Capítulo doce: Sensaciones

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   (Priss POV)

   <<Buenas noches>>

   <<Te quiero>>

   –¿Con quién hablas?

   –Con nadie.

   –Dame el móvil.

   Una bofetada.

   El "te quiero" y Jorge leyéndolo.

   Un grito.

   Una paliza.

   –Eres una puta zorra, ¿me escuchas? –No lo escuchaba, porque no sentía. Tenía los ojos cerrados y no podía respirar. Mi cuerpo era una pelota con la que Jorge jugaba al fútbol. Así me sentía–. Voy a matar a esa lesbiana de mierda y luego te enterarás, perra.

   Lágrimas. Golpes. Golpes. Ya no hay lágrimas. Golpes, golpes, golpes.

   Golpesgolpesgolpes.

   Meduelemeduelemeduele...

   –Me duele... por favor... –abrí los ojos de golpe y me incorporé, gritando al instante por el dolor de la espalda.

   –¿Estás bien? –preguntó Ross.

   Sacudí la cabeza y la miré a los ojos. ¿Dónde estaba? Jorge se fue a buscarla... y yo salí después hacia su casa. Su padre, las heridas, el alcohol... oh, Dios mío.

   Estaba en casa de Ross, y Jorge la estaba buscando.

   –Ross, tenemos que irnos –le dije, zarandeándola. Ella estaba medio dormida y solo gruñía a modo de respuesta–. Jorge quiere hacerte daño...

   –Pues que venga, le partiré los dientes y se los haré tragar –susurró.

   Pero ella no lo entendía. Jorge estaba loco, e iba a hacer alguna locura. Eso es lo que hacen los locos. 

   –Dios, como nos encuentre... –musité. Estaba temblando. Me dolía la espalda, me dolían los ojos de tanto llorar y tenía la garganta seca.

   Estaba en la mierda, y él se encargaría de joderme del todo.

   –No, no nos va a encontrar –me dijo Ross. Se incorporó un poco en la cama, conmigo todavía entre sus brazos, y me dio un beso en la cabeza. Se levantó de la cama y se dirigió al baño. Estuvo ahí dentro unos minutos, y después escuché el agua correr y, con una toalla al hombro, Ross apareció tras la puerta del baño.

   –Te estoy preparando un baño caliente –me dijo–. Intenta ir levantándote.

   –N-no hacía falta –le dije, pues sentía que era un estorbo y que molestaba.

   –¡Te espero aquí! ¿Champú de limón o frambuesa? –me dijo, fingiendo que no me escuchaba.

   Solté una risa suave e intenté salir de la cama.

   –¡De frambuesa!

   Poco a poco, fui caminando hasta el baño. Llevaba unos pantalones anchos que me colgaban demasiado, pero aquello no era nada que Ross no hubiese visto ya.  Las piernas las sentía bien, lo único que me dificultaba eran los pinchazos que sentía en la espalda baja cada vez que apoyaba los pies. Lo demás eran heridas superficiales que, tapadas por aquella venda que me cubría todo el torso. Me sonrojé al recordar que ella me la había puesto.

   –Ya estoy.

   Ross estaba regulando la temperatura del agua. Se giró y me miró de arriba a abajo, sonriéndome de manera recomfortante.

Bad Girls Don't CryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora