Capítulo diez: Viviré para hacerte sufrir.
Nota: Chicas, este es el principio del especial navideño. Sé que la historia no va exactamente con la temporada pero ya verán. Será divertido, sin más, continúen su lectura:3.
Samantha.
Escuché como sonó el timbre de la puerta principal, observe una última vez mi reflejo en el espejo y salí corriendo escaleras abajo. Les dí una mirada despectiva a mis padres y abrí la puerta. Un chico castaño y vestido algo formal estaba en mi puerta, con unos lentes, dándole un toque hipster.
-Estás...-dije.
-Hermosa.-completó él, reí por su comentario y cerré la puerta detrás de mí.
-No, tú estás increíble.-sonrío y sentí como mis mejillas se volvían de un color del cual yo no tenía pensando que se volvieran esta noche.
«Recuerda que el chico te gusta.»
Sonreí como tonta al escuchar a mi subconsciente. Alex abrió la puerta del lado del copiloto para mí, le dediqué una sonrisa antes de entrar. Cuando cerró la puerta caminó hacía el lado del conductor, observé como se movía, su manera de caminar en ese momento, imponía respeto, popularidad pero cuando estaba en el colegio, todo eso se esfumaba.
-¿Y a dónde vamos?-preguntó él encendiendo el motor.-Digo, no tenía pensado tener una cita.
Empecé a toser como si me hubiera tragado una palomita de maíz y esta hubiera ido por el lado equivocado. Alex empezó a darme golpecitos en la espalda hasta que por fin paré de toser.
-¿A Mcdonalds?-pregunté ignorando aquella palabra, "cita". Esto no era una cita, era lo más alejado a una estúpida cita.
-¿Has visto cómo estámos vestidos, castaña?-rió, bajé la vista a mi vestido azul, era lindo.-No entraremos ahí sin que nos miren como a monos de circo.
Miré su atuendo, tenía razón. Su camisa de vestir, sus jeans negros y esas tenis se veían formales.
«¿Escuchaste esa descripción tan estúpida?»
No presté atención a mi comentario sarcástico, él se veía realmente lindo. Me encogí de hombros antes de dar una respuesta.
-No lo sé.-empecé a jugar con mis manos.-No traigo mucho dinero.
La carcajada que produjo el individuo que estaba a mí lado pudo oírse hasta China. Su risa era ronca, lo cual causó un escalofrío por toda mí alma.
Mi alma negra.
-Invito yo, Acevedo.-volteó a verme.-Conozco un lugar, es un café-restaurante. Sé que suena extraño pero es un gran lugar.
Le lancé una mirada bastante confusa, sin embargo, asentí. Nos pusimos en marcha y en una hora, sí, una jodida hora de incomodidad pasó para llegar a dicho café-restaurante.
-A mí me das lo de siempre, Jeff.-dijo Alex al mesero que tomaba nuestra orden.
Él tendría unos veinticinco años o más quizás. Desordenó el cabello de Alex. Me pareció extraño, sin embargo, al parecer Alex venía mucho aquí, seguramente eran amigos. Mi acompañante gruñó y se excusó para ir al baño.
-Mamá hará muchas preguntas, hermanito, más vale prepararte.-rió mientras se iba de la mesa, ¿acaso no pensaba tomar mi orden? Y como por obra del destino, Jeff volvió a la mesa.
-Disculpa.-sonrió mostrando un pequeño hoyuelo.-¿Qué vas a querer?
Tomé el menú, ni siquiera le había dado una ojeada.-Me das pollo en salsa blanca, y para beber un té frío, por favor.-sonreí. Jeff anotó la orden y se fue, no sin antes soltarme un "enseguida bella dama".
Suspiré aliviada cuando Alex volvió a la mesa.
-¿Desde cuándo tú hermano trabaja aquí?-solté de repente.
-Mi familia es dueña de este lugar.-contestó con simpleza.
-Por eso pagarás tú la cena.-reímos ambos, fue entonces cuando un silencio nos invadió y caí en la cuenta de que realmente no conocía a Alex. No lo suficiente como para ser mi amigo, ni algo más.
-¿Qué te parece jugar a las veinte preguntas?-propuse.
-De acuerdo.-volvió a sonreír, ¿no se cansaba de sonreír? Bueno no es que me queje pero si seguía sonriendo de esa forma olvidaría como hablar.- ¿Qué te hizo venir a éste colegio?
-Mi madre. Mis padres se separaron hace un año legalmente. Nosotros vivíamos en Italia.
-Para ahí, ¿Italia? ¿Cuál es tú primer apellido?-me interrumpió.
-Bacchelli.-contesté algo ofuscada, no me dejó seguir contándole mi historia, aunque no le contaría más.
-Samantha Bacchelli.-suspiró viéndome directamente a los ojos.-Es realmente un lindo nombre.
-¿Por qué eres así?-pregunté, él me miró algo confundido.-Eres callado y tímido en el colegio, pero ahora no estás siendo así.
Jeff trajo nuestros pedidos, antes de que él empezará a comer, habló, claro, yo ya tenía el tenedor con el delicioso pollo dentro de mi boca. Realmente amaba este platillo, y aquí lo preparaban realmente delicioso.
-¿Qué te puedo decir?-revolvió el arroz con las fajitas de carne.- Prefiero ser así, no me gusta que me conozcan. Eso de ser lindo e inteligente te mete en problemas.
-Yo no lo veo así.-solté sin contradecirle el hecho de que se llamó asimismo "lindo".- Ser inteligente no quiere decir que debas ser un marginado social.
-Las personas inteligentes prefieren estar solas.-comió.
Mientras comíamos, una pareja de abuelitos entraron al local. Sonreí porque algunos matrimonios si duraban hasta que las muerte los separe. Yo quería algo así, algo como no pudo tener mi madre. Un matrimonio lindo y duradero. Quizás la falta de Dios en casa fue lo que afecto todo. Quizás, solo quizás, la culpa fue mía, por haber nacido.
-¿Qué piensas?-curioseó Alex.-Has estado callada diez minutos.
-Te reto a que no puedes hacer que aquella señora.-señalé a la linda abuelita.- Te conceda una canción. Sí lo logras, haré el castigo que me pongas, y si ganó, serás mi sirviente por una semana.
Con una sonrisa de suficiencia se levantó de la mesa, interrumpió a la feliz pareja y supongo que preguntó lo que le pedí.
Mi quijada cayó cuando la señora se levantó y una dulce canción empezó a sonar. Reconocí inmediatamente la canción, era Double Rainbow de Katy Perry. Al parecer el esposo no se encontraba muy contento con eso. Alex bailaba increíble. Sabía bailar un vals mejor que yo.
Cuando la canción terminó, Alex volvió a tomar asiento frente a mí, no sin antes despedirse de la dulce señora.
-Ahora, hablemos de lo que harás. Creo que he ganado.-dijo y sabía que desde ahora, que no volvería a retar al increíble Alex.
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Mañana subiré el siguiente y así hasta llegar a tres jaja.Gracias por leer. :3
-Me
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Entre Nerds.
Ficção Adolescente-¡Deja de hacer eso!-gritó la chica de lentes. -¿Qué?-preguntó juguetón.- Es que no puedo dejar de ser tan guapo, preciosa. -Me sorprende que seas un chico inteligente.-dijo ella en tono sarcástico. -El más inteligente.-corrigió él.- Hasta más intel...