El Espejo mágico de París.

Capítulo 11: Paradero desconocido.

Mientras tanto... en un algún lugar del planeta... o eso esperaba Alicia. La pobre y frívola chica yacía en algún lugar desconocido con poca luz y muchos cuadros tirados en el piso. ¿Dónde diablos se hallaba esta chica? "¡Ah sí, el sótano!", pensó Alicia. Ella se levantó de donde parecía haberse quedado dormida para subir las gradas que harían que saliera del "sótano". Si... claro... el sótano.

- ¿Dónde se supone que estoy? -Se cuestionó Alicia al observar un nada parecido al palacio de su nuevo "amigo", hogar.
- ¿Quién se supone que eres y qué se supone que haces acá niña? -Preguntó una mujer de tez blanca, pelo negro y unos hermosos ojos azules.

- Disculpe... ¿Podría decirme dónde está Alexander? - Preguntó Alicia, pensando que esta mujer debía ser alguien perteneciente al palacio.
- ¿Y quién se supone que es ese tal Alexander?

"Bromea ¿Verdad? No me puede tomar el pelo de esta forma", dijo para sí misma Alicia. "Quizás lo conozca por su otro nombre... ¡Diablos! ¿Pero cuál sería su otro nombre?".

- El chico D'Antuan... ya sabe. - Dijo Alicia algo extrañada por la actitud de la mujer.
- ¿Ah? Perdona niña. No hay nadie que se llame Alexander, o apellide D'Antuan en esta humilde casa de Inglaterra. - Respondió la dama con tanta tranquilidad.

"¡Paren todo por un momento! ¿¡Inglaterra!? ¡Pero esta señora debe estar loca!", grito para sus adentros Alicia. ¿Cómo podía haber llegado de Francia a Inglaterra? Nada tenía lógica, ciertamente.

*22 de Febrero de 2012, París, Francia. 17:43 p.m.*

- ¿¡Dónde diablos se pudo haber metido!? - Grito un, anteriormente muy tranquilo, Enrique. - ¡Si solo es un Palacio! ¡No una ciudad entera!
- Quizás juega a las escondidas. -Respondió Patricia, menos preocupada que de costumbre.
- ¿Cómo puedes estar tan tranquila mientras tu hermanastra no está? - Preguntó Alexander.
- ¿Será por qué ya la conozco de casi toda la vida y sé que adora estar sola?
- Pero no creo que por mucho tiempo... ¿O si lo ha hecho? - Preguntó Enrique.
- Bueno no. Pero considerando que este lugar es nuevo para todos, puede que simplemente explore el lugar.
- No puedo creer que siendo tan histérica antes, ahora estés tan relajada diciendo eso. - Dijo Enrique.

Mientras ellos buscaban por casi todo el Palacio a una extrañamente extraviada Alicia, ella intentaba atar cabos en el lugar en que milagrosamente se encontraba.

*22 de Febrero de 2012, Londres, Inglaterra. 18:12 p.m.*

- Señora... disculpe yo... - Dijo Alicia, antes de ser interrumpida.
- Tranquila niña. Yo puedo hacer que regreses a casa. ¿Tienes algún problema de memoria?
- Señora... yo no creo que eso sea posible. - Dijo Alicia. Ocultando el hecho de que se había ofendido con lo último que dijo la señora.
- ¿Perder la memoria? Yo sí creo que sea posible.

"Dios, que señora tan... diré que insoportable, para no ofender", pensó Alicia.

- Me refería a que... pueda ayudarme a regresar a casa. - Dijo Alicia.
- ¿Por qué? ¿Dónde vives?
- Pues en teoría... vivo... vivía en Marsella.
- ¿Vivías? ¿Te echaron de casa? ¡Cómo pueden hacerle eso a una niña!
- ¡No, no me refería a eso señora!
- ¿Entonces a qué? Niña, podrías tratar de ser un poco más clara al hablar.

"Respira hondo... no hagas nada estúpido... ¡Si tan solo me dejará hablar, señora!"

- Pero bueno... ¿Y cómo te llamas entonces?
- Yo... ah... me llamo Alicia.
- Esa información no es de mucha ayuda. ¿Y tú apellido?
- Bellerose...
- ¿Ah? - La señora se quedó estática ante la respuesta de Alicia... cosa que intrigaba a Alicia, claro.
- ¿Sucede algo, señora?
- Pe... pero... ¿¡Qué haces tú hasta acá!? ¡Deberías estar a salvo en Marsella! ¡Rebeca me dijo que...! - Acto seguido la señora se tapó la boca por algo que al parecer no debía decir.
- ¿Rebeca? ¿Conoce a mi madrastra? ¿Quién es... usted?
- Alicia... yo... ¿Encontraste el Espejo?
- No desvíe el tema señ... ¿Cómo es que usted sabe del espejo que halle en el sótano?
- Mi niña...
- Espere... - Alicia se detuvo a pensar que diría a continuación. - ¿Mamá?
- Tú deberías estar en Marsella... a salvo...
- ¿De quién? - Dijo Alicia. - Hace unos días entraron a la casa solo a hacer desastres. Rebeca ya no está y tratamos de encontrarla, pero fue en vano. Terminamos en París, sin embargo, baje en la parada que no era y por ende me perdí y nunca llegamos a nuestro destino... ¿De qué se supone que debo estar a salvo?
- Hija... lo lamento tanto, en serio. Lamento haberte dejado y...
- No es momento Mónica. - Eso le dolió como no tienen idea a la recién aparecida Madre de Alicia. - ¿Por qué aparecí acá y deje París como si nada?
- Está bien. - Suspiró Mónica. - Ese espejo tiene un poder extraño. A simple vista parece inútil, pero es necesario para... muchas cosas. No creas que solo te tele transporta a un lugar indefinido. Este espejo puede reflejar el alma de la gente, aunque ellos no estén conscientes de lo que su alma oculta. ¿De quién debes estar a salvo? De un ex-amigo mío... le di mucha confianza... pero él solo quería el collar que traes contigo... - Alicia había olvidado por completo ese collar. - ese collar no solo es muy valioso monetariamente, también va en juego con el espejo. Se bien que te has dado cuenta que en el espejo hay un espacio vacío... en donde va la gema que tiene el collar.
- Entonces ¿Él... quiere evitar que juntarás el espejo y la gema, o algo así?
- Algo así... Él es demasiado ingenuo... así que le invente que le daría la gema... si se alejaba de ti. Me llevo hasta España, al descubrir que no tenía la gema enfureció... y... yo logré escapar. Si nunca volví fue por temor a que me logrará seguir. Creo que se enteró de que tú tenías la gema... y quizás tomo a Rebeca como algún tipo de trueque. En París deberías estar a salvo...
- ¿Él no sabe del espejo, verdad?
- No... no sabe.
- ¿Y si uno la gema al espejo?
- No lo sé... yo nunca halle el espejo.
- Pero yo sí. ¿Sería algo malo u algo bueno? ¿Quizás así logre detenerlo?
- ¿Detenerlo?
- Te lo explicaré algún día, Mónica.