2. Seúl - Un año después

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Seúl – Un año después.

La segunda vez que captó su atención también fue una mirada rápida.

Hana se encontraba sentada al igual que la primera vez en aquella cafetería, observándolo de reojo e intentando que nadie lo notara. Pero esta vez ambos estaban en clase, y el timbre acababa de sonar indicando que el descanso para comer comenzaba.

—Bobby, vamos a la cafetería. ¿Quieres que te traigamos algo? —Como respuesta a sus amigos, Bobby le lanzó su cartera con una pequeña sonrisa, una sonrisa igual de falsa que todas.

—Lo de siempre, gracias.

Los estudiantes poco a poco abandonaban el salón de clase, pero Hana se había traído la comida de casa esta vez y no necesitaba ir a la cafetería a diferencia de todas sus amigas que llegarían de allí pronto. Bobby tampoco se movió de su sitio, y recostándose sobre la mesa para apoyar la cabeza sobre sus antebrazos se colocó los cascos que siempre llevaba encima. Hana creía que se pasaba todo el tiempo escuchando Hip Hop, mientras que ella la única música que escuchaba delante de la gente era Kpop y pop, justo lo que a sus amigas le gustaba aunque a la chica no le terminara de encantar.

Ella también terminó recostándose sobre la mesa, él cerró los ojos y ella aprovechó para mirarlo detenidamente desde su pupitre que estaba a unos cuantos sitios de distancia, se habían quedado solos en la sala.

Hana no paraba de preguntarse qué había pasado con él... Kim Jiwon, uno de los estudiantes más sobresalientes del instituto había repetido curso. Solo había sido una coincidencia que le hubiera tocado en la misma clase que Hana, a pesar de sus esfuerzos todavía no era cercana a él. Había podido comprobar que Bobby no era persona especialmente accesible a la hora de buscar nuevas amistades, aunque eso no quería decir que no fuera social, lo era y mucho. Pero el chico pasaba bastante de todas esas relaciones superficiales y Hana tenía la sensación de que él mismo apartaba a la gente de su lado.

Como hace un año él abrió los ojos y sus miradas coincidieron, pero a pesar de que la había pillado mirándolo esta vez no apartó la mirada instantáneamente. Por un momento todo su mundo tembló o esa fue la sensación que tuvo, no supo qué fue, quizás el chispazo que recibió al encontrarse con aquella mirada. Una mirada que la absorbía a algo más allá de lo que había conocido hasta ahora.

Decían que la mirada es el reflejo del alma.

Su alma estaba ardiendo.

Esa fue la primera vez que Hana se interesó realmente en conocer a una persona.

||

Durante el resto del día lo único que pasaba por su mente era ese chico llamado Bobby, no podía quitarse de encima ese instinto de protegerlo de todo. ¿Por qué se sentía así? Comenzaba a pensar que se había imaginado esa mirada, que no había sido real. Pero el escalofrío que sentía cada vez que lo recordaba sí lo era.

Quizás no terminaba de creérselo porque estaba acostumbrada a miradas perdidas, miradas que no corresponden a lo que realmente sienten las personas. Miradas que no esconden nada y que puedes verlas cada día, ligadas a la rutina a la que sus dueños están sometidos. La mirada de Jiwon escondía millones de secretos que Hana, por simple curiosidad, quería descubrir.

Las clases habían acabado y Hana se encontraba en el baño del instituto, estaba vacío, la mayoría de personas habían abandonado ya los salones y se habían ido a casa. Miraba su reflejo en el gran espejo del lugar, recorriendo con la mirada cada detalle de su aspecto.

Cabello largo, suave y liso perfectamente peinado, piel pálida y sin imperfección alguna gracias a los interminables productos de belleza que utilizaba en ella, rasgos indudablemente atractivos, labios pequeños y rojizos. El uniforme correctamente colocado, su falda parecía estar recién planchada al igual que su camisa, el lazo que adornaba su cuello también. Todo ello era el resultado de un esfuerzo constante.

Aunque a ella no le terminaba de gustar su aspecto, le parecía algo superficial, porque a decir verdad ese no era el estilo que le gustaba llevar.

Minutos después se vio a si misma delante del escritorio de Jiwon, aquél chico que había llamado su atención, y no por su popularidad como lo hizo hace un año, si no por su mirada. Era algo tonto, ¿no?

Una libreta de un color rojo intenso en la tablilla de su mesa llamó su atención al instante, al parecer se la había dejado en clase en un despiste. Hana miró a ambos lados antes de alargar la mano y sacarla de su escondite. En la portada roja y brillante, habían dibujados varios garabatos en la esquina superior derecha que la chica no supo adivinar qué representaban. Tomó aire antes de abrirla y mirar su interior.

Se encontró con la letra de Jiwon, como esperaba, pero le sorprendió saber que aquella libreta no era para los estudios. Si no una especie de diario, era lo que menos se esperaba. Bobby no parecía un chico que hiciera este tipo de cosas, le pegaban más los deportes, la música que estaba de moda y preocuparse por su popularidad... Como hacía Hana cada día. Pasó las páginas hasta llegar a la última escrita que casualmente se correspondía a la de ese mismo día.

Decidme cómo sobrevivir en un mundo que está cayendo.

Que lo único que han mantenido mis ojos abiertos han sido los colores que poco a poco se van destiñendo y la desesperación por seguir avanzando, impidiéndome mirar en blanco, negro y gris. Caen y me encuentro con millones de miradas quebradas, sonrisas torcidas y sueños tirados por el suelo; consigo captar los gritos silenciados de la gente, el rencor, el odio y la necesidad de otra oportunidad para demostrar que nunca más serán llamados decepción.

Decidme si veis un mundo vacío y-

—¿Siempre te dedicas a leer las cosas personales de otras personas?

Una voz masculina sonó a su espalda, haciendo que se sobresaltara. Desvió la mirada en busca del propietario de aquella voz, aunque ya sabía quién era, estaba acostumbrada a escucharla cada día en clase. En efecto, Jiwon se encontraba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados mientras la miraba con una expresión seria. No pudo evitar sonrojarse levemente al verse a sí misma sujetando su libreta, la había pillado completamente.

Dejó la libreta apresuradamente sobre el pupitre para al instante, inclinarse en una reverencia torpe y nerviosa a modo de disculpa.

—¡Perdón! De verdad, lo siento much-

—No importa. —Jiwon la cortó sin darle tiempo a terminar su disculpa.

Avanzó hasta ella para coger su libreta, sin apartar en ningún momento la mirada de la chica. Hana no podía averiguar lo que estaba pensando, el chico que menos quería que la viera en una situación así había aparecido, como si su vida se tratara de una simple broma.

—Me había olvidado la libreta en clase y he vuelto a por ella. Pensaba que no quedaba nadie en el edificio, pero me ha sorprendido encontrarte leyendo esto. —Explicó, mientras señalaba con un ligero gesto de cabeza su libreta.

—Lo siento...

—La culpa es mía por dejármela en un sitio como este. –Hana elevó la mirada hasta él al escucharlo con una pizca de esperanza, pues se había mantenido con la mirada gacha a causa de la vergüenza que le causaba aquella situación, pero esta se esfumó al notar que efectivamente, había un rastro de resentimiento en su expresión—. Un sitio lleno de gente sin vida que solo sabe cotillear en la de los demás.

Ella quiso decir algo, aunque fueran algunas palabras para protegerse de lo que acababa de decir, pero se hundió todavía más a comprobar que, Jiwon tenía razón. Quería desaparecer en ese mismo momento. Agarraba con fuerza su falda, estaba tan nerviosa y arrepentida, que hasta sus manos temblaban ligeramente, detalle que el chico no pasó por desapercibido. ¿Se había pasado con ella?

—Nos vemos mañana, Hana.

Y así, se quedó sola en un aula bañada en el tono cálido del atardecer. Con los ánimos por el suelo y completamente helada, helada porque la mirada de aquél chico había dado miedo por unos segundos.

Helada porque ese vacío que se hacía paso en su pecho y lo oprimía, lo había causado él. 



Tormenta || iKON || BobbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora