Malas Noticias

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El amanecer en esa habitación, fue la cosa más tranquila que había experimentado en mucho tiempo. Era fin de semana y yo no trabajaba, por lo que haría ciertas cosas en la casa, como comprar una cuna y cobijas para mi nena.

Cuando desperté del todo, yo estaba sola en la cama, me estiré un poco y después me fui levantando poco a poco. Por alguna extraña razón, sentí mi barriga más baja de lo común, pero no le di mucha importancia, tal vez era que había dormido mucho y muy bien. Como pude, me puse los zapatos y me levanté con cuidado.

Un pequeño dolor que nació desde mi cadera, me hizo parar y sostenerme a la cómoda que estaba junto a la cama. Tomé un poco de aire, y seguí mi camino al baño.

Hice mis necesidades, como cada mañana y después me fui a la sala, en donde estaban mis cosas ordenadas.

En la mesa del comedor, había fruta picada, queso y miel. También había jugo y te recién hecho. Me quedé pasamada, hacia mucho tiempo que no despertaba con algo así.

Cuando Iván salió de la cocina, traía consigo, un plato lleno de waffles. - Oh! Ya estás despierta. Ven a sentarte, ya está listo el desayuno.

Asenti con la cabeza y casi, cuando estaba sacando mi silla para sentarme, el me dio un ligero beso en la frente.

¿Qué?

- Espero que les guste el desayuno. Sé que a las embarazadas, nada de café, por eso hice té. - Me sirvió un poco de té en una taza pequeña y lo puedo en mis manos. - Siéntate. - ordenó con una sonrisa y se fue de nuevo a la cocina.

Disfruté un poco del olor de la manzanilla en el té y después de darle un ligero soplido, tomé un sorbo.

Era el mejor té que había probado en mucho tiempo.

- Nunca vi a alguien disfrutar tanto de un té. Que bueno que te gustó.

Su voz me devolvió a la realidad, no sabía que tenía los ojos cerrados. - Es realmente bueno.

- ¿Dormiste bien?- Pregunto mientras servía waffles en su plato y el mío.

- Muy bien, de hecho.- Respondí, evitando su mirada. - Espero no haber roncado está vez. - Dije algo en broma.

- No, esta vez no. - respondió con una ligera sonrisa.- Yo también dormí muy bien, mejor que hace mucho tiempo.

Los dos caímos en un silencio agradable, el único ruido era el de la calle y también el de nuestros cubiertos.

El hombre tiene un don para la comida, lo juro.

- Y... ¿Samantha ha estado tranquila? - Preguntó de pronto.

- Últimamente, se ha movido mucho. Pero creo que está bien. En dos semanas tengo la siguiente ecografía.

Tomé un bocado de los mejores waffles que mi paladar haya probado y después un trago del delicioso te de manzanilla y anís.

Seguimos platicando tranquilos, y habló de que trabaja en un restaurante cerca del templo expiatorio. Dice que es un lugar muy elegante. Me contó, que viajó a Colombia para algunas prácticas, cuando estaba en la universidad y también que, ya por gusto propio, se había ido a recorrer Italia.

Escuché atenta su plática. Yo, la verdad no tenía mucho que decir. Hija promedio, con padres promedio, con un trabajo promedio y una vida promedio. Lo más interesante de mi vida, era que me había caído de un árbol a los 12 años y mis fatídicas historias de amor.

Él, por su parte, le encantaba viajar, leer y ser artista. Lo hacía hasta en sus comidas.

Mientras él recorría las playas de España, yo estaba trabajando en un mercado en vacaciones de verano.

Un amor para JimenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora