Caminé por los jardines, pero no sabia a donde tenia que ir, porque nadie me había dicho donde estaban ahora.
Mientras caminaba intentando esquivar a alguna que otra persona que pasaba por allí oí unos pasos detrás de mí.
Instintivamente, corrí a esconderme detrás de un arbusto gigante con forma de cubo.
Sólo podía ver desde mi escondite los lentos pasos del guardia que pasaba al lado del arbusto.
Cuando ya había pasado de largo y ya suspiraba de alivio, me llegó un mensaje al móvil, haciendo que sonara.
El guardia paró en seco y se acercó al arbusto.
Se asomó a mi escondite pero yo ya no estaba allí. Había salido gateando hacia el lado contrario de donde había ido el guardia.
Salí corriendo y vi el mensaje.
Kate: ¿¿¡¡Donde estás!!?? La Sr Bush y Pomphard empiezan a sospechar. Ven rápido. Estamos en la sala,que hay antes de entrar al salón del trono
Yo: Ok. Voy para allá
Respondí y salí corriendo a la sala que me había dicho Kate.
Intentaba evitar a todas las personas que caminaban continuamente por los pasillos y habitaciones, aunque alguna persona si que me miró extrañada porque parecían conocerme de algo.
Yo solo evité sus miradas y seguí avanzando los más rápido que podía.
Llegué a la sala y me escabullí disimuladamente hasta colocarme al lado de Kate y Lara que me hacían señas para que me acercara a ellas.
-Menos mal que has llegado ahora- dijo Lara- porque la señora Bush va a pasar lista.
Y en ese momento apareció la señora Bush que comenzó a decir los nombres de todas las personas de la clase.
Cuando terminó, la señora Pomphard, se adelantó y comenzó a decir:
-Bueno chicos, hemos llegado al final de la visita. Espero que os haya gustado y que hayáis disfrutado. Tras estas puertas está la sorpresa que sé que habéis estado esperando. Por favor, acompañadme y no armeis jaleo.
Tragué saliva. Era imposible estar más cerca de las personas a las que estás intentado evitar.
Me coloqué la gorra para que no se me viera la cara y las enormes puertas blancas se abrieron dejando ver el salón del trono.
Sentados en dos grandes sillones, estaban los reyes, Edward IV y Elizabeth, mis padres.
En un sillón no tan grande como los anteriores al lado de la reina, estaba sentada Ari que me miraba de reojo mientras sonreía con las típicas sonrisas falsas que nos hacían poner siempre.
Al otro lado del rey, había otro sillón igual que el de la princesa, sin embargo, este estaba vacío. Sólo había un ramo de flores y algunas velas con más flores en el suelo.
Parecía un altar.
Todos iban vestidos con elegantes trajes y vestidos y elaborados peinados que me hicieron recordar todas esas horas de sufrimiento.
Edward se levantó sonriente de su asiento y se acercó un poco a nosotros
-Buenas tardes chicos, nos ha encantado que hayáis venido, esperamos que OS haya gustado la visita.
Todos asintieron y dijeron que sí.
Hablaron un poco sobre sus vidas y nos dejaron hacer algunas preguntas.
Ari me hacía gestos para que me marchara pero no entendía por qué.
Entonces la reina dijo que ellos nos despedirían personalmente, y ahí me di cuenta de lo que me intentaba decir.
Si se acercaban mucho a mí, me descubrirían de fijo.
Todo el mundo comenzó a avanzar hacia la puerta donde se habían colocado los reyes.
Cuando pasó un grupo bastante grande de personas, me escondí entre ellos para salir disimuladamente de allí. Dije adiós a Ari con la mano y ella me sonrió de vuelta.
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El secreto de la chica de la gorra
HumorRachel "Ray" Sanders ha sido siempre una chica un tanto especial. No es como las demás chicas ni de lejos. Ella prefiere ir a jugar al fútbol a ir de compras. Odia los toda la ropa femenina (sobre todo los vestidos), el color rosa a muerte y todas l...