Vol 3-3. Camino.

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La sangre salía del brazo de Loise, minutos de ardua batalla habían acontecido y él estaba muy dañado, James cada vez era más rápido, esto era preocupante.

Disgustado, Loise saltó por encima de él y decidió extenderlas nuevamente, sus alas. Él no encontraba lógico el sentirlas, el saber como utilizarlas, aunque no estuvieran presentes la mayoría del tiempo sentía el peso de sus alas. Algo que se consideraría hermoso para él era una carga, pero, con esta podía defenderse.

James fue golpeado fuertemente por estas a emerger, siendo expulsado a gran velocidad contra un banco que se encontraba en dicha calle. Al chocar contra la pared, James sintió una terrible jaqueca, Loise había logrado hacerle una fisura en el cráneo, la sangre hacía un recorrido por su rostro para gotear desde su barbilla, adornando su gesto de furia y rencor contra aquél que le perdonó la vida.

-- James, detente --dijo Loise buscando una pizca de sentido común en su adversario.

James se puso de pie <<¡No!>> exclamó con ira. Una sustancia viscosa emergía de su espalda, cubriendo sus brazos y reformando una parte de su monstruosa coraza del enfrentamiento anterior.

Aquéllas garras arremetieron contra la camisa de Loise y su pecho, arrancando de la prenda al movimiento. Las cicatrices eran visibles, llamaban la atención, mientras que la herida causada por James cerraba sin marca alguna, las cicatrices causadas por Rostberg seguían vigentes.

Loise tenía que poner fin a la pelea antes de lastimar a alguien, astutamente pensó en una estrategia. James dió un brinco en busca de caer encima de Loise, pero este con sus alas se impulsó y llevó a James a los cielos. Desde una moderada altura soltó el talón de su enemigo y con sangre fría le vio caer lentamente.

Al chocar con el suelo, James seguía levemente conciente, agonizando. Se arrastraba e intentaba levantar, pero no podía, no lo conseguía.

Aquél frío debajo de sus caderas, aquél nada, aquél dolor y sentimiento de perdida le hicieron percatarse que la caída le destrozó la columna vertebral.

Loise bajó a tierra para dejar a James noqueado con un golpe, mientras unos pocos observaban aquélla escena. Él monstruo estaba llorando y veía con miedo a Loise, este le pateó en la frente, acabando con la batalla, dejandole inconsciente.

La gente contempló la batalla de principio a fin, la mayoría estaba asustada, otros en shock y otros por sadismo humano se encontraban emocionados.

Loise agarró a James de un brazo y emprendió vuelo a un lugar lejano de ahí. Las colinas a las afueras de Close to Sea, eran su refugio cuándo estaba agobiado del mundo. Colocó a James recostado en un árbol y esperó, pasaron horas hasta que el chico recobró la conciencia.

<<Maldito...>> Susurraba James, aún no podía mover las piernas, se sentía impaciente.

-- Tu causaste esto, no yo --le dijo Loise-- No podía dejar que asesinaras a todos esos inocentes.

James con furia levantó su mirada-- ¿Que hay de las personas que tú asesinaste? ¿No eran inocentes también? --dijo en voz alta-- ¿O acaso sólo son inocentes quiénes te convengan?

Loise apartó su mirada, pensando en todo lo que había causado-- Ellos apoyaban homicidas.

-- ¿Y a quiénes están apoyando esos civiles? --interrogó James-- A ti, imbécil, el mayor asesino serial de la historia.

James se mofó de Loise, mientra tosía del dolor. Se pellizcaba las rodillas en busca de algún estímulo, pero fracasando.

<<Maldita sea...>> susurraba James una y otra vez mientras lloraba.

El ángel verdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora