Me senté aturdida en el último escalón de la escalera, atenta a los preparativos que estaban llevándose a cabo a mi alrededor.
La expedición de la señora Bethany estaba compuesta por cinco vampiros: mis padres, Balthazar, el profesor Iwerebon y ella. Todos llevaban impermeables pesados y puñales sujetos a las pantorrillas y los antebrazos.-Deberíamos llevar pistola para enfrentarnos a este tipo de situaciones -apuntó Balthazar.
-Solo hemos tenido que enfrentarnos a «este tipo de situaciones» en dos ocasiones en más de doscientos años -contestó la señora Bethany, más glacial que nunca-. Nuestras aptitudes suelen ser más que suficientes para tratar con los humanos. ¿O acaso no cree estar preparado para lo que se le encomienda, señor Moore?
«Lucas es un cazador de vampiros. Lucas vino aquí para matar gente como mis padres. Me dijo que no me fiara de ellos. Supongo que creyó que me habían raptado siendo un bebé. Intentó abrir una brecha entre nosotros. Creí que solo estaba siendo grosero, pero tal vez estaba decidido a matarlos.»
-Sé arreglármelas yo solo -dijo Balthazar-, pero es posible que Lucas también vaya armado. Es un cruz negra. Es imposible que viniera aquí a pecho descubierto. Es muy probable que haya encontrado un escondite para su arsenal dentro de la escuela y le aseguro que ahí estarán sus armas.
«Subimos la escalera de la torre norte juntos y estuvo rezongando todo el camino. Creí que era porque Lucas me tenía miedo, que temía a los vampiros, pero no se trataba de eso. Incluso una vez en el suelo, cuando estábamos besándonos, me pidió que volviéramos a vernos a solas, pero en otro lugar.»
-En la habitación que hay en lo alto de la torre norte -dije de repente con una voz extraña que apenas reconocí como mía-. Está allí.
La señora Bethany se puso muy tensa.-¿Usted lo sabía?
-No, es una corazonada.
-Comprobémoslo. -Balthazar me tendió la mano para ayudarme a ponerme en pie-. Vamos.
Parecía que todo estaba igual que la última vez que Lucas y yo estuvimos allí arriba juntos. La señora Bethany cerró los ojos un momento, consternada.-La habitación de archivo. Si ha estado aquí arriba, habrá leído casi toda nuestra historia. Los lugares donde se ocultan muchos de los nuestros... Y ahora la Cruz Negra los conoce.
-Muchos de estos archivos llevan décadas desfasados -intentó razonar mi padre-. Los años más recientes están en el ordenador.
-Creo que también ha tenido acceso a esos -dije, recordando el día que había encontrado a Lucas saliendo a hurtadillas del despacho que la señora Bethany tenía en la cochera.
La señora Bethany se volvió en redondo hacia mí, a punto de perder los estribos.-Vio que Lucas Ross incumplía las normas y jamás avisó a nadie de dirección. Dejó que un miembro de la Cruz Negra campara a sus anchas por Medianoche durante meses, señorita Olivier. No crea que voy a olvidarlo.
Por lo general, yo solía encogerme cuando me hablaba de ese modo; sin embargo, esa vez repliqué.
-¡Fue usted quien lo admitió aquí en primer lugar!
Después de eso, todo el mundo guardó silencio unos segundos. Solo lo había dicho para defenderme, pero comprendí que la señora Bethany había metido la pata, pero hasta el fondo, y su intento por endiñarle la culpa a otro le había salido mal.En vez de estrangularme, la señora Bethany me dio la espalda, muy estirada, para inspeccionar la estancia.
-Abran las cajas, miren en los armarios y en las vigas. Quiero saber qué guardaba aquí arriba el señor Ross.
El recuerdo de los momentos que Lucas y yo habíamos pasado juntos me abrumaba, pero intenté concentrarme en un día en concreto: el día que subimos a esa habitación. Lucas se había sentado inmediatamente sobre el enorme arcón que había colocado contra una pared. En aquel instante pensé que estaría cansado, pero tal vez lo había hecho por un motivo bien distinto: para que yo no lo abriera.