Capitulo 12

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Poco a poco voy sintiendo como algo roza mi rostro, mis ojos, mis mejillas, mi frente, mi nariz, mis labios, un dulce roce, haciendo que me remueva, incomodándome, abrí mis ojos y èl estaba frente a mí, con una sonrisa nerviosa.

—Buon Giorno, Principessa—habló con un raro acento italiano que me hizo sonreír., acordándome de la película La vida es bella, la preferida de mi padre. Me estiré, dejando caer la cobija al suelo. Me levanté y fui al baño a cepillarme, acomodándome el cabello y echando agua sobre mi rostro, al terminar el desastre, salí del baño.

—A veces pienso que necesitas un grave y duro tratamiento psiquiátrico—bromee

—Tal vez si necesite ese psiquiátrico haciéndome ese duro y grave tratamiento—contestó acercándose tentadoramente hacia a mí. Haciéndome reír.

—Aléjate. Vamos. Retrocede—hablé saltando al otro lado de la cama.

— ¿Me estas retando? —preguntó con sus ojos sigilosos.

—No ¿Yo? Ja, Ja — dije preventiva. Èl se acercó y yo lo evadí. Duramos unos pocos minutos así, hasta que los dos caímos a la cama, èl aprovechando para tomar mis manos y hacerme un poco de cosquillas.

— ¿O qué? —susurró, contagiándose de mi risa.

—Gritaré y...y Tony vendrá a toda velocidad a matarte—advertí sin parar de reír. Èl se acercó un poco a mí, susurrando.

—Èl salió con tu madre, dijo algo de un hotel... —sonrió de un lado, haciéndole un hoyuelo en su mejilla—Así que niña bonita, tu y yo... estamos absolutamente solos—susurró, yo dejé de reír, estaba a pocos centímetros de sus labios, si levantaba sólo un poquito la cabeza, sin hacer el más mínimo esfuerzo, nuestros labios se tocarían. Suspiré y me le quedé viendo por un minuto. Su respiración rozaba mis labios, sus ojos verdes no dejaban de penetrar los míos. No podía moverme por el miedo de que si lo hacía mis caderas tocarían partes que nunca habían experimentado, tocado o visto. Al darme cuenta de eso. Mi respiración se aceleró. Mi corazón golpeaba mi pecho fuertemente. Estaba concentrada en no mover ni un mínimo musculo de mi cuerpo.

Èl sonrió —Debemos ir a desayunar.

—Bueno... si te paras y te alejas de mi cuerpo... seguro que podremos ir a desayunar—dije susurrando, èl me soltó las manos pero sus ojos decían algo que no pude descifrar, me levanté y suspiré aliviada. Tomé un vestido azul marino con patitos blancos en èl, era suelto y me llegaba a una mano antes de la rodilla, tomé mi ropa interior y me fui al baño, antes de quitarme la camiseta, Estefan toca la puerta.

—Hal ¿Puedo ir a tomar agua? —preguntó, yo suspiré y me terminé de desvestir.

—Sí, sólo no rompas nada—contesté aburrida, entré en la ducha y dejé que el agua caliente me relajara. Borrando la voz ronca de Estefan. Su cuerpo encima del mío. Su sonrisa. Su hoyuelo. Todo eso dejé que se fuera con las pequeñas gotas que caían. Al salir de la ducha, comienzo a vestirme, escuchando un golpe, no le hice mucho caso.

— ¡Halsey! —gritó Estefan. Yo deslicé el vestido por mi cuerpo y salí corriendo, subiéndome rápidamente el cierre, llegué a las escaleras y bajé de dos en dos, al llegar al último escalón caí golpeando mi rodilla, pero eso no me impidió seguir buscando a Estefan.

— ¡Estefan! ¿Dónde estás? —grité viendo a mi alrededor.

— ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? Y ¿Cómo conoces a la Señorita Halsey? —escuché vagamente en la cocina, me dirigí allí, y encontré a unos de los guardias nuevos acorralando a Estefan en la pared agarrado por el cuello, su ceja izquierdo estaba de un rojo carmesí y de este se deslizaba un poco de sangre.

Imperdible amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora