CAPITULO 26

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Salí del edificio y decidí irme directamente a casa. Aún estaba un poco mareada por la caída y no tenía muchas ganas de pasear.
Cuando ya casi había llegado a la calle de la casa de Joe recibí una llamada suya. En realidad era Marilyn.
-Holaa hermanitaaa- dijo con un tono alegre un tanto forzado.
-¿Hermanita? Mary, ¿Que quieres decir?- pregunté extrañada.
-Uy si, muy bien, gracias por preguntar. ¿Que tal estás tú?- siguió hablando como si no me hubiera oído.
-Mary, soy yo...- empecé a decir pero me cortó.
-Ya... A mi también me gustaría verte. Por desgracia hoy estoy muy ocupada. Que tal si la semana que viene quedamos a tomar un café. En mi casa imposible. Mejor en la tuya. Vale. Besos. Adiós.- y me colgó.

Me quedé mirando el móvil esperando entender lo que estaba pasando y entonces caí.
Empecé a correr hacia la casa pero me escondí en un arbusto que estaba en la acera de enfrente.
Había un montón de coches negros con hombres con traje y gafas de sol.
Marilyn me estaba advirtiendo.
Los reyes estaban con ellos.
Supongo que al enterarse de la noticia decidieron hablar con el único hombre que podría saber algo, Joe.
No era la primera vez que venían. Pero esta vez nos pilló por sorpresa. Normalmente avisaban antes, pero no lo hicieron hoy.
Mary debía de haberle cogido el móvil a Joe para decirme que no fuera, pero usando un lenguaje clave.
Me quedé observando desde mi escondite.
Llevaba esperando unos quince minutos cuando empecé a oír gente corriendo hacia aquí.
Me giré para ver quien era y había decenas de paparazzis y periodistas con cámaras y móviles en las manos.
¿Como se han enterado? Parece que tienen súperpoderes.
Me puse la capucha de la sudadera que llevaba, encima de la gorra para tapar un poco más mi cara.
Entonces tuve una idea. Una idea absolutamente descabellada e imposible.
Le había prometido a Ari que volvería algún día para hablar y pasar un tiempo juntas.
La mayor parte de los guardaespaldas y guardias del palacio estaban aquí.
Seria mucho más fácil entrar. Teniendo en cuenta las cámaras de vigilancia, las alarmas y todos los que estén allí.
Un riesgo que por alguna extraña razón, decidí asumir. Debo de estar mal de la cabeza. La caída de la escalera me ha afectado.
Me levanté lentamente intentando no hacer ruido. Avancé medio agachada entre los arbustos y cuando llegué a la esquina empecé a correr.
No paré hasta que llegué a los alrededores del palacio. Me volví a colocar la capucha que se me había caído al correr y me acerqué a un lado del muro que lo rodea.
Caminé palpando la pared hasta que encontré la piedra falsa. La empujé hacia dentro y dejó un hueco lo suficientemente grande para que pudiera pasar a gatas.
Y si. Hay un "pasadizo". No me preguntéis porqué.
Llegué al otro lado del muro y volví a taparlo con la piedra.
Me arrastré por el césped entre los árboles y arbustos. De vez en cuando tuve que parar y esconderme porque pasaba gente, pero fue fácil llegar a la parte del palacio donde estaba la habitación de Ari.
Trepé rápidamente por la enredadera de la pared. Si hubiera pasado alguien por allí me habría visto, pero no pasó nada.
Alcancé el balcón y me asomé por la ventana. Sentada en la cama estaba mi hermana. Llevaba un vestido azul y el pelo recogido en una trenza. Parecía bastante cansada. Demasiadas obligaciones para una adolescente de apenas dieciséis años.
La comprendo. Desde que me fui, todo lo ha tenido que hacer ella. Me siento un poco culpable por eso.
Di unos golpecitos en el cristal para llamar su atención y para que me abriera porque la puerta solo se podía abrir desde dentro.
Dio un respingo y miró asustada hacia la puerta del balcón. Nada más verme su cara cambió a una enorme sonrisa. Se levantó corriendo y abrió para que pudiera entrar.
Ya en la habitación me quité la capucha y nos dimos un abrazo.
-¡Ray, has venido!- dijo alegre.
-Claro que sí. Te lo prometí, ¿no?-
-Pero... ¿Y los guardias y todo?
-Ya sabes que eso nunca ha sido un problema.
-Lo sé. Es genial que hayas venido. Necesito desahogarme con alguien.
-¿Que es lo que pasa?- pregunté. Aparte de toda este rollo principesco.
-Esto se ha convertido en un infierno desde hace tres días. Los reyes de Llarsburg están aquí con sus hijos. Y Mark no deja de seguirme a todas partes. ¡No se separa de mi!- explicó
-Espera. ¿El hermano de Brad?-
-¡Si! Es muy agobiante tenerlo pegado a ti todo el tiempo. Encima, cuando consigo librarme de él, ¡ya están o sus padres o los nuestros para juntarnos otra vez!- gritó sentándose en la cama. Le están haciendo lo mismo que a mí me hicieron con Brad. Ahora lo entiendo todo.
-Sabes lo que significa eso ¿verdad?- le dije.
-Pues no...-
-Quieren casarte con él.
-¡¡¿¿Que dices??!!- preguntó gritando- ¿¡¡Están locos o que!!?
-Quieren unir los dos reinos porque les conviene. Ya lo intentaron con Brad y conmigo.
-¿Estás diciendo que la única solución es escaparme como tu?
-Puede que no...- sabía que no podía dejarla sola ahora. Por mi culpa tendría que casarse con Mark y eso no sería justo.
Iba ha terminar la frase cuando oí que alguien llamaba a la puerta. Genial. Que oportunos.

El secreto de la chica de la gorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora