- ¿Y qué dice la otra? - Preguntó Alicia.
- ¿Quieres leerla tú? - Dijo Enrique.
- No... léela tú.
- Está bien."21/02/2012, Montparnasse, París, Francia.
Para: Rebeca Curie
Querida amiga, cuanto tiempo ha pasado desde la última carta que pude enviarte. Quisiera decirte más, pero esto es importante, así que iré al grano en esta carta.
Ahora no solo mi hija corre peligro... Patricia y tú también. Lamento haberte metido en algo de lo que sabes muy poco... pero lo poco que sabes es suficiente para que entiendas que su estadía en Marsella es un peligro ahora. Desde mañana y sin avisar... deben dejar Marsella... al igual que yo lo hice. Compre tres boletos del tren en dirección a París. No donde yo estoy; sería muy tonto de mi parte hacerles las cosas fáciles a ellos. Los boletos tienen validez para mañana, por lo tanto tú, Patricia y mi hija deben tomar el tren mañana a las 8:00 a.m.
Realmente lamento haberte puesto en peligro, pero aún intentó arreglar ese error que cometí y tú conoces muy bien. Y ten mucho cuidado cuando las chicas no estén en casa; puede que te pase algo y no quiero que eso ocurra. Por favor... cuídate mucho Rebeca.
Atentamente, Mónica.
Tú amiga."De nuevo... las lágrimas yacían en el rostro de Patricia, que era muy fácil de conmover. Enrique, esta vez, no soltó ni una lágrima, pero vio directo a los ojos a Alicia cuando él terminó de leer la carta. Alicia no entendía aún el porqué de las acciones de su madre, pero aun así estaba triste, pensando en la posibilidad de que "ellos" tuvieran a Rebeca.
Ambos pensaban lo mismo... "Y ten mucho cuidado cuando las chicas no estén en casa; puede que te pase algo...", esa frase de la carta daba la posibilidad de que "algo" le hubiesen hecho "ellos" a Rebeca, y por eso no estaba por ningún lado.
Sin embargo, la carta tenía algo que ninguno de los tres dudaba, "... su estadía en Marsella es un peligro ahora". A Enrique no lo conocían en persona... pero eso no quita que ya han oído su voz y podrían reconocerlo. Él ya se había involucrado demasiado en un asunto que no le concernía... pero no daría marcha atrás... no ahora.
Los boletos eran tres; uno para cada una. Pero... ahora que Rebeca no estaba, ese boleto lo usaría Enrique. No iban a dejarlo solo luego de ponerlo en "peligro" a él también.
- ¿Y si tomamos el tren? - Dijo Patricia.
- ¿Deberíamos confiar en una carta así? ¿No podría ser una trampa de ellos? - Dijo Enrique.
- No... no es ninguna trampa. Esa es la letra de mi madre. Y si el tren es el de las 8... - Alicia volteó a ver el reloj de pared que se hallaba en la sala, haciendo que los dos la siguieran con la mirada, siendo las 7:19 a.m. - tenemos 41 minutos para alistarnos e irnos.
- ¿No crees que es muy poco para que Enrique se aliste? Él tendría que ir a su casa y no creo que le dé tiempo. - Dijo Patricia.
- Claro que no. - Dijo Enrique sonriendo. - Mi casa queda cerca de la estación de trenes. Iré a casa y las veo allá ¿Les parece?
- Si. - Dijo la fría Alicia.
- Hermana... - Dijo Patricia en voz baja. - Claro que sí, Enrique. Te vemos allá. - Termino de decir la alegre Patricia.
- Nos vemos. - Dijo un muy contento Enrique.Alicia y Patricia subieron a sus respectivos cuartos para alistar una "mochila" por cada una. Con un poco de ropa, que eran cuatro blusas, cuatro pantalones, dos vestidos, tres pares de zapatos, el collar de su madre; y los ahorros que tenía guardados, preparó su "mochila" Alicia.
Por su lado, Patricia, empacaba ropa, que en conjunto, supera su propio peso; unas cuantas joyas y un poco de dinero.
Ambas salieron de sus cuartos con sus maletas hechas. Por un momento ambas se miraron a los ojos como en una batalla de miradas; Patricia como "¿Tan poco llevas?" y Alicia como "¿Te llevas el cuarto entero?". Salieron de la casa, cerrando con llave y dejándola entre los arbustos. Nunca volverían a esa casa... pero igual la escondían.
Mientras tanto, Enrique, en su casa, como siempre, la hallo vacía. Sus padres no estaban y según una nota en el refrigerador "Lo siento mi pequeño RiRi, – como odiaba que su madre le dijera así – saldremos de viaje de negocios junto con tu padre. Nos vemos en un mes, como mínimo. Igual te llamamos pequeño. Te queremos mucho y te dejamos suficiente dinero. ~ Mamá ~".
Ya ni se sorprendía de hallar su casa vacía y a sus padres de viaje. Vivía prácticamente solo. Empaco algo sencillo y su dinero y salió a las 7:53 a la parada del tren, donde halló a Alicia y Patricia, casi recién llegando.
El viaje, sin duda alguna, sería largo. De Marsella a París, de punta a punta casi. Serían tres horas, aproximadamente, de viaje en tren. El reloj acababa de dar las 8:01 y el tren estaba llegando. Los tres abordaron el tren, donde ya había, al menos, quince personas. Todo empezó tranquilo. Los tres tomaron sus asientos y el tren empezó su marcha hasta la siguiente, y última, parada para abordar el tren. Eran las 8:32 cuando este paro. La gente empezó a subir de forma tranquila... hasta que se oyeron unos gritos.
- ¡Eres una idiota! - Se oyó una voz femenina y aguda.
- ¡No! ¡Tú lo eres! - Respondió una segunda voz femenina, pero no de una joven adulta como la anterior, sino que más aniñada.
- ¡Eres una catástrofe a bordo! ¡Tú no eres mi hermana! - Grito la primera.
- ¡Te odio! - Grito la segunda.Ambas tomaron sus propios asientos en diferentes secciones y se alejaron dejando a casi todos perplejos por tan corta conversación.
Alicia pensaba, por esa pequeña discusión, que ellas eran hermanastras. Casi como ella y Patricia lo eran. Pensó en cómo hubiera sido la "noticia" de que no eran hermanas, sino "hermanastras" si ella no fuera así de fría. Pensar en que alguna de las dos, gritara "Catástrofe a bordo", no le gustó mucho. Ella quiere a Patricia, aunque no siempre lo demuestre.
- ¿Cómo puede alguien gritarle a su hermanita "catástrofe a bordo"? Debe estar muy molesta por algo. - Dijo Enrique.
- ¿Y cómo sabes que son hermanas? - Preguntó Patricia.
- Por qué... primero que nada, la más grande gritó "tú no eres mi hermana", y una hermana enojada puede gritar eso. Segundo, porque se parecen ¿No es suficiente para saber que son hermanas?
- Podrían ser hermanastras. - Dijo Alicia. - Si bien una hermana molesta es capaz de gritar eso y más cosas que lastiman y si bien se parecen físicamente, no significa que sean hermanas. Ese "tú no eres mi hermana", también podría interpretarse como que son hermanastras y están molestas, una con la otra; y alguien molesto grita sus verdades a los otros.
- Podría ser. - Dijo Enrique.Así, el tren, volvió a seguir su camino. Durante varios minutos nadie emitió palabra alguna ¿Qué aventuras esperaban en el viaje en tren hacia París? Alicia solo observaba por la ventana del tren; a la par de ella estaba Enrique, y un asiento delante de Alicia, estaba Patricia.
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El Espejo mágico de París.
CasualeAlicia... ¡Ay, Alicia! Tan fría como el hielo, tan sola, tan triste ¿Por qué eres así, Alicia? Alicia siempre ha sido así; menosprecia a la chica del espejo y a la misma que mira en el reflejo de su ventana ¿Quién es esa chica? Muchos sienten curio...