Capítulo 3: Número equivocado

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La cena improvisada por Patricia transcurrió en un muy incómodo silencio que nadie, ni siquiera Alicia que solía hablar con frialdad, decía algo. Sin la presencia de Rebeca en la casa, tanto Alicia como Patricia no querían hablar. Al final de la cena, fue el único momento donde uno de ellos se dignó a hablar.

- ¿Y qué piensan hacer al respecto? - Preguntó Enrique.
- No lo sé. No tengo ni una sola idea... ni una. - Dijo Patricia a punto de llorar.
- No lo hagas. No llores. - Dijo Alicia.
- Para ti es fácil decirlo... tu nunca la viste como una madre.
- No digas cosas que no sabes, Patricia. Te digo que no llores porque debes ser fuerte... si no lo eres por ti, hazlo por Rebeca. Rebeca no quisiera que llorarás por ella, quisiera que hallarás una forma para saber que paso y resolver el problema. No llorar por el problema. Es triste, lo sé. Pero debes mantenerte firme. No llores. La hallaremos. - Dijo Alicia.
- Tienes razón... pero...
- Ya sé que llorar no es malo, pero no lo hagas. No ahora.
- Está bien. - Respondió Patricia.
- Entonces... quizás haya un lugar que no hemos revisado.
- No lo creo...

Alicia se vio interrumpida por el sonido del teléfono de la casa. Ella no quería ir a contestar, no en un momento como este, pero el teléfono era muy insistente que no vio otra alternativa que contestar a esa llamada.

- Halo ¿Quién habla? - Dijo Alicia.
- Alguien... alguien que puede solucionar tus dudas.
- No estoy de bromas ahora. - Dijo Alicia colgando el teléfono.

Tanto Patricia como Enrique la miraban, curiosos de saber quién era la persona del teléfono.

- ¿Quién era? - Preguntó Enrique.
- Número equivocado... o un simple bromista. - Respondió Alicia.

El teléfono volvió a sonar, pero esta vez, Patricia contesto el teléfono.

- Halo, Patricia al habla. - Dijo Patricia.
- Así que tú eres la hermanastra de la otra chica que respondió.
- ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe que tengo una hermana?
- Hermanastra, Patricia, tu hermanastra.
- Responda... ¿Quién es usted? - Dijo Patricia un poco molesta.
- ¿Dónde está Rebeca? Espera... si yo sé dónde. - Dijo este último soltando una carcajada malévola.
- ¿Quién es usted? ¿Qué diablos sabe de mi madre? ¡Responda!

Alicia colgó el teléfono por Patricia... o mejor dicho, le arrebato el teléfono y colgó este para terminar esa terrorífica conversación.

- ¿¡Por qué hiciste eso!? - Preguntó... no, gritó Patricia.
- ¿No te das cuenta? Si sabe dónde está Rebeca, sabe dónde estamos nosotros. Decir algo acerca de Rebeca solo confirma para él que estamos buscándola y no debe saber que la buscamos, porque si lo sabe podría llevársela de nuevo a otro lugar y ponernos en una trampa a nosotros.
- Alicia tiene razón. Es demasiado peligroso actuar sin meditar. Necesitamos un plan. - Dijo Enrique.

El teléfono volvió a sonar y antes de que Patricia hiciera algo que no debía, Enrique sujeto a Patricia dándole un tipo de "abrazo", mientras Alicia corría a desconectar el teléfono y hacer parar ese sonido infernal. Pero... el teléfono de Alicia sonó.

- ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
- A ustedes... o mejor dicho... a ti.
- No dejaré que le hagas daño a ninguna de ellas dos ¿Oíste? - Enrique le arrebató el teléfono a Alicia y respondió por ella.
- ¿Quién eres tú? A ti, sin duda alguna, no te conozco.
- Alguien que no dejará que les hagas daño, idiota. - Dijo Enrique colgando el teléfono.
- Hiciste bien en no decir tu nombre. - Dijo Alicia.
- Lo sé ¿Tienes algún plan?
- Rastrear al propietario del número telefónico. Tengo el número en el historial de llamadas, por lo tanto podemos averiguar a quién pertenece este número.
- ¿Y no crees que el pensará en eso también? Podría cambiar el número o algo así. - Dijo Patricia
- Tienes razón. Es mejor seguir pensando y revisando la casa. - Dijo Enrique.

Los tres volvieron a buscar algo, alguna pequeña pista, un pequeño mensaje, cualquier cosa que los ayudase; pero seguirían la búsqueda en la mañana... ya era demasiado tarde, estaban cansados de tanto buscar, y la mezcla de emociones que sentían no era de mucha ayuda. Temor, ansiedad, curiosidad, intriga y demás emociones intranquilas invadían a los tres.

*22 de Febrero de 2012, Marsella, Francia. 06:21 a.m. *

Alicia fue la primera en levantarse... ese día definitivamente no iría a la escuela. Las emociones no la dejarían concentrarse en clase... aunque no estaba segura de sí Enrique y Patricia irían; añadiendo que la hora que era no le daba tiempo de hacer todo lo que acostumbraban y llegar puntuales a la institución.

Alicia se dirigió al piso de abajo y salió al patio trasero por la puerta de la cocina, se recostó sobre el barandal y pensó en todo lo ocurrido ayer. Esa noche había dormido Enrique ahí, en el cuarto de Rebeca, mientras Alicia y Patricia durmieron en sus respectivos cuartos.

"No podemos... simplemente no podemos ir... no hoy", decía Alicia.

Alicia decidió entrar a la cocina y mostrar uno de tantos talentos ocultos que tenía... cocinar. Nunca había cocinado para alguien que no fuera ella o la maestra de la clase de hogar. No iba a hacer mucho... no iba a demostrar que tanto sabía sobre cocina... era un desayuno ¿Qué tanto puede hacer para un desayuno?

Alicia preparó huevos revueltos, panqueques, jugo de naranja y tostó pan para acompañar. Sirvió los panqueques con miel de maple y un poquito de mantequilla arriba, hizo los huevos revueltos con un poco de jamón, puso el pan en una canastilla y colocó un pequeño frasquito con salsa de tomate natural y una cucharita para que cada quién se sirviera a gusto, si querían, con los huevos. Colocó un cuchillo a la izquierda del plato dónde estaban los panqueques y el huevo, y un tenedor a la derecha. Parecía como si se tratase de un restaurante.

Al parecer el olor había despertado a Patricia, su "hermana" y a Enrique... su... ¿Amigo? ¿Compañero? A estas instancias Alicia solo lo recuerda como el chico de Génesis de Alexandria que se atrevió a hablarle.

- ¿Qué es eso? ¿Quién está ahí? ¿Mamá? - Decía Patricia mientras bajaba las escaleras.
- Lo dudo mucho... quizás sea Alicia. - Le dijo Enrique, mientras bajaban.
- ¿Mi hermana? Ella nunca cocina. Si yo no sé nada de cocina quizás ella sepa menos que yo.
- No creo que tu madre haya regresado. Te aseguro que fue Alicia.

Patricia y Enrique entraron a la cocina... dónde encontraron a Alicia sentada en la mesa, esperando a que ellos llegaran.

- Te lo dije. Fue ella. - Dijo de manera un tanto burlona Enrique, dirigiéndose a Patricia.
- Buenos días... - Dijo Alicia... bastante confundida.
- ¿Tú lo hiciste?
- Sí, yo lo hice Patricia.

Patricia y Enrique se sentaron en la mesa. Así iniciaron otro día... igual de raro que el anterior.

El Espejo mágico de París.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora