nueve.

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Cuando el año terminara, las vacaciones de Luke prácticamente lo harían también.
Sólo quedaría una semana, y el tiempo vuela.

Otra vez a la atareada universidad a correr de clase en clase para entregar todos los deberes que quedaron para el descanso.

Luke nunca entendió porque te dejaban deberes en lo que se suponía que sería tu descanso.

Era injusto.

Ambos chicos habían disfrutado de la cena anteriormente. Bueno, de la pizza que ordenaron.

A Luke y a Michael les encantaba cocinar. Era su actividad favorita después de cualquier cosa que involucrara al otro.

Pero este año ya habían cocinado mucho. Y era su primer Navidad exclusivamente juntos; querían que fuese algo sencillo pero algo que ambos disfrutaran.

Era la pizza, por supuesto, y mirar las estrellas en su azotea.

Nunca les importaba tener sólo una mano libre, siempre querían estarse cogiendo de ellas.

El rubio le dio otra mordida a su sexta rebanada de pizza. Ambos habían tratado de comer saludable durante todo el año. Pero hoy querían romper un poquito las reglas pidiendo tres cajas de pizza. Se acababa el año, ya no les importaba nada.

Era gracioso, como la gente comenzaba a hacer cosas atrevidas en el último día del año como si para el siguiente todos fuesen a olvidarlas y sus errores no contaran.

Pero no era un error comer un poquito más de pizza con su persona favorita. No era error amarlo, y mucho menos hacer sus botones reventar. Así tenían otra excusa para quitarse los pantalones.

—Cuando muera, —Rompió Michael el silencio tranquilo. Masticó su rebanada un para de veces más y hasta después tragó.

—Si es que mueres, —Lo interrumpió Luke. Desde pequeño había odiado que las personas utilizaran esa expresión: cuando muera. Por favor, les quedaban años por delante.

—Luke, todos morimos. —Se burló Michael. Era cierto. Todavía no se inventaba una poción para la eternidad.

—No, tú eres demasiado hermoso para morir.

—Vale. —Se resignó Michael y puso los ojos en blanco. —Si es que muero, quiero hacerlo así. —Confesó. Luke frunció el ceño. Era una de esas veces que especialmente le encantaba la mente de Michael.

—¿Viendo las estrellas? —Preguntó el rubio.

—Y enterrado en tus brazos.

Luke sonrió tan grande que si en este momento alguien se encontrara en Neptuno, lograría verlo.

—Juro, por todo el universo, que eres perfecto.

Entonces se besaron, y por un momento se convirtieron en estrellas. Luke podría ser adicto a sus labios.

—Prácticamente se han acabado las vacaciones.—Comentó Michael después de que la mitad de la tercera caja de pizza se acabara.

—No, no. Tenemos una semana más juntos. —Negó Luke dandole un sorbo a su vino. Ni siquiera era fino, lo habían conseguido en la tienda de la esquina.

—Te voy a extrañar cuando comiences a pasar tiempo en la universidad. —Michael suspiró como si ya pudiera sentir la ausencia de su novio. A veces la casa se sentía muy vacía.

—Yo también. Muchísimo.

—Pero que sepas que siempre te estaré esperando. —Luke le sonrió y lo besó agradeciéndole. Sabía que no sólo se refería a esperarlo con galletas horneadas y chocolate. Sino esperarlo con los brazos abiertos siempre y en cualquier situación.

—Mira, esto es el paraíso. —Comentó Luke mirando a su teléfono cuando se separaron. —Te estoy besando desde el año pasado.

—¡Luke! —Gimoteó Michael. Golpeó levemente la frente del rubio mientras reía. —Eres un idiota.

—Te amo, Mikey. —Dijo Luke besando suavemente la mejilla de su pareja. Estaba un poco fría y colorada, pero Michael siempre era hermoso.

—Y yo a ti, Lukey.

sick of you ~ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora