*22 de Febrero de 2012, Marsella, Francia. 06:53 a.m. *
El día apenas estaba iniciando. Viendo la hora que era, nadie fue al instituto, a pesar de que ninguno de los tres había faltado alguna vez a este.
Después de que Patricia y Enrique tomaran asiento, uno a cada lado de Alicia, Patricia empezó una conversación.
- ¿En serio fuiste tú la que cocino?
- ¿Si no fui yo, quién más?
- Mamá... quizás. - Dijo casi en un susurro Patricia.
- No. De Rebeca no hay señales.
- Pero... es que...
- ¿Qué?
- Tú nunca cocinaste nada. Ni cuando mamá nos dejaba solas. Yo iba a comprar comida.
- ¿Y?
- Si sabías cocinar ¿Por qué no lo hiciste?
- Nunca quise demostrarlo. Y viendo tú, casi nulo, conocimiento de cocina, decidí preparar el desayuno.
- ¿Debería ofenderme o agradecer?
- Solo no se acostumbren. Yo cocinaré hasta que encontremos a Rebeca.
- Pero... tú forma de servir parece la de un restaurante. - Dijo Enrique... hablando por primera vez desde que inició la conversación.
- Así aprendí en clase.
- Pareces una profesional. A pesar de que no es nada extravagante lo que cocinaste. - Dijo Enrique.
- No es para tanto.Patricia fue la primera en probar lo que Alicia había cocinado. Parecía que exageraba cuando dijo "¡Wao, que delicia!", pero no. Después de Patricia, Enrique exclamó lo mismo.
- Cocinas muy bien. - Dijo Enrique.
- Demasiado bien, diría yo. - Dijo Patricia.
- No exageren.
- Son solo huevos y panqueques pero saben delicioso ¿Haz considerado seguir una carrera en gastronomía? - Pregunto Enrique.
- No. Nunca.
- ¿Entonces qué carrera planeas seguir?
- No lo sé. No he pensado en ello.
- ¿Hablas en serio? Te recomiendo seguir gastronomía. Cocinas muy bien.
- Sin embargo yo le recomiendo dibujo o algo que involucre la creatividad. - Dijo Patricia.
- ¿Dibujas? - Pregunto Enrique.
- ¿Dibujar? ¡Pinta retratos! - Dijo Patricia... casi gritando.
- ¿Cómo lo sabes? - Dijo Alicia... con ese tono de frialdad que la caracteriza y que había estado "desaparecido" durante el día de ayer.
- ¿Crees que no he visto tu cuaderno de arte? ¡Son retratos fantásticos! - Dijo Patricia.
- ¿Cuaderno de arte? ¿El cuaderno azul con una mariposa que casi siempre carga a la hora de receso?
- ¡Si, ese!
- No soy tan buena... no exageren.
- ¿Exagerar? Tienes retratos casi idénticos de mamá, de la directora y hasta de mí.
- Quisiera ver ese cuaderno. - Dijo Enrique en una voz poco audible para ellas.
- Pero la mayoría de retratos son de una señora de pelo largo y hermosos ojos celestes... no sé quién sea, pero es hermosa.Enrique notó en Alicia un pequeño sentimiento de tristeza en su mirada cuando Patricia mencionó a aquella mujer hermosa. Patricia, sin embargo, no notó nada en ella; pero si en Enrique, ya que este miraba a Alicia con cara de preocupación.
- ¿Qué pasa Enrique?
- ¿Ah? Nada... no pasa nada.
- Haré como que te creo.
- Provecho... - Dijo Alicia.
- Igualmente. Provecho chicos. - Dijo Patricia.
- Provecho... - Dijo Enrique, de forma casi inconsciente, mientras aún observaba a Alicia.
- Yo lavó los platos. - Dijo Alicia.
- No. Nada de eso. Yo los lavó. Tú cocinaste, es justo que sea yo quién los lave. - Dijo Patricia.
- Bien. - Dijo Alicia saliendo de la casa, camino al pequeño río.Enrique siguió a Alicia hasta aquel pequeño río, y se colocó a la derecha de esta.
- Esa mujer... - Dijo Enrique - la del retrato... ¿Es tu madre, no?
- Si... es ella.
- Perdón por incomodarte.
- No te preocupes por eso.
- Igual pido disculpas.
- Mejor concentrémonos en hallar a Rebeca. Debe haber algo en la casa.
- Entonces busquemos. - Dijo Enrique, sonriendo.Ambos entraron a la casa justo cuando Patricia salía de la cocina, secándose las manos.
- ¿Y bien? ¿Qué hacemos? - Pregunto Patricia.
- Seguir buscando.Alicia estaba a punto de ir a la parte de arriba de la casa, cuando vio el joyero de Rebeca que habían roto y una pequeña esquina blanca, por lo que dejo de subir y se acercó al joyero. Agarró el joyero y vio dentro de él un sobre... un sobre que nadie noto el día anterior. "¿Qué hace esto aquí?", se dijo a sí misma Alicia.
- Oigan... vengan. - Dijo Alicia.
- ¿Qué sucede? - Pregunto Enrique.
- Esto. - Dijo Alicia, entregándole el sobre.
- ¿Dónde estaba? - Pregunto Enrique.
- ¿Qué es eso? - Pregunto Patricia.
- Un sobre. - Dijo Enrique sonriendo.
- No es momento, Enrique.
- Lo siento. - Dijo riendo un poco- ¿Dónde estaba?
- En el joyero."De Mónica Bellerose, Para Rebeca Curie"... leyó Enrique para sí mismo.
- ¿Quién es Mónica? - Preguntó él.
- No lo sé. Mamá nunca menciono nada de ella. - Respondió Patricia.
- Es mi madre. - Respondió Alicia.
- ¿Perdón? ¿¡Tu madre!? - Dijo Patricia.
- Pero... ¿Segura? - Pregunto Enrique.
- ¿Es Mónica Bellerose? - Pregunto Alicia.
- Si... es ella. - Respondió Enrique... muy sorprendido.
- ¿Qué fecha tiene? - Pregunto Alicia.
- Déjame ver. - Respondió Enrique, viendo el sobre- ¿¡Qué!?
- ¿Qué sucede? ¿De cuándo es? - Pregunto Patricia.
- De ayer... es de ayer.
- ¿Ah? ¿En serio? - Dijo Alicia.
- Mira. - Dice Enrique, pasándole el sobre a Alicia.¿Qué hay en el sobre? Dos cartas... de fechas distintas. Una recién llegada, en el sobre de fecha 21 de febrero de 2012, y tres boletos de tren; y otra más antigua... bastante antigua, con fecha 13 de enero de 2006, con un notable mal estado y con diseño de hace varios años.
¿Qué dice la carta más antigua? Bueno...
"13/01/2006, Marsella, Francia.
Para: Rebeca Curie
Querida Rebeca, lamento haber desaparecido por mucho tiempo y no haberte informado nada sobre el porqué de ello. Quisiera preguntarte tantas cosas amiga... pero el fin de esta carta, no es saludar.
Quiero pedirte un favor... un favor muy grande. Mi hija, Alicia, corre peligro. Quiero que la cuides, por mí... que la veas crecer, por mí. Yo deberé irme si no quiero que le hagan daño. Me iré de su lado, únicamente por su bien; aunque me pierda momentos especiales en su vida. No puedo ir a dejarla directamente contigo... pero la dejaré en el lugar donde nos conocimos. Recógela ahí... y no le digas nada del porqué la llevas contigo o si nos conocemos. Te lo pido.Atentamente, Mónica.
Tu amiga."Las lágrimas a ese punto fueron inevitables para Enrique y Patricia; quizás más notables y escandalosas para Patricia... pero ¿Y para Alicia? La carta decía una parte del porqué, su mamá, la dejó y se fue de su lado... porque corre peligro... pero ¿De qué?
La segunda carta traía consigo tres boletos de tren. Tres boletos hacia París. Definitivamente sería un viaje muy largo.
Alicia no lloraba... no lo haría. Anteriormente le dijo a Patricia que debía ser fuerte, por Rebeca; y ahora ella lo sería... por su madre.
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El Espejo mágico de París.
CasualeAlicia... ¡Ay, Alicia! Tan fría como el hielo, tan sola, tan triste ¿Por qué eres así, Alicia? Alicia siempre ha sido así; menosprecia a la chica del espejo y a la misma que mira en el reflejo de su ventana ¿Quién es esa chica? Muchos sienten curio...