Capitulo 17

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Luego de varios minutos sintiendo el viento en mi rostro, mi cabello alborotado, llegamos al hospital, todo estaba tranquilo, las sirenas de las ambulancias sonaban muy lejos, estacionamos la moto, Estefan me ofreció su mano, salimos y fuimos directo a UCI, donde nos acercamos a recepción.

—Buenos días—dije de mala gana, la señora que tenía enfrente emanaba cansancio y disgusto. No pasaba de treinta y cinco, pero sus arrugas—o cansancio extra— se asomaban en las esquinas de sus ojos— ¿La habitación de la señora Donner? —pregunté, mientras que ella me miraba de recelo, verifico el ordenador.

— ¿Son los familiares?

—Eh, si, somos sus hijos—respondió rápido Estefan.

—De acuerdo, en ese caso es la 147. Van a seguir derecho y cruzaran a la derecha. Solo puede entrar un acompañante. La visita es de veinte minutos.

—Gracias—dijimos al unísono, èl me tomó de la cintura y nos fuimos al pasando habitaciones y habitaciones.

123.

127.

130.

135.

140.

145.

147.

La puerta se encontraba medio abierta, en el fondo había una mujer entubada, sus muñecas vendadas, la luz solar alumbraba todo, el sonido de las maquinas resonaban en la habitación, lentamente me ponían ansiosa y nerviosa. Estefan me arrastró a la habitación.

—Pasa hermana—bromeó arrugando la nariz.

—Ew—contesté fingiendo el vomito—He besado a mi hermano—reí—Dijo un solo acompañante.

—Nosotros somos solo un acompañante así que pasa—Nos acercamos a ella, quien se alegró cuando nos vio.

—Hola, chicos—habló un poco cansada, tratando de levantarse, Estefan se acercó y la ayudó a acomodarse, su cara estaba pálida, sus labios secos y agrietados, bajo sus ojos, grandes ojeras se le formaban.

—Hola ¿Cómo te sientes? —dijo èl, tomándole de la muñeca y viendo las vendas un poco rojizas, yo me acerqué poniéndome de su lado, verla así me hacia imaginar el dolor que podía sentir Estefan en este momento.

—Er...—vaciló— Me siento cansada, siento como si un camión de recarga me hubiese caído encima. Las muñecas arden y duelen. La comida apesta. Los medicamentos no funcionan para el dolor. No me dejan fumar—se quejó mientras que varias lagrimas se les fueron formando en sus ojos.

— ¿No sabes cuándo te darán de alta? —pregunté un poco impactada, nerviosa, triste, los sentimientos ahora estaban todos mesclados haciéndome sentir pánico y ansiosa.

—No, hija. El doctor me quiere en observación por unos días más, quiere llevarme a una...—entrecerró los ojos para recordar—rehabilitación para seguir personas que han querido suicidarse o algo parecido... no me acuerdo ahora del nombre—hizo una pausa para humedecerse los labios agrietados—y ¿Los pequeños? —al preguntar eso, miré inmediatamente a Estefan que a pesar de su cara severa, pude notar que sus brazos temblaban al igual que sus labios.

—Ellos... ellos están afuera, anoche se fueron a dormir a casa de Hal.

—Oh, querida no quería causarte molestia...

—No, tranquila...—ella me miró agradecida, yo pasé mi mano por su cabello liso.

—Hijo...—le miró, acariciando su mano—Cariño, sé que debes odiarme pero... no pude detenerme... pídele perdón a los niños por mí, dile que lo siento, de acuerdo. Haré lo posible para mejorarme. Lo prometo—dijo halándole un poco, haciendo que bajara para depositarle un beso en la mejilla—Te amo mi, Estefano —susurró ella.

Imperdible amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora