Capítulo 11

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Comencé a levantar los vidrios y los tiré a la basura. Después salí por la escoba para barrer lo pequeño y llegó mi mamá.

—¿Qué pasó hija? —dijo mi madre confundida.

—Se me cayó un plato —dije entrando en la casa.

—¿Y eso?

—Se me resbaló.

—Dejarías de ser, Sofía "manos de mantequilla" Rivera —me límite a reír y seguí barriendo—, ¿Ya comiste? —preguntó mientras veía dentro del refrigerador.

—Um, sólo un sandwich. Estaba esperando a que llegaras para comer juntas.

Después de que acabamos de hacer la comida entre las dos, ambas nos dispusimos a comer.

—Oye mamá —tomé un sorbo de mi vaso de jugo.

—¿Qué pasa? —dijo viendo el plato de comida.

—Hoy en la secundaria me encontré a Andrés llorando, y pues... Cuando la pregunté la razón me dijo que su mamá tiene cancér términal, y pues... Se va a morir.

—¡Santo Dios!, pobre Andrés.

—Lo mismo pienso yo —hicé una mueca— Oye mamá y cambiando de tema... —hice una pausa —ocupo preguntarte algo.

—Dime —dijo poniendo el plato en el fregadero.

—¿Me paresco a mi papá? —volteó a verme con una cara de... ¿sorprendida?, ¿confusa?, ¿asustada?, no lo sé.

—Am, pues... —cerró los ojos y apretó los labios seguido de un suspiro— Sí.

—¿Mucho? —fruncí el seño

—Digamos que en el color de piel, ojos, carácter, manera de caminar y en tú cabello. Él lo tenía onduldo y castaño claro, como tú.

—No puede ser —dije furiosa.

—Hija, tranquila.

—No, mamá —dije caminando a la sala—, me acabo de dar cuenta que me paresco al hombre que desprecio con todo mi ser —estaba a punto de romper en llanto por el coraje que sentía dentro de mí.

—Sofía, ¿no entiendes que tú sola te dañas al sentir ese odio?

—No puedo sentir amor por él, ME abandonó, TE abandonó, NOS abandono. ¿Quiéres que lo quiera? Imposible.

—No lo hemos necesitado, recuerdalo —intentó acercarse a mi pero la evité y fui a mi habitación.

No puedo creer que me paresca a ese hombre, es decir, ¿por qué? Lo odio. Sé que es estupido odiar a alguien que no conoces, pero es irónico que yo lo odio porque no lo conosco. Él me abandonó, a mi y a mi madre y eso merece mi odio. Nunca dejaré de preguntarme porque lo hizo, claro, ¡por cobarde!, ¿por qué no aceptó su responsabilidad y se hizo cargo de mi? No lo he necesitado, pero desde que era pequeña siempre soñé con tener un papá. Siempre miraba como todos los papás jugaban con sus hijas, las enseñaban a andar en bicicleta y les compraban un helado. En cambio yo, ni siquiera sé pasear en bici, muy apenas camino.

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Escuché que tocarón la puerta, me levanté y mamá no estaba, supongo que salió. Abrí la puerta y me encontré parado afuera a un señor de unos ¿35 años? Alto y con el cabello claro, alborotado y de piel blanca.

—¿Qué se le ofrece? —le pregunté.

—¿Ésta es la casa de Ana Rivera?-dijo confundido.

—Sí, yo soy su hija... ¿quién la busca?.

—Soy tu padre —se abalanzó sobre mi y me abrazó. ¿Qué le sucede a este hombre? No es mi padre.

—Yo no tengo papá —retrocedí.

—Claro que sí, soy yo —afirmó. Y la verdad es que no lo podía dudar, teníamos un gran parecido justo como dijo mi madre.

—¡Que yo no tengo papá! —le grité y cerré la puerta azotandola.

—¡Sofía! —lo ignoré—. Sofía, Sofía, Sofía —la voz se comenzaba a tornar femenina —Sofía, hija —abrí los ojos y mamá estaba a mi lado.

—¿Qué sucede? —me tallé los ojos.

—Estabas soñando con tu padre de nuevo, ¿verdad?

—Sí —suspiré—, no soñaba con él desde los 5 años.

—Aún recuerdo cuando te despertaste preguntando cuando vendría, te dije que estaba trabajando pero pronto llegaría.

—Era demasiado tonta.

—Eras demasiado inocente —sonrió.

—Yo nunca te pido que me hables de papá, pero... ¿tienes alguna idea de saber dónde puede estar?

—Quizá con tus abuelos, o ya tenga otra familia. Me creo mas la segunda —se encogió de hombros.

—Bueno, como sea —sacudí mi cabeza.

—Mejor levantate para que te bañes y cenes, ya son las 8:00 de la noche —dijo mi madre antes de levantarse para salir por la puerta de mi habitación.

Te Deseo SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora