El regreso de mi peor pesadilla

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El regreso de mi peor pesadilla

15 de Noviembre de 1997

Una pequeña niña de cabello color miel hasta los hombros y ojos color verde claro, jugaba alegremente por el decorado porche de su gran casa. Muchos niños con globos en la mano y con conos en la cabeza fingían disparase como vaqueros.

Era el octavo cumpleaños de Ailyn, esa niña de cabellos casi rubios que jugaba con las niñas de su vivienda. Los papás veían con gracia los juegos de sus hijos que estallaban a carcajadas, pero había algo extraño y cómico en ese lugar.

Un grupo de casi siete niñas estaban sentadas alrededor de una mesita color roja, donde ponían sus dulces para luego empezar a comerlos, muchas intercambiaban caramelos entre ellas. En cambio, otro grupo de niños traviesos empezaban a tirarse lodo y a jugar a las luchitas, era obvio, sus juegos eran mucho más bruscos que los de las pequeñas niñas.

De repente un niño de cabello oscuro y ojos grises cerca de unos once años se acercó a la mesa donde estaban las niñas, con una sonrisa traviesa.

—Oye, Ailyn. —la llamó mientras ocultaba algo detrás de su espalda. La niña alzó la mirada y la dirigió al chico.

—¿Qué quieres Ángel? —habló algo irritada Ailyn por su intromisión. El niño rió y volteó donde estaban sus amigos que lo miraban con risas contenidas.

—Vengo a darte tu regalo de cumpleaños. —sonrió dejando ver que se le había caído un diente de leche. Ailyn al escuchar eso, una linda sonrisa se dibujó en su rostro, emocionada se paró de la mesita donde estaban sus amigas y avanzó dos pasos hacia Ángel.

—¡En serio! ¿Qué es? ¡Dámelo! —rió con alegría y estiraba sus manos para recibir el regalo.

Ángel puso una expresión malvada y alzó su mano para ver lo que tenía escondido y lo lanzó hacía ella con toda su fuerza. Una bola de lodo se estrelló en el lindo vestido color amarillo canario y lo manchó por completo de tierra mojada.

Ailyn se miró totalmente atónita y sus lágrimas se fueron acumulando con rapidez. Las risas brotaron de parte de los niños que casi se tiraban al suelo por las carcajadas.

Ángel la miró con expresión inocente y alzó los hombros.

—Feliz cumpleaños. —habló alzando las cejas.

—¡Eres un tonto! ¡Arruinaste mi fiesta! —las lagrimas se Ailyn derramaron y recorrieron sus mejillas mientras empujaba al niño y este caía al suelo de sentón, que se quejó juntando sus cejas.

— ¡Hey! ¡Sólo fue una broma! —se defendió mientras trataba de pararse. Los papás se acercaron de repente mirando la escena algo preocupados por la cumpleañera. Muchos sabían cómo era Ángel con Ailyn, siempre buscaba algo para hacerla enojar o llorar, y parecía que disfrutaba de ello.

—¡Cállate! ¡Te odio! —gritó ella con impotencia de lo más profundo de su ser apuntándolo con su dedo índice y luego salió disparada hacia el interior de su casa.

—¡Ailyn, espera! Cariño… —gritó su madre, Anna. Que la miraba con algo de tristeza. Un señor mayor se acercó con ella y puso la mano en su hombro.

—Lo siento Anna. No sé cómo controlarlo, lo regañamos, le decirnos muchas veces que está mal hacer eso… Pero nunca nos hace caso —se disculpó el tío de Ángel, ya que ese niño no tenía padres. Lo habían adoptado cuando apenas era muy pequeño.

Doctora CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora