Capítulo 2: ¿Dónde está Rebeca?

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*21 de Febrero de 2012, Marsella, Francia. 15:23 p.m.*

Alicia bajaba las escaleras observando ese collar que nunca usaba, mientras no veía su camino. Su hermano le grito "¡Alicia, cuidado!", pero está no prestaba atención a las palabras de su hermana. En ese momento, en la última grada de la escalera, Alicia volvió a sus cinco sentidos, mientras caía torpemente y unos brazos la sujetaban para que Alicia no impactará contra el suelo... era Enrique.

- Gracias... - Dijo Alicia.
- No es nada, solo presta más atención mientras bajes por las escaleras.
- Lo siento... - Respondió ella.
- No te disculpes con nosotros. Discúlpate contigo misma. - Dijo Enrique sonriendo.
- ¿Conmigo? ¿Por qué?
- Por no cuidar tú propio camino. - Dijo Enrique a Alicia, mientras ella se acomodaba el pelo... solo un poco.

Hubo un pequeño silencio incomodo en la sala mientras los tres se miraban uno... al otro.

- ¿Dónde estará mamá? - Dijo Patricia.
- Rebeca no dejo ninguna nota... no sé dónde podría estar.
- Ya lleva mucho tiempo afuera... mamá no sale sin antes avisarnos. Esto es muy raro.
- ¿Quién es Rebeca? - Dijo Enrique... muy confundido por la situación que observaba y la inquietud en ambas... poco notoria en Alicia, pero que estaba presente.
- Rebeca es nuestra madre. - Dijo Patricia.
- ¿Y por qué no le llamas mamá o madre? - Pregunto Enrique, dirigiéndose a Alicia.
- No te lo diré... - Dijo... aún más fría que de costumbre.

Ese día andaba mal. Enrique ayudo a Patricia y Alicia a buscar a su madre por la casa. "A lo mejor se quedó dormida en el sótano o cualquier otra parte de la casa", pensaba Patricia, con mucha preocupación.

El tiempo pasaba y pasaba, y ninguno de los tres hallo señal de vida por parte de Rebeca.

- Esto es muy raro. Rebeca no aparece y ya es muy tarde. - Dijo Alicia con la poca preocupación que mostraba, pero que en realidad le preocupaba mucho.
- ¡Oigan! - Grito Enrique desde una de las habitaciones del segundo piso.
- ¿Qué? - Dijo Alicia mientras se dirigían a la habitación de Rebeca.
- Creo que esto les puede ayudar de algo. - Dijo Enrique mostrando lo que parecía un joyero roto y un collar.
- ¿Y cómo podría ayudarnos esto? - Dijo Patricia.
- No sé. Quizás quisieron robar la casa mientras su madre estaba aquí, ella descubrió a los ladrones y algo más sucedió. - Dijo Enrique.
- ¿¡Tú crees!? - Grito Patricia aumentando casa segundo su preocupación.
- No lo creo. - Dijo Alicia - Ese collar es el único que tiene un alto valor monetario. Las demás joyas de Rebeca eran de fantasía o de plata pero de poco valor.
- ¿Entonces? - Pregunto Patricia - ¿Dónde está mamá? ¿Qué harían con collares de fantasía y sin llevarse uno que si vale?
- No lo sé. Pero esto no fue un robo... - Dijo Alicia.
- ¿Entonces...? ¿Un secuestro? - Dijo Enrique.
- No... no puede ser eso. No lo es. Aquí hay algo más. - Dijo Patricia, hiperventilándose.
- No lo creo. Habrían dejado una nota en alguna parte. - Dijo Alicia.
- Mamá... mamá... - Decía Patricia.
- Tranquila Patricia, encontraremos a Rebeca y el culpable de este desastre. -Dijo Alicia.
- Dile mamá... es nuestra madre, no le digas Rebeca.
- Es tu mamá... es mi madrastra. - Dijo Alicia con frialdad y con una tristeza en sus ojos más evidente que de costumbre.
- No es cierto... es madre de ambas... y...
- Y nada. Es tu madre, no la mía. No somos hermanas de sangre. - Dijo Alicia interrumpiendo a su "hermana"- Eso era una mentira que Rebeca siempre guardo para sí misma.
- ¿Entonces como lo sabes tú? - Pregunto a Alicia- ¿Simple lógica? No lo creo.
- Es algo evidente... eres mayor que yo por meses... no por años. - Dijo Alicia- Además... yo siempre lo supe. Lo supe desde pequeña. Si nunca te mencione nada fue porque era algo tonto decírtelo... nunca me creerías y pensarías que te odio.
- Chicas... no es momento de discutir eso. Hay una madre perdida y debemos hallarla. Dijo Enrique.
- ¿Debemos? - Dijo Alicia.
- Si... debemos. Ya me involucre en esto. No voy a dejarlas solas en algo tan grave como una desaparición de una persona.
- No es necesario que nos ayudes... no es problema tuyo. Es nuestro. - Dijo Patricia.
- No lo haré. No las dejaré solas.

