Capítulo 8: Momentos

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Hace mucho que no actualizaba, no?

Les pido mil disculpas por la tardanza!

Disfruten la lectura :)

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Capítulo 8: Momentos

 “Yo veo al futuro repetir el pasado”

 El silencio reinó durante unos tensos minutos. Sus labios estaban torcidos en una mueca de desagrado y sus cejas fruncidas en enojo. No iba dejar que se saliera con la suya en ésta. No, no se la iba a dejar así de fácil. Abrí mi insolente boca sin reparos.

–¿Ahora no vas a hablarme? –pregunté petulante, alzando las cejas con escepticismo.

Sutil nunca había sido mi segundo nombre.

Bella siguió manejando sin inmutarse pero pude ver como sus nudillos se volvían aún más blancos de lo que ya eran al apretar con fuerza el elegante volante forrado de cuero.

–Si no vamos a hablarnos al menos prende la radio o pon un poco de música. Los silencios rencorosos no son de mi agrado –dije tratando de conseguir algún tipo de respuesta.

Me ignoró completamente con la vista fija en la carretera al tomar una curva cerrada a una velocidad considerable. De acuerdo, ¿quieres jugar? Puedo pelear con el doble de fuerza y sarcasmo. Las conversaciones unilaterales eran una de mis tantas especialidades.

–Hermoso día, ¿no? –dije indiferentemente mientras miraba por la ventana–. Perfecto para los secretos y las confesiones veladas, ¿no crees? –la miré de refilón para ver su reacción. No hubo ninguna–. Con qué crees que me veo mejor: ¿traje y corbata o camisa con cuello abierto? Ya sabes, más casual –pregunté al azar cambiando de estrategia–. ¿Qué vino primero, el huevo o la gallina? –dije como último recurso luego de no tener respuesta alguna.

Era como sacar un tema de conversación con “así que… te gusta el pan, ¿no?”. Solamente quería una especie de respuesta, ¡que siquiera reconociera mi presencia, maldita sea!

Su rostro seguía crispado en una mezcla de indiferencia, enojo e irritación. Era la reina del hielo cuando quería. Me acordé de aquel día en biología y solté sin filtro lo primero que se me vino a la mente con ese recuerdo, sin pensar en las consecuencias.

–Sabes, pensé que la que realmente me odiaba de tu bizarra familia era la rubia, pero tú me sigues dando señales confusas.

Su expresión se cayó en ese momento. Me sentí mal por un segundo y quise patearme a mí mismo en la boca por causarle cuál sea el malestar que deliberadamente le había causado.

–No te odio… –dijo con ojos húmedos.

–¿Entonces por qué no me dices la verdad? –pregunté irritado.

–¡Es complicado! –exclamó repentinamente con fuego en los ojos mientras los volvía hacia los míos.

–¡No lo sería si tuvieras la mínima predisposición para decírmelo! –respondí con igual intensidad.

–¡Crees saberlo todo pero no es así!

–¡Ayúdame a entender entonces!

–¡Es complicado! –repitió apretando los dientes.

–¡Nada es tan complicado! –el tono de la conversación seguía escalando al igual que el velocímetro del auto.

–¡Pues esto lo es! ¡Si fueras inteligente, en vez de preguntar todas las preguntas que no deberías preguntar olvidarías todo esto y no te acercarías más! ¡Y eso es exactamente lo que debes hacer!

De Amor y Otras AdiccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora