que era un querer y no poder.

-Daniel... -me mira con su cara de mala leche. Odio cuando me mira así, no me gusta. En cambio, cuando Megan se enfada me parece adorable, que no digo que me guste verla enfadada pero cuando se cabrea, se le hincha toda la cara y es divertido.

-¿Qué pasa?

-¿Se puede saber qué te ocurre? Estás cambiado desde mucho antes de irte. ¡¿Qué cojones te pasa!?

Suspiro. Es el momento para decírselo. No quiero hacerlo más largo, tampoco se lo merece.

-Ven, siéntate -le invito a ocupar el sitio que hay a mi lado. -No es nada contra ti, ¿de acuerdo? Pero creo que estoy enamorado de Megan.

-¿Crees? -me pregunta anonadada.

-Sí. Bueno, no. Nunca he estado tan seguro de algo en toda mi vida, te lo prometo. Estoy totalmente seguro y es lo que quiero, a pesar de que a algunas personas no les hace mucha gracia Megan pero a mí sí, me encanta cómo es. Es totalmente diferente a los demás, no es superficial, ni materialista. Es detallista, divertida, cariñosa cuando se lo propone, cabezota, habladora, fumadora compulsiva, suelta más palabrotas que un camionero -me río. -y muchas cosas más. ¿Has escuchado una canción de Romeo Santos que dice: " bien que usted me ha dado el paraíso pero ella en su infierno me enamoró..." -Mérida asiente y me deja seguir hablando. Me sorprende que no se haya puesto histérica. -Y no sé, Mérida, eso es todo... Por lo tanto, será mejor que acabemos con esto y que cada uno siga su propio camino. Te deseo lo mejor y ojalá encuentres a alguien que tenga ojos sola y únicamente para ti. Te quiero, de verdad que te quiero pero no como pareja.

Me & Mr. Jones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora