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 No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidan y mucho menos su estatura. Nunca pensaban igual, tenían ideas muy diferentes; Él era dueño de si mismo, ella una niña insegura. Sus manos parecían haber sido hechas como piezas exactas para encajar una con otra, con los dedos entrelazados y mirando a la misma dirección. Ellos era Amanda y Rubén, unos chicos que se conocieron por casualidad... pero terminaron siendo tanto como el sol y la luna. 

 Y la historia de ellos dos... recién comienza. 


Todo por ti -rdg-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora