Capítulo 6: Parada errónea

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El viaje apenas comenzaba y ya habían presenciado algo "poco común" para ser su primera vez en un viaje en tren. El silencio era un poco incómodo, pero la siempre extrovertida Patricia rompió tan incómodo silencio.

- ¡Oigan! ¡Hablen! Son casi tres horas de viaje ¿No piensan ni siquiera decirse hola?
- Eh... no. - Respondió Alicia - Yo prefiero el silencio.
- ¡Oh, vamos! ¿Tú no quieres saber más de nosotras? A mí sí me interesa saber de ti. - Dijo Patricia esbozando una sonrisa de aquí hasta China y viendo a Enrique.
- Eh... yo... no lo sé ¿Si? Supongo... - Respondía Enrique tartamudeando por lo que Patricia había dicho de último.
- ¡Vamos! ¡Sin pena! No te avergüences. - Decía Patricia.
- ¿No ves que lo incómodas? Eres demasiado imperativa. Deberías pensar antes de hablar. - Dijo Alicia.
- ¿Pero yo que dije?
- Nada...olvídalo Patricia. - Decía Enrique.
- Dime Patty. - Le dijo Patricia. - Así no dices ese nombre tan largo.
- Entonces... ¿Olvídalo Patty? - Dijo Enrique, mientras reía.
- Está bien. Lo olvido... por ahora. - Dijo Patricia sonriendo de forma "malévola"... o intentándolo. - ¿Y?
- ¿Y, qué? - Le dijo Alicia.
- ¿No van a hacer conversación? No voy a ser yo la única que le pregunte cosas a Enrique. No sabemos casi nada de él.
- Lo conocimos ayer... es normal que no sepamos casi nada de él. - Le respondió Alicia.
- Hay que darle tiempo al tiempo ¿Has oído eso alguna vez? - Le preguntó Enrique a Patricia. - Llevamos poco conociéndonos pero para conocernos mejor hay que dejar que el tiempo actué.
- Yo no estoy de acuerdo. Mejor converso ahora y nos ahorramos ese tiempo. - Dijo la energética Patricia.
- ¿Siempre es así? - Preguntó Enrique, en un susurro, a Alicia.
- Si eres como Rebeca, te acostumbras. Si eres como yo, es como oír un anuncio que odias cada 5 segundos. - Le dijo en un susurro, Alicia.

Enrique se comenzó a reír por el comentario que Alicia había dicho. Patricia volteo de nuevo a verlos.

- ¿Qué es tan gracioso? - Le pregunto Patricia a Enrique.
- Nada, no es nada. Solo me acorde de algo. - Decía Enrique, aún riéndose.
- ¿Y ustedes que tanto se susurraban? ¿Me ocultan algo? - Preguntó Patricia levantando una ceja de forma "interrogativa".

Las mentes malpensadas nunca faltan en las personas jóvenes, salvo algunas excepciones, como Alicia.

Enrique no pudo evitar pensar en la idea de que parecían "novios en secreto" de tanto que se susurraban cosas sin que Patricia lo oyera. La realidad era que hablaban de ella en ese momento. Enrique se puso más que nervioso cuando esa idea surgió en su cabeza. Alicia no se percataba de lo mismo que él.

"Maldita sea... no pienses en ello... no pienses en ello", repetía Enrique en su mente cada milisegundo que le fue permitido, hasta ser interrumpido.

- ¿Y bien? ¿De qué hablaban? - Insistía Patricia.
- Eh... nosotros... - Dijo Enrique.
- De nada importante. - Le dijo Alicia.

"¡Bendita sea la frívola Alicia que me ha salvado!", pensó. Sin duda alguna, Alicia, le había salvado de decir alguna estupidez como solía hacerlo cuando estaba nervioso y tenía que mentir.

- Algún descubriré que tanto ocultas, Alicia. - Le dijo Patricia.
- Y bien... - Pronunció Enrique.
- ¿Qué? - Dijo Patricia.
- ¿Piensas hablar con nosotros sobre ti? Digo... estoy seguro de que Alicia no querrá hablar de ella. Yo responderé a lo que me preguntes.
- ¡Eh! - Gritó Patricia, llamando la atención de casi todos los demás pasajeros.
- Me dejarás sorda. - Dijo Alicia.
- ¿Siempre eres así de discreta? - Preguntó Enrique.
- ¿Tú no querías permanecer en silencio? ¡Calla mujer! - Le dijo Patricia a Alicia. - ¿Discreta? No... para nada. - Dijo viendo a Enrique.
- No... si ya me di cuenta.
- ¿Entonces para que preguntas?
- ¿Sabes qué es sarcasmo?
- Ella no lo sabe. - Dijo Alicia interrumpiendo la conversación de ellos.
- Dije... ¡Calla mujer!

Lo único que alcanzo a hacer Enrique fue reír, antes de seguir con las preguntas de Patricia. "¿Cuál es tu apellido?", "¿Tienes mascotas?", "¿Cuál es tu color favorito?", "¿Crees en el karma?"... prácticamente lo estaba zarandeando con tantas preguntas. Enrique solo se limitó a contestarlas.

- Mi apellido es Chevalier. No tengo mascotas. Es el morado. Y si... sí creo en el karma ¿No crees que esa pregunta es muy rara? - Dijo esbozando una sonrisa.
- No se me ocurría otra cosa. - Dijo riendo Patricia.
- Pues piensa, Patty. - Dijo Enrique.
- ¿Por qué el morado? - Le pregunto Patricia.
- ¿Ves mis ojos?
- Si...no estoy ciega.
- Pues por eso. - Dijo Enrique.
- ¿Tu apellido es Chevalier? - Preguntó repentinamente Alicia.
- Si ¿Qué tiene de especial mi apellido?
- ¡Si! ¿Qué tiene de especial su apellido? - Preguntó Patricia.
- ¿No te suena, Patricia? - Dijo Alicia, viendo la cara de confundida de Patricia. - La agencia de viajes Chevalier ¿Te suena?
- ¿¡La agencia de viajes Chevalier!? ¿¡Hablas en serio!? - Grito Patricia, llamando la atención... de nuevo.
- ¿Puedes no decirlo tan alto? - Le dijo Enrique.
- ¿Entonces si eres hijo de los Chevalier? - Preguntó Patricia.
- Si... si lo soy ¿Y?
- Eres hijo de unos de los más importantes dueños de agencias de viajes... ¿Cómo qué "Y"? - Le dijo Patricia.
- Mejor déjalo así, Patricia... lo incómodas.

¿Pues qué quedaba? Esperar que más preguntas, valga la redundancia, preguntaba Patricia. Y la que menos quería oír, llegó.

- ¿Y has tenido novia? - Preguntó Patricia.
- Yo... eh... yo... yo si... si he tenido.
- Ya decía yo que alguien tan lindo como tú ya debía de tener novia. - Decía la alegre Patricia, sin darse cuenta de sus palabras... de nuevo. -
- Ex-novia, Patty. - Dijo Enrique.
- ¿Y por qué ya no son novios? - Preguntó Patricia.

"Discreción, hermana, discreción ¿La conoces? ¡Úsala!", decía Alicia en su mente.

- Es algo muy complicado de explicar... no quiero hablar de ello, Patty.
- Eh... ¿Me disculpan? Yo quiero ir por algo de comer ¿Quieren algo? - Dijo repentinamente Alicia.
- Yo no... ¿Tú? - Dijo Patricia.
- Tampoco. - Respondió Enrique. - Ten cuidado.
- Si. - Dijo Alicia.

¿Tenía hambre? ¡Mentira! Las preguntas de Patricia la incomodaban hasta a ella. Patricia no conocía la discreción... ni de chiste.

Alicia se dirigió a lo que parecía ser el lugar donde había comidas y bebidas para comprar. Ya había pasado mucho tiempo en lo que la conversación de ellos había empezado... quizás unas ¿Tres horas?

En eso el megáfono sonó anunciando la primera parada. Si... la primera parada, de tres. Esto causo un muy grave problema. Alicia se había quedado a comer ahí para evitar oír las preguntas de Patricia, cuando se oyó ese anuncio. No... sin duda ella no lo sabía todo de los viajes en trenes; siempre había viajado en bus.

"Puede que ellos bajen también. Me adelantaré y los esperaré allá abajo", pensó ella y bajo del tren y se sentó en una banca, esperando que ellos salieran.

La diferencia entre las paradas era de unos 10 o 15 minutos, si mucho... pero si eran puntos distintos y difíciles de volver a conectar. Una parada en la Torre Eiffel, otra en el Arco del Triunfo de París y la última en la Catedral de Notre Dame.

Mientras, donde estaban Patricia y Enrique, llegó una dama a avisar que la bajada indicada para ellos, era la última.

¡Vaya lío! ¿Cómo solucionará ese "pequeño error"? ¿Qué hará Alicia cuando se dé cuenta que ha bajado en la parada errónea?

El Espejo mágico de París.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora