Capítulo 3: ¿Qué está pasando conmigo?

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Perdón, perdón, perdón, perdón!

Como les dije anteriormente, soy muy perfeccionista con las cosas que escribo, así que terminar el capítulo me llevó considerablemente más tiempo del que creía. Pero bueno! Finalmente conseguí poner en palabras exactamente lo que quería.

Vuelvo a agradecer a todas y todos los que dejaron comentarios, votos y mensajes. Sepan que son mi inspiración para seguir continuando esta historia y si quieren que siga escribiendo sólo tienen que hacermelo saber.

Como siempre: si hay algo que no entienden de la historia o alguna expresión de los personajes siéntanse libres de preguntarme. Si tienen alguna sugerencia también es bienvenida.

El capi quedó un poco más largo que los anteriores pero supongo que eso no les molesta, jeje.

Sin más, disfruten!

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Capítulo 3: ¿Qué está pasando conmigo?

  “Mi cabeza parece un laberinto lleno de recovecos con incertidumbres, y en algún lugar yace la salida detrás de una camuflada certeza.”

Edward Pov:

 De lo primero que fui consiente era del fuerte dolor de cabeza que me invadía de un costado a otro mi sien. Abrí ligeramente los ojos y los cerré rápidamente cuando la luz me intensificó la jaqueca un cien por ciento. Repetí la acción un par de veces más para acostumbrarme a la claridad y miré a mí alrededor tratando de ubicarme. Emma estaba a unos cuantos metros de distancia apoyada con la espalda contra un árbol, por lo que veía, desmayada. Leah estaba abrazada a Sam en un parche de pasto al lado del camino. Los otros no estaban a la vista. Seguramente habían despertado antes y se habían ido calladamente tratando de no levantar sospechas de los demás lugareños. Aparentemente estaba mal visto la vagancia en lugares públicos y el uso de drogas ilícitas.

Me levanté algo tambaleante y fui hacia donde estaba Emma.

- Emma… Emma… ¡Emma! – la sacudí al final, perdiendo la poca paciencia que tenía gracias a la jaqueca.

Ésta abrió los ojos y me miró confusa por unos segundos, después miró a su alrededor y soltó un gemido agarrándose la cabeza.

- ¿Qué mierda…? ¿Dónde estamos?

- Seguimos en los acantilados – le respondí ayudándola a levantarse.

- ¿Qué carajo hicimos anoche?

- Lo que debes preguntarte es si, de hecho, fue anoche… te responderé lo tuyo en cuanto averigüe qué hora y, más importante, qué día es hoy.

Fuimos a mi camioneta y nos subimos con algo de dificultad. Arranqué y giré en U siguiendo el camino hacia la ruta que conducía a Forks. Gracias a dios que no había llovido en quién sabe todo el tiempo que estuvimos ahí tirados. Suspiré masajeándome con los dedos la frente tratando de aliviar un poco el dolor. La resaca me estaba quitando la voluntad de vivir. Emma se movió al lado mío y me volteé a observar lo que hacía. Estaba rebuscando algo en sus bolsillos. Sacó su celular del bolsillo trasero y deslizó su dedo por la pantalla, desbloqueándolo. Siseó audiblemente.

- ¡Mierda!, catorce llamadas perdidas de mi madre.

- ¿Qué hora es?

- Cuatro y media de la tarde… martes – respondió tirando el celular en el asiento entre nosotros. – Nos perdimos las clases de hoy.

- La que nos espera – dije pisando el acelerador, enviando la camioneta hacia adelante con más fuerza.

- Mi madre va a querer castrarme cuando se entere.

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