6. Humo

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–Esa misma noche, Seúl. II

Bobby se había levantado de la acera sucia de la calle y había caminado hasta ningún lugar en concreto. Sus piernas lo llevaban en dirección a la fiesta en la que debía estar, con sus amigos y alcohol suficiente para olvidar todo lo que acababa de pasar durante lo que quedaba de noche.

Pero él quería sufrir. Sin ningún motivo exacto, no quería que aquellas imágenes tan dolorosas de Alessa se borraran de su mente, no quería olvidar a Alessa. Se sentía culpable de todo aunque él no hubiera hecho nada malo, y aunque era consciente de ello, quería culparse. Quería ser el malo de aquella relación por el único motivo de quererla demasiado, y es que, ese había sido su único error: Amarla como ella nunca lo había amado a él.

Por ese motivo no fue a la fiesta aquella noche.

Mientras Bobby se mataba a insultos hacia él mismo dentro de su mente, se sentó en el primer lugar que pilló, un banco en un parque solitario donde no había nadie excepto él. Era exactamente la soledad que necesitaba en aquellos momentos.

En sus manos se encontraba el mechero que había comprado esa misma mañana, el viejo se le había perdido, y le dio vueltas y más vueltas entre sus dedos con la mirada fija en él, un acto tan tonto se había convertido en su única distracción. Tan solo paró para sacar un cigarro de la cajetilla que guardaba en el bolsillo de su pantalón y tras colocárselo entre los labios, vuelta a empezar. La única diferencia a las otras veces era que en ésta, no había encendido el cigarro inmediatamente y dudaba entre encenderlo o no.

Y como si solo tratara de hundirse todavía más, comenzó a recordar todos los días que había pasado con ella. Observando el mechero, que continuaba dando vueltas y más vueltas en sus manos –como el mundo entero en aquellos momentos– se le vino un recuerdo en especial a la cabeza, estaban en su casa, después de haberse acostado juntos:

La sala estaba llena de humo espeso, y tan solo provenía de un único cigarrillo que acababa de ser encendido tras haber terminado el anterior. Hacía que viera todo lo que le rodeaba borroso, pero no le importaba, se podía decir que le gustaba. Ni siquiera le importó que ella estuviera presente en la sala.

Alessa tosió varias veces y agitó la mano frente a su cara en un intento de dispersar un poco el humo, cosa que no funcionó. Estaba recostada en la cama, tapada tan solo con las sábanas de su cama, la que había aguantado el vaivén de sus cuerpos millones de veces.

—Tienes que dejar de fumar, cuando te vayas de mi habitación va a seguir oliendo a humo durante días.

Dijo ella mientras se levantaba de la cama, haciendo que su cuerpo desnudo quedara al descubierto. Bobby entrecerró los ojos para intentar ver mejor, pero el humo continuaba ahí, haciendo que el ambiente la sala se llenara de hermosas y bizarras figuras causadas por este. Eso fue lo único que lo molestó, pero no le dio mucha importancia porque había visto ese cuerpo muchas veces, las suficientes como para sabérselo de memoria.

—Nunca te ha importado.

—Sí que lo ha hecho, pero nunca te lo he dicho. –Contestó al instante, mientras abultaba su labio inferior suavemente, aquél gesto tan adorable que lo volvía loco.

Al escuchar sus palabras, dio una última calada al cigarro y abrió la ventana que tenía a su espalda. Sin apartar la mirada de su novia, lo tiró por la ventana sin importarle mucho qué hubiera debajo. Fue a cerrarla nuevamente pero ella lo detuvo.

—Déjala abierta y que corra el aire, siento que voy a ahogarme.

—Oh venga, no me creo que no te guste. –Contestó él, aspirando profundamente el aire contaminado de la habitación. Lo único que se ganó fue una mirada molesta por parte de ella.

Tormenta || iKON || BobbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora