Capítulo 11: Intimidad musical (o "Una cama ajena")

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Lo sé, lo sé, me ausente mucho tiempo pero les traje un capi enorme como recompenza :)

Gracías a CarlaBernengo, CaterinaCullen2000, Joan0324 y a MarcelaCastellonItur por comentar el capi anterior :) Les agradesco de corazón!

Como prometí: El primer beso para que lo lean.

Disfruten!

**Este capítulo está dedicado a todxs lxs que comentaron, votaron y siguen la historia**

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Capítulo 11: Intimidad musical

(o “Una cama ajena”)

 “Una cosa buena sobre la música, cuando te golpea no sientes dolor.” – Bob Marley.

 Me desperté con una vaga sensación de desorientación. No abrí mis ojos para comprobarlo, pero podía sentir la textura de las sábanas de la cama en la que estaba tendido boca abajo. No eran mis sábanas ni por asomo, no tenían olor a tabaco ni a mi colonia, y las sentía algo así como… femeninas. Fruncí el ceño y rápidamente lo suavicé, si había alguien conmigo no quería dar indicios de que estaba consciente ni entrando en la consciencia.

No tenía idea de qué hora era, pero retraje mis pasos en el día –aunque tampoco tuviera idea de qué día era–, tratando de discernir en dónde se me había perdido la película.

Anoche habíamos cenado con mi hermano, había estado a la mañana con Jenna, me dio unas pastillas para la resaca –creo– y me fui a casa de Charlie para ducharme.

Charlie… ahora iba recordando. Mi padre, pensé el término despectivamente, había destruido la casa en medio de uno de sus berrinches de borrachera, lo que me había puesto de mal humor antes de que siquiera empezara el día.

Luego la escuela, la charla con Bella Cullen, saltar las clases de la tarde, y después… ah, eso… Recordaba haber salido del aparcamiento de la escuela a toda velocidad para ir a la casa de Ale y conseguir droga… Tenía lagunas, no recordaba haber llegado a la casa de la vendedora pero todo indicaba que lo había hecho.

Qué estúpido había sido, ¡llevaba más de dos años limpio!... bueno, limpio de heroína… ¡Pero igual! ¡Qué idiota que era! ¿En serio era tan débil como para que una estúpida frase me mandara en un espiral hacia la perdición? ¿Lo suficiente como para usar de nuevo, después de lo mucho que me había costado volver de eso, después de todo el sufrimiento que le había causado a mi hermana?

Quizás me venía sintiendo mal desde hace rato y me había estado mintiendo todo este tiempo… Antes había bastado con una familia disfuncional, y ahora le había agregado Irak, tortura y demás mierdas… así que sí, quizás me la había buscado yo solito.

Bueno, al menos había resuelto el misterio de por qué había despertado en una cama ajena.

Se me escapó una mueca al darme cuenta de algo. ¿Cómo había pagado por la droga? ¿Así? ¿Con sexo? Vagamente mi cerebro registró que estaba completamente vestido, pero eso no descartaba que no hubiera dejado que alguien se aprovechara de mi necesidad por una dosis. Después de todo, Alejandra, la única vendedora de heroína de “la buena” en Forks, aceptaba muy convenientemente ese tipo de pago cuando no tenías un mango encima. Ella era lo que se llamaba un camello; vendía poco pero fuerte.

Me embargó una urgencia de huir de ese lugar, de gritar, de llorar, de pegarle patadas y piñas a todo y todos a cuanto tuviera en mi camino… pero sobre todo de ponerme a vomitar el contenido de mi estómago vacío. No podía sentir más asco por mi persona en ese momento, a menos que entrara una vieja de cuarenta y tantos maquillada como puta y me preguntara si “la había pasado tan bien como ella”. Ese entraría en uno de mis top diez momentos humillantes y para cortarse las venas…

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