Los tres siguieron buscando alguna pista de lo sucedido con Rebeca ese día. Las horas pasaron y ya eran las 9 de la noche.
- ¿No piensas irte a tu casa? - Dijo Alicia.
- Mis padres no están en casa y no tengo hermanos. No creo que suceda algo estando solo en casa.
- ¿Solo? ¿Nadie te cuida mientras tus padres no están en casa? - Pregunto Patricia.
- Nadie. No tengo más familia que mis padres. Además... ya estoy grande.

Alicia seguía con el collar que nunca usaba en la mano, mientras buscaban alguna pista del por qué Rebeca no regresaba a casa. Las horas pasaron y eran las 11 de la noche. Los tres estaban cansados. Patricia se puso a improvisar una cena para los tres, Enrique seguía buscando y Alicia, como cosa rara, salió de la casa y fue a observar el reflejo de la luna en el río que estaba cerca de su casa.

"¿Por qué este día es raro? ¿Por qué Rebeca no aparece? ¿Por qué solo sacaron y dejaron tirado el único collar que vale algo?" Preguntaba Alicia a la luna, al cielo y al río... "¿Por qué?".

- Porque así lo quiso el destino. - Dijo Enrique mientras se colocaba al lado de Alicia.
- ¿Cuánto llevas ahí?
- Lo suficiente como para notar que tu preocupación por tu madrastra es la misma que la de Patricia.
- Solo tú notas emoción alguna en mí. Según mi "hermana", Rebeca no me preocupa para nada.
- Es fácil notar emoción alguna en ti... al menos para mí lo es. - Dijo Enrique sonriendo - Pero... hay algo que no me queda claro.
- ¿Por qué yo sabía que Rebeca no es mi verdadera madre?
- Si.
- Pues... -Dijo Alicia sacando el collar que nunca usaba de su bolsillo del suéter- porque este collar era de mi madre verdadera. Yo vi cuando ella se fue de mi lado.
- ¿Por qué Patricia no lo sabía?
- Porque Rebeca me encontró... me llevo a casa y me trato como su hija. Esperaba que yo nunca me acordará que no es mi verdadera madre y que Patricia nunca preguntará por qué aparecí de la nada y ahora era su hermana.
- Por lo que dices solo acertó con tu hermana... pero tú nunca olvidaste a tu verdadera madre. Pero...
- Te preguntarás qué pasó con mi madre ¿No?
- Si... ¿Murió?
- No. Se fue de mi lado.
- ¿Cómo?
- Tuvo que irse sin mí. Por mi bien.
- ¿Tienes padre?
- No. Él si murió... días antes de que mamá me dejará sola.
- No creo que por el bien de una hija, una madre la deje sola.
- Yo sí. Recuerdo que ella me lo dijo.
- ¿Y cómo era ella?
- Hermosa, amable, todas las cualidades para una mujer perfecta. Aunque nadie en el mundo sea perfecto... ella era casi perfecta.
- ¿Era tan hermosa como tú?
- Yo no soy hermosa.
- Si lo eres.
- No lo soy. No discutiré sobre eso.
- Está bien, pero volvamos adentro.
- Si... mejor. -Dijo Alicia adelantándose para entrar a la casa.
- Si eres hermosa... -Susurró para sí mismo, Enrique.

Ambos entraron en la casa, donde Patricia ya había servido la comida. Patricia no sabía mucho de comida, pero logró preparar huevos revueltos y un poco de frijol de lata. Tostó unos panes y los coloco en un canastito en la mesa.

¿Dónde estaba Rebeca? ¿Por qué se fue? ¿Por qué no aparece? Ese día era cada vez más raro.

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