Capítulo 39

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En una hora estábamos de vuelta en su casa y me había quitado todo menos el collar que había llevado toda la noche. Parecía que definitivamente no habíamos acabado. Harry seguía al cargo; lo podía ver en sus ojos, sentir en sus besos y en la fuerte presión de sus dedos en mi piel cuando me llevó a la cama y me puso de rodillas, atando mis muñecas juntas a la espalda. Me miró directamente a los ojos mientras ataba la cuerda. Era una mirada que conocía bien: una que me decía que faltaba mucho más por venir, nada de besos dulces ni suaves caricias. No esta vez.

Se quitó su camisa, desabrochó su cinturón y bajó su cremallera y, definitivamente, no llevaba ropa interior. Su polla cayó libre del vaquero, justo ante mis labios, tan gruesa y dura y lista para que la chupara. "Quiero que me la chupes con esa boquita que tienes." Su voz salió con un ronco gruñido y humedecí mis labios. De rodillas, me incliné hacia delante todo lo que pude sin perder el equilibrio, abriendo mi boca para él. "Qué ansiosa," se burló. "Pregúntame si me la puedes chupar."

"Por favor, déjame chuparte la polla, Señor."

"¿Y por qué mereces chuparme la polla?" Gruñí, estabilizándome con mis rodillas mientras me movía en el edredón, estaría avergonzada de estar mojada, atada y suplicando chupársela si no estuviera tan duro. Y si su polla no se sacudiera cada vez que yo hablaba. Y si no supiera lo mucho que le gusta verme así- necesitada y deseosa.

"Porque he sido una buena chica." Le miré con ojos de corderito y desesperada, mis pezones duros y mi pecho rosado (aunque es normal tras esa sesión de azotes). "Y quiero complacerte." O simplemente, me encantaba hacerle sexo oral. Harry lo sabía tan bien como yo. Me encantaba todo de él, desde el sabor al olor a la sensación de su sedosa piel entre mis labios. Me encantaba ser capaz de sentirle en la parte de atrás de la garganta. Pero sobre todo, incluso con sus manos en mi mandíbula o en mi pelo, me encantaba tener un poco de control sobre él, saber lo mucho que le volvía loco cuando movía mis dientes sobre sus testículos y lamía la vena del lado izquierdo de su longitud.

Miré unos segundos cómo se acariciaba a sí mismo, largo y lento antes de rozar con su pulgar la punta y presionarlo contra mis labios. Chupé su pulgar ansiosamente y él lo sacó de mi boca, moviendo sus caderas hacia delante y manteniéndose en mis labios; su sabor inundando instantáneamente mi boca. Su carne estaba caliente y húmeda contra la mía y lamí la punta de su pene, disfrutando el tenso agarre de sus dedos en mi pelo mientras envolvía mis labios a su alrededor.

"Eso es," me alentó mientras presionaba hacia delante. "Quiero sentir la parte de atrás de tu garganta." Murmuró y gemí, atragantándome cuando sentí la cabeza de su polla chocar contra mi campanilla. Agarró mi pelo y subió mi cara para mirarle, los ojos abiertos y vidriosos, mejillas huecas mientras le chupaba completamente. "Mírate, que bonita y cómo te atragantas." Y me atraganté más, porque no hay mucho que puedas hacer cuando tienes una polla empujando en su garganta.

Soltó mi pelo y empezó a mover sus caderas lenta y profundamente mientras me acariciaba la espalda, mi cara se presionaba con la cálida piel de su estómago. Deslizó sus dedos entre mis piernas y yo me puse de rodillas y las separé para él, permitiéndole empujar su dedo dentro de mí hasta el nudillo. Gemí alrededor de su polla en completa liberación, toda la tensión de la noche apretándose alrededor de su dedo en un segundo. Metió un segundo dedo, moviéndolos en el mismo tiempo que empujaba en mi boca, rozando mi punto G. Conseguí concentrarme, a penas, pero fue cuando empezó a acariciar con su pulgar mi ano cuando perdí la concentración, mi mandíbula se tensó junto con los músculos de mi estómago. "Vigila esos dientes, Emilia o sacaré el látigo y te haré contar hasta cincuenta."

Mi estómago se contrajo a la amenaza de mis propias palabras. Sacó su polla de mi boca, el pintalabios rojo brillante estaba embadurnado desde la base hasta la punta. Él me miró, divertido y luego pasó su pulgar a través de mis hinchados labios y a través de la comisura de mi boca. No estaba segura de si me estaba limpiando o me estaba manchando más, no es que me importara. "Ahora ponte boca arriba para que pueda follar esa boca de ángel adecuadamente." Me puse boca arriba y él tiró de mí, así que mi cabeza estaba colgando en el borde de la cama, mis manos atrapadas entre mi espalda y la cama y las rodillas dobladas. Se quitó los vaqueros y le tomé una vez más. Él empezó a follar mi boca, rápidos envites que nunca dejaban la parte de atrás de mi garganta. No podía recordar otro momento donde lo hubiera sentido tan imposiblemente profundo, ni podía recordar un momento en el que se hubiera follado mi boca tan rigurosamente. La saliva salía de mis labios y se escurría en mi barbilla mientras yo me ahogaba y escupía y hacía algunos sonidos de lo más obscenos. Qué atractivo, pensé, pero algo en ello lo hacía más excitante; probablemente la manera en la que estaba usando mi boca para su propio placer. E incluso más excitante que eso eran los sonidos que venían de encima de mi, gruñidos rotos y afiladas respiraciones que sonaban como si se hubiera olvidado como respirar.

The Primrose Thrills (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora