Capítulo 18

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    —Summer, ¿estás bien? —preguntó Cash, con auténtica preocupación.

    «No, no lo estoy,» quise decir; pero, en cambio, levanté los pulgares temblorosos en señal de afirmación.

    —Mami, ¿por qué esa chica tiembla tanto? —Un niño, que venía caminando de la mano de su madre, me señaló.

    —Porque está enferma —le susurró, la muy...

    —Escuché eso, eh —grazné, fulminándola con la mirada.

    Puso sus ojos en blanco y, sin más, se fue por donde vino junto a su hijo.

    —Eso fue raro —comentó mi supuesta "salida".

    —Mi vida es rara —mascullé con voz monótona, y me senté en un banco cercano.

    Cash se situó a mi lado, observándome de cerca. Tras poner mi vida en peligro, aterrizamos, y juro que estuve a punto de besar el suelo y gritar: “¡Soy libre!” Pero como tengo dignidad, y Cash estaba a mi lado desatándose, me callé, aunque no pude evitar contener los temblores que me atravesaban. Y ahora estábamos en un lindo parque; bueno, era lindo hasta que esa señora le dijo a su hijo que yo estaba enferma>

«Ojalá su marido la obligue a practicar el ala delta», pensé. «¿Quién será la enferma en ese momento?».

«Tú, mi querida Summer, porque estás hablando contigo misma,» dijo mi subconsciente, que había estado algo ausente. Ni siquiera tenía ganas de bufar.

    —¿Seguro que estás bien? Tiemblas como una hoja —insistió Cash, y volví a asentir—. ¿Tienes hambre? —Otro asentimiento—. ¿Vas a dejar de asentir si te compro comida? —Me lo pensé, pero rápidamente asentí.

    Media hora más tarde estábamos sentados comiendo hamburguesas y papas en, ¿adivinan dónde?, ¡McDonald's! Y supongo que perdí mi educación, ya que, cuando Cash llegó con la orden, me lancé a devorarla, al estilo de Dan cuando mamá trae el postre.

    —Nunca vi a una chica devorar una hamburguesa así, como si fuera el fin del mundo —comentó el susodicho mientras yo me limpiaba las migas restantes de la comisura de mi boca.

    —Bueno... el apetito me vino luego de ver la muerte con mis propios ojos. —Me encogí de hombros, y comencé a comer las papas.

    Cash me observó fijamente durante unos minutos hasta que soltó:

    —¿Por qué, Summer?

    —¿Por qué, qué? —cuestioné luego de tragar.

    —¿Por qué me pediste una cita?

    —Salida —corregí—. Y te la pedí porque... me caes bien.

    Una mentira no mata a nadie, ¿o sí? Asintió, cauteloso, y por suerte no volvió a preguntar más.

***

    —Aquí es —hice un ademán a mi hermosa casa, que jamás se vio tan bella como ahora. Y no, no es sarcasmo.

    —Bueno, chica verano —empezó Cash, y se dio la vuelta para mirarme de frente—. Debo admitir que fue divertido verte temblar de miedo, y devorar como una caníbal esa especial de queso.

    Lo fulminé con la mirada.

    —No la devoraba —repliqué—, sólo la comía con rapidez.

    Sacudió la cabeza, viéndose divertido.

    —Me caes bien, Summer —dijo, haciéndome sonrojar.

First kiss (FK #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora