Capitulo 16

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Escucho un golpeteo repetidamente sin parar, aprieto mis ojos con fuerza para evitar escucharlo pero es imposible. Abrí mis ojos cegándome con los rayos del sol en la habitación, Estefan aun seguía dormido, estaba sujetando mi cintura, mientras que su cabeza estaba en mi hombro, miré alrededor, eran las once, suspiré dejando de escuchar el golpeteo... dándome cuenta que alguien tocaba la puerta.

—Estefan...—dije moviéndole el hombro—Tocan la puerta.

—Uh... no importa—contestó adormilado, yo reí porque se veía tierno con ese cabello despeinado. Me quedé un momento mirándole, mientras que su respiración rozaba mi cuello. Al volver a escuchar el sonido de la puerta, Estefan gruñe y hace un esfuerzo para pararse, para alejarse de mi lado, nos levantamos de la cama yendo al baño, compartiendo el cepillo de dientes, me arreglé un poco el cabello desordenado mañanero. Al bajar Estefan pone una mano en la perilla de la puerta, antes de salir èl se voltea a verme, con una sonrisa picara en su hermoso rostro.

—Se me ha olvidado algo muy importante.

— ¿Qué es?— Antes de que pudiese preguntar el por qué de su mirada, sus labios estaban sobre los míos, su sabor mentolado, suave y exquisito me dominaba, una de sus manos estaban en mi cintura mientras que la otra me atraía mas a èl, antes de que todo se volviera más excitante el golpeteo nos hizo sobresaltar, èl dio un suspiro frustrado y finalizó con un casto, lento y suave beso.

—Buenos días, Hal—susurró abriendo la puerta, la gran sorpresa, me hizo sonrojar, era nada más ni nada menos que Allie, en su mano izquierda llevaba una bolsa de papel, con olor a panqueques y miel de maple, mientras que en la otra llevaba un cartón donde estaban dos jugos de melocotón, ella pasó y depositó la comida a un lado, se quitó los lentes y nos miró sospechosamente.

—Buenos días, tortolitos. Les traje algunos panqueques, nada especial. Me imaginé que estaban un poco cansados y quise ser generosa. Espero no interrumpir nada—dijo sin apartar la vista de los dos, Estefan cerró la puerta y la saludó con su sonrisa baja bragas.

—Buenos días, Allie ¿Cómo sabes que estábamos aquí? —pregunté sentándome en la escalera.

—Llamé al hospital me dijeron que la señora Donner estaba recuperándose, pregunté por ustedes, "sus familiares" —ella sonrió haciendo comillas con sus dedos— Me dijeron: El señor y la señora Donner se han retirado—dijo emitiendo una voz de hombre—me imaginé que aquí estarían, ya que en tu casa obviamente no estaban, le pregunté a Anthony la dirección ¡Voila aquí estoy!

— ¿Donde están los niños? —pregunté un poco aturdida.

—Ah, sí están con Tony, dijo que los llevaría a desayunar y que luego de las doce los llevaría al hospital para que estén con su madre—explicó depositando su americana y yendo a la sala, dejándonos solos.

— ¿Estás bien? —miré a Estefan que miraba ensimismado a la puerta, me levanté y él al ver que me levantaba se acercó a mí y me tomó de la cintura.

—Sí, todo bien—contestó jugando con un mecho de mi cabello, fui por la bolsa de papel y el cartón, mientras que iba entrando a la cocina junto con Estefan y Allie, mi mejor y hermosa amiga decidió pisar terreno inadecuado. Se sentó en unas de las sillas y observó como Estefan y yo nos sentábamos junto a ella a comer.

—Así que ya fueron al otro nivel...—olfateó como si fuese un perro— huele a sexo—al oír eso Estefan emitió una risa mientras que yo me atragantaba.

— ¡Allie!

—No, no ha pasado. Así que tus instintos olfativos están... ya sabes malos—respondió él burlándose de ella, yo me escondía, queriendo que el desayuno se convirtiese en alguien y me tragase.

Imperdible amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora