14. Nada.

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Observaba la espalda de Bobby mientras caminaba un par de pasos atrás, si se esforzaba, podía distinguir sus músculos tensarse bajo la tela con cada paso. Se veía a simple vista el buen estado físico del chico, y Hana no podía evitar sentirse irremediablemente atraída por todo él.

Hasta el momento el silencio se había adueñado de la escena, pero estaba feliz de que la hubiera escogido para hacer el trabajo. Era un gran paso en su relación, y una clara muestra de que Bobby comenzaba a tomarse en serio aquél trato.

Todavía se sentía bastante incómoda delante suya después de la escena que había visto en la enfermería, técnicamente le había interrumpido uno de sus polvos con la enfermera y estaba avergonzada. Recordaba sus manos recorrer sus curvas, acariciar su piel, sus labios húmedos... Sacudió la cabeza para dejar de pensar en cosas innecesarias y suspiró.

Los barrios altos de la ciudad desaparecieron como su hubiera sido un cambio de escena tras cruzar un gran puente de hormigón y hierro. El ambiente se había vuelto más gris y desolado, y empeoraba según se adentraban en aquél nuevo barrio que nunca había visitado.

Los edificios comenzaban a escasear y los pocos que habían, estaban medio derruidos; el color rojizo de los ladrillos sin un rastro de pintura empeoraba la vista. Algunos cristales rotos adornaban las ventanas, todas protegidas con gruesos barrotes de metal a pesar de estar en un segundo piso. La presencia de grafitis y pintadas en los muros de los edificios crecía por momentos, y había bastante basura por la calle: Como si nadie se molestara en recogerla o ponerla en sus respectivos cubos de basura.

Arrugó la nariz en una mueca cuando pasaron por al lado de un montón de basura, el olor a comida podrida no era agradable.

Había oído hablar de los barrios bajos un par de veces, pero nunca se había imaginado cómo eran realmente. Una pista de baloncesto a su derecha, un par de amigos jugaban con un balón viejo y algo deshinchado. Reían, gritaban, se empujaban entre ellos y le pareció fascinante que no les importara el ambiente, tan solo pasar un buen rato todos juntos. A simple vista, sus cuerpos musculosos y de gran altura, echaban para atrás.

-No los mires.

Bobby, quién hacía unos minutos caminaba unos metros por delante ahora había reducido el paso poco a poco hasta quedar a su altura y caminar a su lado. Permaneciendo cerca de ella, como si le preocupara algo e intentara asegurarse de que ella estaba bien. Su mirada se situaba al frente, su mandíbula estaba tensa y su ceño fruncido.

-¿Por qué? Solo están jugando. -Respondió ella, sin comprender.

-A la gente de aquí no le gusta ser observada. Si los molestas, entonces... La hemos cagado. Ir en uniforme escolar por aquí tampoco ayuda.

Tardó un par de segundos en volver a contestar, no llegaba a comprender lo que el chico intentaba explicarle. ¿Por qué iban a molestarse por una simple mirada?

-¿Por qué iba a ser un problema?

-¿Sabes? No me gusta traer a gente a mi casa. -Admitió, ignorando completamente su pregunta. Hana rodó los ojos pero no le reprochó.

-¿Entonces por qué me has invitado a venir? ¿Quizás estoy comenzando a gustarte?

Hana no lo había dicho en el sentido romántico ni mucho menos. Él se había desabotonado los primeros botones de su uniforme y su corbata aflojada, todavía rodeaba su cuello. Se colgó la mochila del otro hombro para dejar descansar en que la había estado cargando y se encogió de hombros.

-No te hagas ilusiones, preciosa. Querías conocerme, ¿no? Me gusta cumplir mi palabra, y al aceptar el trato estoy dejando que intentes hacerme cambiar de parecer.

Tormenta || iKON || BobbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora