Capítulo 1: La casa en el campo

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Un día soleado en el campo donde vivía Alicia, una pequeña niña, junto con su madre, Rebeca, y su hermana mayor, Patricia.

Para los ojos de su madre y de su hermana, ese día era muy hermoso, muy especial y realmente encantador. Un día perfecto para pasarla en familia, en un picnic o un simple paseo a la orilla del pequeño río que se encuentra cerca de la casa. Pero para Alicia, una niña fría y deprimente, ese día no era más que un día más en su vida.

Alicia estaba encerrada en su cuarto, viendo hacia la nada. Su cuarto era de color verde, como el resto de la casa. No tenía cuadros o algún tipo de decoración en las paredes. Al lado derecho de su cama había una pequeña mesa de noche, encima de esta había una lámpara de color azul y un pequeño estuche rojo para sus lentes. Un ropero con pocas prendas, que si mucho llegaban a 8 conjuntos distintos de ropa y 3 pares de zapatos. No tenía anillos, aretes, pulseras o accesorios para el cabello; pero tenía un pequeño collar con una piedra color esmeralda en el centro y rodeado de 7 perlitas pequeñas por cada lado. Nunca lo usaba, pero tampoco dejaba que lo tocaran.

- ¡Alicia! ¡Baja ya! -Dijo Patricia desde el piso de abajo.

Alicia solo se levantó sin decir nada y salió de su habitación. Bajo las escaleras y se fue directamente al baño para lavarse la cara, cepillarse y peinarse.

- Hija, apresúrate. La comida se enfriará si tardas mucho. -Dijo la madre de Alicia.
- ¿Y qué si se enfría? Seguirá siendo alimento. No es nada especial. -Respondió Alicia con su típica frialdad de siempre.
- ¡Ay, hermana! Tú y tu modo de Reina del Hielo. -Dijo Patricia burlándose con uno de cientos de apodos que le decía a diario.
- Si fuera la Reina del Hielo, sería feliz. Porque así le importaría a un reino. -Respondió con tristeza y frialdad.
- Hija, pero a nosotras nos importas. -Dijo la madre.
- Mentir es malo, Rebeca. Deja de decir cosas que sabes que no son ciertas. -Respondió, causando un silencio inmenso en la casa y una mirada confusa a Patricia, que no entendía las últimas palabras de su hermana.
- Hija... -Dijo algo nerviosa- No digas tonterías y come, mejor dicho, coman. Llegarán tarde a su colegio y...
- Ya sé. Calla y deja de intentar arreglar la situación incómoda. No lo lograrás, Rebeca. -Dijo Alicia interrumpiendo a su madre.

Las tres comieron en silencio. Alicia se fue a duchar después de terminar de desayunar. Cuando terminó de vestirse, Alicia y su hermana se fueron a la parada de buses, despidiéndose de su madre. Al cabo de unos 15 minutos llegaron a su colegio.
"Río Azul" - Decía el letrero de la entrada al colegio. Sin duda el nombre del establecimiento era extraño y poco serio, según las personas que no asistían al colegio "¿Por qué ese nombre?"

Alicia y su hermana bajaron del bus y se dirigieron al salón de cada una. Alicia y Patricia tenían la misma edad, pero Patricia era mayor que ella por unos meses, por lo que cursaban el mismo grado. Patricia estaba en el salón "C" de segundo de secundaria, mientras que Alicia estaba en el salón "A" del mismo grado.

Las clases pasaron como de costumbre para Alicia. Llegó la hora de receso, y como siempre, Alicia se fue a una de las bancas del patio, a comer sola. Alicia no tenía amigos, pero no por ser tímida o algo así, sino porque ella no quería tenerlos. Sin embargo, para la propia Alicia, ese día era muy raro. Había un cielo soleado y con muchas nubes. Los demás alumnos paseaban por el patio, pero, como cosa rara, nadie estaba jugando ¿Qué sucedía ese día?

- Hola. -Oyó Alicia. Esta volteó para ver esa voz masculina y desconocida.
- ¿Quién eres? -Dijo la fría Alicia.
- Me llamo Enrique, soy del salón "B". ¿Tú eres Alicia, no?

Alicia lo miró confundida y, por primera vez, sorprendida.

- Sí, soy yo ¿Cómo sabes quién soy y cómo me llamo? -Dijo mientras observaba al chico de cabello negro, tez blanca, alto y de ojos violeta.
- Todos hablan de una chica llamada Alicia, que actúa raro y viste de negro. -Dijo sonriendo- Pero no me pareces rara.
- ¿Y por qué hablarían de mí?
- Pues porque te ves única. Tienes unos bellos ojos y eres la más inteligente de todo el establecimiento. También dicen cosas malas de ti, pero esa gente solo te envidia. -Termino de hablar y la miró directo a los ojos.
- ¿Eso crees? Sin embargo tus ojos son más lindos. Génesis de Alexandria ¿No? -Él observó a Alicia con una sonrisa y ella, lo vio con su típica frialdad, pero con interés en ese chico extraño.
- Si, así es. La gente me dice raro a mí también, pero yo nunca creí sus palabras. -Sonrió.
- Ya veo. -Dijo, soltando una pequeña sonrisa involuntaria y borrándola de su cara en menos de dos segundos.

Enrique estaba a punto de decir algo pero el timbre para finalizar el receso sonó y ambos se fueron a su respectivo salón.

Alicia no pudo concentrarse del todo en el resto de sus clases ¿Por qué ese chico le habló? ¿Por qué no la ignoró como el resto de las personas? Ella sentía algo raro en ese día y no sabía si creer o no en las palabras de Enrique ¿Era sinceró o la engañaba? Ella no sabía.

El timbre de la última clase sonó y todos salieron. Como siempre, Alicia fue la última en salir. Pero algo raro estaba pasando ¿Dónde estaba su hermana? Ella siempre la esperaba fuera del salón, pero Patricia no estaba ahí. En su lugar, había llegado Enrique ¿Qué hacía él ahí?

-¡Ah! Hola. Te estaba buscando. -Dijo él.
- ¿A mí?
- Si. Quería acompañarte a tu casa ¿Puedo?
- Si quieres, pero...
- ¿Buscas a tu hermana, no? -Dijo él, interrumpiéndola.
- ¿Cómo lo sabes? -Dijo ella.
- Es que siempre te vas con ella. La gente siempre menciona a Patricia y su hermana rara.
- ¿Sabes dónde está?
- No lo sé. Ella no es de mi salón.
- Eres de la "B"... -susurró, según ella, para sí misma.
- Si. -Dijo sonriendo-
- Lo siento.
- ¿Por qué? Solo preguntaste algo.
- Tú ya lo habías dicho. Perdón por olvidarlo.
- No importa. -Sonrió- Mira... -señaló mientras se acercaba Patricia.
- Perdón Alicia. -Dijo su hermana.
- Entonces... ¿Las puedo acompañar? -Dijo él.
- Si quieres. -Dijo Alicia.
- ¡Hermana! Se amable. -Dijo Patricia.
Enrique sonrió.

Los tres se fueron. Alicia miraba a un lado, mientras Enrique y Patricia hablaban.

- Aquí... -Dijo Alicia, más cortante que de costumbre.
- Hermana...
- No se preocupen. Un gusto hablar con ustedes. Me voy a casa. Adiós. -Dijo, dispuesto a irse.
- No, nada de eso. Anda, pasa. -Dijo Patricia, agarrando de la muñeca a Enrique- Te invito una taza de café.
- Gracias, muy amable.

Entraron a casa ¿Dónde estaba Rebeca? Ese día era más que raro para Alicia.

Alicia subió a su cuarto, dejando a su hermana y el chico con Génesis de Alexandria. Alicia estaba dispuesta a hacer sus tareas, como siempre. Pero por alguna razón, sacó ese collar que nunca usaba, lo miró y no dejo de hablar para sí misma. "¿Por qué este día es tan raro?"

Alicia salió de su cuarto, hundida en sus pensamientos y con el collar en mano.

¿Qué pasaba en su casa? ¿En su vida? ¿Y en su mente?










El Espejo mágico de París.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora