Capítulo cuatro: Priss Simmon (Pt I)

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   (Ross POV)

   Como todas las mañanas, la clase estaba muerta. Creo que ni la profesora se soportaba a sí misma. Josh se había colado en mi clase para que me aburriese menos, pero no daba resultado.

   –Qué bien que no repetí curso –bufó–. No creo que hubiese podido soportar esto de nuevo.

   Miré el reloj y aún quedaban veinte minutos. Mentalmente calculé cuánto quedaba de curso: estábamos en diciembre, así que quedaban todavía cinco meses y medio hasta las vacaciones de verano. Sin embargo, en dos semanas sería Navidad, lo cual ya serviría para distraerme un poco de este ambiente pesado que se respiraba en el Kelveys'.

   –¿Qué me das si consigo que se calle? –le pregunté a Josh, decidida a acabar con mi sufrimiento.

   –¿Cómo? –inquirió, y respondí encogiéndome de hombros. Él soltó una risilla impaciente–. Te invito al almuerzo.

   Asentí y levanté la mano, esperando que la profesora me mirase. En seguida pareció entusiasmada de que alguien estuviese atendiendo, aunque su semblante cambió a una expresión de fastidio al darse cuenta de que era yo. Seguramente ya sabía que sus clases me importaban una mierda.

   –¿Alguna pregunta, señorita Devine?

   –Sí, Mrs. Johnson. ¿Por qué? –dramaticé, como si la duda fuese muy importante.

   –¿Por qué, el qué?

   Bostecé y le guiñé un ojo.

   –Que por qué no se calla.

   Una risotada de Josh sonó tras mi respuesta, y la profesora, roja como un tomate, me echó de clase. A Josh, sin embargo, lo obligó a quedarse, ya que "a saber qué ocurriría si estuviéramos los dos solos por los pasillos".

   Evoqué con nostalgia mi antiguo instituto, en el que seguro me habrían aplaudido en clase por haberle dicho aquello a un profesor. O yo qué sé, al menos se habrían reído. Estos niñatos pijos se habían limitado a mirarme con sorpresa, incluso miedo. Eso, aunque no lo admitiese, me satisfacía, de alguna manera.

   Sumida en planes para saltarme las siguientes clases, me choqué con una chica. Ella se disculpó rápidamente.

   –¡Lo siento! No te había visto. Perdona.

   Estuve a punto de responder con alguna frase típica, pero me quedé sorprendida al no reconocer el rostro de la chica. Porque sí: había observado a todas las chicas de aquel instituto, obviamente. No tenía nada mejor que hacer. Y aquella niña (porque era bajita y delgada, y con la expresión infantil) no me sonaba para nada.

   –Soy Ross –decidí presentarme.

   –Soy Priss –dijo con una risa suave–. ¿Por qué llevas el uniforme de chico?

   Sonreí mientras me miraba la ropa. A los alumnos nos daban para elegir qué uniforme llevar, si el de falda o pantalón. Pero, en lugar de "falda o pantalón" eran "chico o chica", más bien. Por el momento, yo era la única chica que llevaba el de "chico". Aunque le había echo unos arreglos: los pantalones, negros, los había cortado por abajo y los había roto un poco por las rodillas, la camisa blanca la llevaba abierta y debajo llevaba una camiseta negra básica. De hecho, ni siquiera parecía el uniforme oficial, sin embargo no quedaba del todo mal. Los pantalones me habían quedado cogidos por abajo, así que se me ceñían un poco y parecían de chica. La camisa abierta me la había quitado por el calor, así que arriba sólo llevaba la camiseta negra. Era de mi padre. Y, como era obligado llevar las zapatillas que te diese el instituto, llevaba las de deporte. O esas o los zapatos pijos, como los llamaba yo.

Bad Girls Don't CryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora