Capítulo 14

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Puedes levantarte?
-Todavía no. -Lucas se llevó las manos a los ojos y luego dejó caer los brazos, inermes, al suelo-. Necesito un segundo más.
-He intentado no beber demasiada sangre. -Lo último que deseaba era tener que ir a pedirle ayuda de nuevo a la señora Bethany-. Me diste permiso, ¿verdad?

-Sí, no estoy seguro de que estuviera en mis cabales, pero eso es problema mío, no tuyo. -La tensión que hasta ese momento había sentido en mi interior desapareció por completo y pude volver a respirar tranquila. Mientras Lucas pensara de aquella manera, todo iría bien-. ¿Te dijeron tus padres o la señora Bethany que lo hicieras?

-¿Morderte?

-Eso ya sé que no. Me refiero a que me hablaras de la escuela.

-Todo lo contrario. Me pidieron que te mintiera, por eso lo hice. -Todo aquello seguía haciéndome sentir avergonzada-. Lo siento, Lucas. Pensé que seguirle la corriente a la señora Bethany y corroborar la historia que se inventó para rellenar las horas que habías olvidado sería lo mejor para ambos.

-Es raro. Recuerdo que acabas de morderme... pero está como borroso. Como a veces cuando no eres capaz de recordar a la perfección un sueño cinco minutos después de despertarte. Si no hubieras estado aquí conmigo y no me hubieras mantenido despierto, lo más probable es que hubiera vuelto a olvidarlo. Aunque lo lógico sería pensar que ser mordido por un vampiro es una de esas cosas que se te quedan grabadas en la memoria... No sé, porque se salen de lo normal, supongo.

-La amnesia forma parte del mordisco, pero no sé por qué. Tal vez nadie lo sepa. No es que existan demasiadas explicaciones científicas sobre los vampiros precisamente.
Lucas hizo una profunda inspiración y a continuación, poco a poco, se apuntaló sobre los codos hasta conseguir quedarse sentado. Lo cogí por el hombro con la mano libre, pero él sacudió la cabeza.

-Estoy bien, creo.

-Ahora ya sabes por qué hay veces que cuando nos besamos tengo que, bueno, tengo que reprimirme.

-Ahora lo entiendo. -Lucas sonrió como si algo le divirtiera-. En parte es un alivio. Estaba empezando a creer que debía cambiar de enjuague bucal o algo así.
Se me escapó una risita y lo besé en la mejilla.

-No te preocupes, no te he convertido en vampiro.
-Lo sé. Bueno, el corazón todavía me late, así que no soy un vampiro. -Lucas sacó el pañuelo del bolsillo y se lo llevó al cuello. Mientras se enjugaba la herida, hizo un gesto de dolor-. Todavía no puedo creer que nacieras siendo vampiro. Nunca había oído hablar de algo así.

-¿Cómo ibas a oír hablar de algo así si no sabías que los vampiros existían de verdad?

-Tienes razón.

-No volveré a morderte, a no ser que me lo pidas.

-Te creo. -Lucas se echó a reír, aunque de una manera extraña, como si le hubiera hecho gracia algo que yo ignoraba-. Te creo del todo. Incluso ahora.
Lo abracé con fuerza. Significaba mucho que Lucas dijera aquello después de saber que le había mentido... En fin, no podía pedir más.

Le hice un vendaje a Lucas con sumo cuidado para que nadie reparara en la herida mientras llevara la camisa del uniforme. Bajamos la escalera y conseguimos librarnos del hecho de saltarnos el toque de queda. Me besó con total naturalidad a la entrada de los dormitorios de los chicos y se alejó como si esa noche no se hubiera diferenciado en nada de las demás.

-Estás rara -me dijo Raquel poco después, mientras nos cepillábamos los dientes en el lavabo-. Sé que la cosa estaba un poco tirante entre Lucas y tú. ¿Va todo bien?

-Todo va fenomenal. Tuvimos una especie de malentendido durante las vacaciones, pero ahora ya está todo arreglado. -Con lo de «estar rara» se refería a que yo estaba intentando cubrirme el ángulo para que Raquel no pudiera ver que la pasta de dientes que estaba escupiendo era rosa por culpa de la sangre de Lucas-. ¿Qué tal tú?

Media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora