Desmintiendo

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- Son la pareja más tierna que he visto. ¿Es su primer bebé?- dijo la enfermera con cara de ternura.

Quise responder primero, pero Iván se me adelantó.- Si, es la primera. ¿A que es la bebé más bonita? Se parece a su mamá.

- Si, es muy bonita su hija.- casi me atraganto cuando escucho eso, pero él no se inmutó. - muchas felicidades.

La cara de felicidad que Iván tenía, era directamente proporcional a las dudas que me rondaban en ese momento por la cabeza. Y créanme, eran demasiadas.

La enfermera se fue y no me dio tiempo de reaccionar. No pude decir que era lo que pasaba, que en realidad, solo nos dio su apellido para mi hija.

Una vez solos, él no dejaba de vernos, y yo no podía dejar de ver a mi niña, que estaba muy tranquila entre mis brazos, casi a punto de dormirse.

Cuando los ojos de Samantha se cerrraron, Iván me ayudó a ponerla de nuevo en la cuna. Vi la manera en la que la cargó, casi como si fuera de porcelana. Una vez que mi bebé estaba en su cuna, Iván se acercó a mi y me tomó de la mano. Nos vimos durante un tiempo a los ojos. Pensé que me diría algo, como que me quería o por lo menos la barbaridad que había hecho al registrar a mi hija con su apellido... pero no. El hombre calló.

- Es perfecta, Jimena.- dijo con una gran sonrisa. - Tiene tus ojos.- susurró.

La emoción que salía de su voz, era impresionante, casi como si él fuese el papá. Era muy raro, desear que él, fuese el papá, y al mismo tiempo, creer que me quería.

- Lo es, ella es hermosa.- dije en un susurro.- Iván... yo... sabes que no soy una mujer fácil. Estoy aterrada de criarla yo sola. ¿Como se supone que debo hacer esto yo sola? - lo digo en serio. Estoy muerta del miedo. No sé en que pensaba al no poner un maldito condón entre Erick y yo.

-Es más sencillo si yo estoy ahí para las dos, ¿no crees?

Y esa respuesta, valió toda la pena.

*********

Mi mamá llegó después de un rato, Iván seguía en la habitación conmigo, a pesar de que Samy se había ido a cuneros desde ya hacia rato. Cuando mamá abrió la puerta, Iván tenía el mando de la televisión y estaba acostado en el taburete al lado de la cama.

En cuanto mi mamá entró, él cambió su postura a una más dura, tal vez protectora, se puede decir. Se puso al lado de mi cama y con su brazo, abarcó casi el ancho de la pequeña cama de hospital.

En cuanto mis padres entraron, supe que eso fue lo primero que habian notado. Yo estaba nerviosa, por que no sabía que tipo de relación habia entre Iván y yo, lo unico que tenía claro, es que era algo completamente loco.

Mi madre fue a abrazar inmediatamente a Iván, diciéndole felicidades y cosas así, mi padre solo se quedó al pie de la cama, observando el panorama; mientras que mi hermana me abrazaba euforicamente.

Todo el mundo decia cosas bonitas y también nos felicitaban. Hasta que ne harté. - Iván no es el papá de Samy.- dije antes de que mi padre le diera un abrazo de felicitaciones a Iván.

Todos nos miraron diferente y el lenguaje corporal de Iván cambió por completo. Estaba molesto, lo sé, pero no podía dejar que toda la situación me confundiera.

- Pero son pareja, ¿no?- preguntó mi hermana.

El silencio se hizo total, él no respondió. Mi corazón se rompió un poco ahí pero no iba a dejar que él lo viera. - No, sólo es un muy buen amigo que me ha ayudado con todo esto. Es un buen hombre.

En cuanto terminé de decirlo, Ivan se disculpó con todos, y salió de la habitación. Estaba, por alguna extraña razón, afectado por todo esto.

Mis padres, sorpresivamente no hicieron preguntas de más, sólo se limitaron a guardar silencio y omitir comentario.

Gracias al cielo, por que no sabría que responder.

Se quedaron un poco más y la enfermera trajo a Samy de nueco a la habitación. Todos se volvieron locos. Sabia que mi nena era hermosa, pero también presentía que era extraordinaria.

- ¡Es hermosa! Exclamó mi madre, cargando a Samantha.- Se parece tanto a ti, cuando estabas pequeña.

- Su cabello también es rojizo, como el tuyo. El original.- dijo mi padre.

Todos veiamos a mi niña, mi Samantha. Era hermosa en todo sentido, tranquila también.

******
Un día después, me dieron el alta a mi y a mi niña. El doctor se aseguró de que yo estuviera en condiciones para poder atender a mi hija y me dio una dieta muy estricta que seguir. Así que todo iba a estar bien.

- ¿Alguien le avisó a Erick?- pregunté en cuanto me subía al taxi con cuidado.

Ya estaba por irme a casa y poder construir una vida con mi hija. Sólo quería asegurarme que Erick no estropeara todo.

- Yo le hablé por teléfono, pero no contestó.- dijo Gus, quien había venido desde Guanajuato hasta León, solo para conocer a mi hija.

- No debería preguntar, es un imbécil.- dije muy enojada.

- Ya mami, o se te va a cortar la leche.- dijo Miriam, quien estaba subiendo al taxi.

Mis padres ya estaban en casa, se habían ido antes a mi departamento, para dejarme todo listo en el cuarto.

Mi madre, se quedaría conmigo una semana, sólo para enseñarme a alimentarla y también a cambiarle el pañal. De hecho, se quedaría solo para enseñarme todo lo que tenía que saber sobre bebés.

Decir que estaba aterrada, era poco. De pronto, sentí el peso de mi decisión, todo ya no sonaba tan fácil como antes.

Llegamos rápido al edificio, cuando salí del taxi con mi nena, tanto Gus, como Miriam, me ayudaron a bajar. Mientras uno traía todas las cosas, el otro cargaba a la niña. Odié la manera en que dolía subir cada escalón, me sentía extraña al no tener mi barriga.

En cuanto llegamos al pasillo, Miriam se adelantó y abrió la puerta de departamento, así que primero entró ella con la niña y después Gus, con todas las cosas.

Cuando entré, todo parecía normal. También se sentía como que tenía años sin estar ahí.

Caminé hasta mi habitación, sólo para ver que la cuna de mi nena estaba acomodada en otra parte y que había una gran cama nueva en mi habitación.

Me quedé sin habla.

Salí inmediatamente para decirle a Miriam algo, pero cuando regresé a la sala, estaban todos ahí.

- ¡Felicidades!- gritaron todos.

Estaban mis padres, mis hermanos y amigos. También estaba Iván, con Samantha en brazos. Era la imagen más surreal de todas.

Uno por uno me fue abrazando y felicitando por mi nena. Yo estaba muy feliz, uno de los mejores días de mi vida, sin duda.

Iván me entregó a mi hija y después de besarme sutilmente en la comisura de la boca, me dijo.- Ya viste mi regalo, pero aún falta mucho más.- dijo refiriéndose a la cama.

Creo que en ese momento, fue cuando ya no pude contener una lágrima y tampoco mis emociones. Estaba total y completamente enamorada de este hombre.

Un amor para JimenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora