Debut y despedida

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- ¡Tranquila! ¡Soy yo!- dice la voz del hombre que me toma de la mano.

- Iván, ¡tú me vas a matar de un maldito susto o un coraje!.- digo tocándome el pecho con una mano y la otra en la barriga. - Nos has asustado de muerte.

- Discúlpame, no quise hacerlo.- dijo con arrepentimiento- bueno, si quería, pero no pensé que te fueras a asustar así. - admitió con cara de niño bueno.

No me pude resistir a eso y le di mi mejor sonrisa.

- ¿ A dónde vas?- pregunta Iván, quien trae algunas bolsas de Bershka y otras cosas de Palacio de Hierro.

- Voy a comprar algo para cenar. - contesto. - quiero algo de ramen.

- ¿El que está por el estacionamiento? - digo que si con la cabeza - ¿ Tú sola? - vuelvo a decir que si con la cabeza.- Ni de chiste, te acompaño. - dice mientras revisa a los lados.

- Estoy embarazada, no me harían nada. - le digo para irme de una vez antes de que cierren el local.

- No. Quédate aquí, voy a dejar esto con mi tía Amparo y regreso.- contestó con el ceño fruncido y me da un beso en la frente antes de irse.

Me quedo parada, y estoy algo molesta, debo decir. Pero por alguna extraña razón, lo espero.

Tiene razón, no se tarda demasiado. En menos de tres minutos lo tengo a mi lado. - Vamos por tu ramen. Hay que mantener contenta a la niña.- dice con gesto gracioso y comenzamos a caminar.

Antes de alejarnos, le doy una última vista a la pareja que está sentada en una banca, frente a la fuente. Se ven tan enamorados...

Regreso a mi camino y veo que Iván me ve atentamente. - Solo creí conocerlos.- le digo tratando de justificar.

- Ajá.- responde sin creerme nada.- Bueno, entonces vamos por ese ramen .

Caminamos platicando de nuestro día y de lo extraño que fue aquel beso. Obviamente me disculpé, pero no me arrepiento. Tanto tiempo quise besarlo que aunque las circunstancias no fueron las mejores, a mis hormonas no les importó.

De cada cuanto, parábamos un poco, para que yo pudiese tomar el aliento. Al estar en este mes, mi cuerpo se cansaba con mayor frecuencia y facilidad.

Al llegar, cada quien pidió su comida y regresamos. Caminábamos un poco más y sin querer, nos topamos a la pareja que vi anteriormente.

Un escozor entró en mis ojos. Odiaba el hecho de estar pasando todo esto yo sola. Odiaba no tener el apoyo de una pareja y de que no hubiera nadie ahí para mi.

Odiaba siempre haber tenido relaciones de mierda, de que nunca me hayan amado como me lo merezco. Había tenido tantas decepciones, que la fe en encontrar algo de verdad hermoso, ya se había ido. Pero mi hija merecía un padre, no una mierda hombre que de la nada quisiera ser su padre. Erick es un hombre que nunca podría llegar a ser padre de Samantha.

Entonces, me di cuenta que los ojos de Iván estaban en mi. - ¿Estás bien?

- Si, sólo un pequeño mareo.- mentí.

No me creyó nada, por que su vista fue directo a la pareja que se alejaba de nosotros.- Ya veo, un mareo.- dijo analizando mi cara. - Bueno, pues. Dame tu mano. Así me asegurar de que no te caigas.

Caminamos tomados de la mano un pequeño tramo. Luego, sin decir nada, entrelazó sus dedos con los míos.

Cuando lo hizo, inmediatamente lo volteé a ver. ¿ Por que me sostenía así? No debía sentir los puntos gases, pero ahí estaban. Y aunque lo observé mucho, nunca me regresó la mirada.

Un amor para JimenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora