Capítulo 20

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No iba a mentir, me parecía muy divertido ver la locura que había causado Harry por solo una entrevista. Al lunes siguiente, los periódicos y las revistas estaban teniendo el día ocupado con su confesión en vivo sobre haber cambiado su estatus de soltero y, por supuesto, sobre las incontables rubias (y morenas) con las que se le había relacionado durante los pasados meses y habían ocupado las portadas junto a él. Había una chica a la que los medios parecían prestarle más atención que a las demás, y no los culpaba. Era alta con el pelo largo y rubio. Increíblemente guapa. El tipo de belleza del que la gente escribe en las novelas. Había leído los artículos con silenciosa envidia y no pude evitar preguntarme si había algo de verdad entre tanta especulación. En las fotos, Harry sonreía y caminaba solo unos pasos por delante. Era una sonrisa de verdadera felicidad; como si ella le hubiera contado algo que le mantenía divertido. Sabía que Harry tenía una vida antes de que nos conociéramos y que eso, indudablemente, incluía otras chicas. Él era joven, famoso y atractivo. Increíblemente atractivo. A pesar de la cercanía entre nosotros y mis sentimientos hacia él, no podía detener la retorcida sensación en la boca del mi estómago. Parte de mi quería interrogarle sobre ella, pero otra parte- la parte racional- sabía algo mejor que ir a increparle sobre su anterior vida privada. Las preguntas te dan respuestas; aunque no fueran siempre respuestas que quieras oír- o importa la trivialidad de éstas. Aún así, me parecía difícil dejar los sentimientos de celos cuando involucraban a alguien que me importaba mucho. Quería ir hacia delante con Harry; no mantenerme en cosas que habían pasado antes de que nos conociéramos. No estaba preparada para asumir ese riesgo.

La atención de los medios fue exactamente como me esperaba. Maniática y sin descanso. Mientras Harry lidiaba con incontables paparazzi y periodistas bombardeándole cada segundo del día, yo estaba surfeando una ola mucho más tranquila. Una de las grandes ventajas de no ser una estrella pública es que puedes vivir tu vida diaria sin tener que hablar con nadie. Mi mundo era completamente diferente al de Harry. A nadie le importaba lo que había tomado para desayunar o de dónde era mi abrigo; o a que bar iba y con quién. Lo máximo que me había pasado fue un 'Dios mío' de mi amiga después de escuchar la entrevista. Cuando más lo pensaba, más me daba cuenta de que no encontraría ninguna esperanza en el infierno de sobrevivir la vida pública. Estaba segura de que estaría en prisión tras una semana por agredir a algún periodista de mierda sin ningún sentido del espacio personal. No sabía cómo la gente podía manejarlo. Harry era excepcionalmente bueno con la prensa y parecía que se quitaba los pesos de encima sin dejar que le afectaran. Era joven pero era duro y sabía que no tenían que afectarle las cosas que la gente publicaba sobre él. Yo, por otra parte, sería una se esas terribles celebridades twitteras que insistían en defenderse a sí mismas cada cinco minutos en 140 caracteres o menos. No me gustaba creer que la gente piensa mal de mí- nunca me había gustado.

Mientras caminaba hacia el trabajo desde la estación de metro, el aire congelado de la mañana trajo un tinte rosado a mis mejillas. Un café caliente en una taza reciclable calentó mis manos y el humo se elevaba en blancos rizos hacia el aire libre; desvaneciéndose gradualmente en la nada. A pesar de que ya era jueves; los periódicos seguían anclados en la entrevista de Harry, y yo me reía descaradamente mientras el chico del kiosco sujetaba un periódico con Harry en la portada y me preguntaba si quería comprarlo. Yo, educadamente, decliné la oferta moviendo mi mano y sonriéndole y continué mi trayecto hacia el trabajo; respirando el aire congelado y disfrutando el brillante cielo azul sobre mí.

Mi día había pasado a una velocidad media- suficientemente lento como para acabar todo el trabajo pero no lo suficientemente rápido para darme el sentimiento de 'casi fin de semana'. Cuando llegué a casa, estaba oscuro y mi pelo estaba empapado de la inesperada tormenta que me había pillado en el camino entre el metro y mi piso. Dejé un reguero de agua justo desde la puerta hasta el baño; donde instantáneamente encendí la ducha y me desnudé. El agua estaba tan caliente que el espejo se llenó de vaho en cuestión de minutos y, cuando entré en la ducha, se me puso la piel de gallina por el cambio tan intenso de temperatura. Dejé que el agua me envolviera por lo menos veinte minutos, hasta que mi piel se enrojeció antes de, reticentemente, cerrar el agua. Fui rápidamente golpeada por una ola de frio que hizo que corriera como un animalillo a ponerme un jersey, leggins y dos pares de calcetines. A pesar del calor tropical que habíamos tenido la mayor parte de septiembre, Inglaterra estaba completamente sumida en el otoño. Sin bonitos naranjas y amarillos llenando los árboles, sin increíbles puestas de sol y ocasionales olas de aire caliente para recordarte los meses de verano. Inglaterra era frio y las oscuras noches llegaban rápidamente.

The Primrose Thrills (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora