Capítulo 9: Pesadillas

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Lamento mucho la demora con el capítulo pero aquí lo tienen :)

Agradezco a todxs lxs que dejaron comentarios, siguen la historia y votaron que le gusta!

Sin más, que lo disfruten:

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Capítulo 9: Pesadillas

 “Broken lines, across my mirror

Show my face, all red and bruised

And though I screamed and I screamed,

Well, no one came running

No I wasn’t saved, I wasn’t safe from you”

Under the water – The Pretty Reckless

 La mesa ratona estaba tirada de costado contra la pared al lado del televisor. Éste, a su vez, se sostenía precariamente a la pared en una posición ladeada hacia atrás, por lo que deducía, debido al golpe que había recibido de la pequeña mesita. El sofá estaba atascado en la puerta de la cocina, como si hubiesen querido sacarlo por ahí hasta la puerta de atrás y, por consiguiente, al patio. Botellas de bebidas blancas, basura y papeles de diferente índole cubrían el suelo del living.

Di dos pasos hacia adentro y me detuve para volver la cabeza atrás en repugnancia cuando el olor a vomito me golpeó de lleno en la cara. Mi estómago cayó a mis pies.

¿Es que nunca iba a acabar? me pregunté por dentro mientras respiraba por la boca con mis dientes apretados para adentrarme con cautela y hacer un recuento del daño infligido por Charlie en uno de sus no tan frecuentes “episodios”. La última vez que se había desquitado sobre la marcha con sus propias posesiones fue a la mañana siguiente de que Elisabeth se hubiera marchado silenciosamente por la ventana de mi habitación, dejándolo atrás con tres hijos no deseados.

¡Cuánto hubiera deseado que se lo llevara con ella!

Me asomé por encima del sofá a la cocina y observé que la mesa estaba tumbada con las patas hacia arriba en el rincón más alejado. Una silla estaba enganchada de una de sus patas al marco de la ventana rota que daba al patio.

Hice una mueca.

No sabía si quería saber qué fue lo que había hecho explotar a Charlie de esa manera. Arreglar todo esto iba a tomar tiempo e iba a costar caro, y ni hablar de contar con el sueldo de mi padre. Recorrí el resto de la planta baja y luego subí las escaleras evitando los escalones flojos para no hacer mucho ruido. Frené en el anteúltimo escalón cuando divisé a Charlie sentado contra la pared del pasillo frente a mi habitación, con las piernas estiradas y abiertas hacia los costados. Sostenía una botella de cerveza medio vacía con las dos manos en su regazo. Miraba fijamente la puerta de mi cuarto, sin inmutarse.

–Ey –lo llamé mientras me acercaba con cuidado.

Su cabeza giró bruscamente hacia mí, se bamboleaba adelante y atrás con el esfuerzo de mantenerla arriba. Tenía los ojos medio desorbitados a causa de su alto estado de ebriedad.

–¿Charlie? –intenté hacer que se concentrara–. ¿Qué pasó abajo? –pregunté con dureza. Hoy no tenía la más mínima paciencia para él.

Me di cuenta de que su mirada no estaba enfocada. No estaba en el presente. Difícilmente iba a llevarme a algún lado hablar con alguien que ni siquiera sabía dónde estaba parado… o más bien, despatarrado.

Pasé mis manos por mi pelo tironeándome las puntas con frustración. Abajo estaba hecho un desastre y dudaba que la mayoría de las cosas que habían quedado en el suelo fueran reutilizables. Me estaba inundando una sensación de malestar y el pecho empezó a dolerme. Me sentía a mí mismo ahogarme. Si no controlaba mi temperamento ahora mismo dudaba que nada terminara bien, si es que algo en mi vida pudiese terminar bien.

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