Vol 2-3. Lo mundano

10 1 0
                                    

Han sido tres meses desde que nadie ve a Loise. Angela ha ido a casa de su padre, junto a sus hermanas; la madre de Loise ahora lleva una vida más tranquila; su padre sigue preguntándose igual que todos a dónde fue su hijo. Pero... ¿Que hay de los demás? Victor, Rose, Laila, John...

Ellos iniciaron a buscar a Loise lo más que pudieron. Quizás buscaban respuestas o simplemente querían saber que le sucedió. Pero hay un problema: Loise tampoco sabía sobre eso.

En los últimos meses Loise ha estado buscando respuestas, tanto del piromano como de los que le hicieron esto. En las noticias decían "Bases del gobierno de Sunem fueron atacadas por terroristas", pero muchos sabían que aquello no era un terrorista, era una persona, muy dañada. Cada vez parecía más que a Loise no le importaban las vidas que se llevaba, cada vez parecía que más era un monstruo que una víctima.

Luego de mucho tiempo, se organizó otra protesta.

-- Loise --Dijo Angella mirando a través de su ventana.

Ella ahora comprendía porque él la dejó; la dejó por su bien. El se iba a ir, estaba confundido y era muy peligroso.

Ha pasado ya bastante tiempo, pero aunque nadie sepa nada de Loise, Angella sabe que él sigue vivo, de alguna manera lo sabe. Quizás sean tontas esperanzas como la de los demás, o se resigna a creer que a Loise le sucedió algo. Pero ella cree en eso con firmeza.

Luego de los sucedido en las protestas de febrero, no les permitieron a Angella y Rose participar. Victor y John eran ya casi adultos y ellos querían ser parte de eso, por memoria a Loise y lo que sea que le hayan hecho.

Victor fue a casa de Angella en su búsqueda para ir a la protesta. Su padre le permitió al joven pasar para hablar con ella, más no le permitió a Angella salir.

Victor se acercó a la habitación de angella, estaba sentada en el marco de una amplia ventana, mirando hacia el exterior, con una mirada perdida.

-- Hola, Angie.

-- Hola, Vic --dijo volteando ligeramente su mirada hacia Victor--toma asiento.

-- No hay necesidad --Respondió.

-- No puedo ir, lo sabes bien.

-- Si... lo sé. Pero estos últimos meses has estado totalmente recluida y nosotros nos estamos preocupando.

Angella volteó a verle-- Por mí no es quién deberían preocuparse.

Victor dirigió su mirada afligida hacia abajo.

-- El tomó su decisión, Angie. Además, es muy fuerte, no creo que le vayan a aniquilar fácilmente. Quizás él sea la salida a todos estos problemas en Sunem.

-- Si, pero... --volvió a dirigir su mirada a la ventana-- Está cargando con toda esa responsabilidad él sólo, con todo ese dolor, esas penurias... Esa sangre. Quiero que antes de salvar a alguien o siquiera a un país entero, él sea salvado de sí mismo...

Victor se quedó sin palabras.

-- Adiós, Vic.

Él solo se retiró del lugar.

John y Victor buscaron a varios amigos y se dirigieron al lugar de la protesta. Habia mucha gente, más que la anterior vez, muchos tenían carteles de un ángel con una balanza; eran por Loise y su última aparición pública.

Todos caminaban, evitando el paso de autos y más, todos se dirigían a la casa del gobernador, en busca de su renuncia.

John y Victor no les convencía lo que estaba sucediendo. Sentían que algo malo sucedería tarde o temprano.

John escuchó un sonido fugaz en el viento, provenía de arriba. Aunque como nadie lo escuchó seguramente debió ser su imaginación.

Al lograr visualizar la mansión del gobernador notaron que habian grandes cajas metálicas con orificios circulares en la parte superior de sus paredes, como una rendija para respirar. Esto les da mala espina, algo saldrá mal, lo saben y esta vez sería peor que las anteriores.

Estaban a punto de dar media vuelta hasta que recordaron el porqué estaban ahí. Por Loise, por quién era y por quién quizás aún es.

Ya estaban a unos pasos de la mansión, cuando de pronto se dispararon gases lacrimogenos. Era una emboscada. Empezaron a disparar petardos en contra de las personas. Los gases no dejaban ver bien el camino. John y Victor trataron de escapar de ahí lo más que pudieron. Pero una bala perdida le dió a John, en el tórax.

Del dolor se desplomó en el suelo. Victor fue a ayudarlo, cuando de pronto un soldado se acercó a ellos y con una pistola apuntó a Victor en la cabeza.

Él vió que era el final, cerró sus ojos como último acto. El soldado iba a presionar el gatillo, hasta que de un momento a otro fue golpeado increíblemente fuerte, siendo mandado varios metros lejos.

John y Victor lo vieron, era Loise. Estaba parado ahí con firmeza. Sus cabellos eran blancos al igual que sus cejas, sus iris eran rojos y vestía un traje negro y rojo muy extraño.

Parecía un saco, pero le cubría la boca y no parecía ser abotonado.

Él volteó su mirada a sus amigos y sin decir ni una palabra cargó a John y se lo llevó fuera de los gases, al igual con Victor.

Luego de eso, Loise volvió a la escena, la gente estaba asombrada de que aquella persona fuera real. Su rostro seguía inexpresivo, muy tranquilo.

Los soldados corrieron hacía dichas cajas metálicas. Loise les seguía el paso de forma relajada.

Un general golpeó cuatro veces seguidas una de las cajas, para que de ella emergieran unos hombres. Pero no solo eran soldados y ya. Tenían barras metálicas alrededor de sus cuerpos, parecían cyborgs. Eran bastante altos.

Loise sonrió, viendo que por fin algo le daría pelea.

El ángel verdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora