Error tras error

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Error tras error



Katherine POV

Estábamos Sherly y yo jugando póker en la sala, era temprano por lo que decidimos esperar a Ailyn para salir de compras. Como no había llegado anoche a dormir, ambas sabíamos lo que había ocurrido en casa de Ángel y prometimos no hacer demasiadas preguntas íntimas, aunque debo decir que era inevitable sentir curiosidad. A veces pensaba que era imposible que ellos dos pudieran tener algo por el hecho de cómo se trataban, pero otras veces creía que eran tal para cual. Quien sabe que ocurriría después, solo el destino se encargaría de juntarlo o de separarlos.

—Todo —habló Sherly tratando de esconder una sonrisa triunfante mientras empujaba un poco de su dinero y unos cuantos accesorios como anillos, lentes y unos aretes.

La examiné por un momento, sabía que no arriesgaría mucho sí no tuviera una buena mano, pero tal vez solo esté blofeando y quiera hacer que me retire.

La miré fijamente y ella hizo una pequeña mueca casi indetectable, sonreí para mí misma… era una buena señal, estaba nerviosa y de seguro mi color de corazones era mejor que su mano.

—Todo. —La imité poniendo mis pertenencias. Tembló un poco y nos miramos de forma retadora—. Enséñame qué tienes— inquirí manteniéndome serena.

Con una sonrisa de satisfacción me mostró sus cartas y las dejó sobre la mesa, tenía tercia de nueves, fingí una expresión derrotada disfrutando como Sherly brincaba alegre y acercaba su ganancia hacia su lado.

—¡Sí! ¡Te gané! —gritó fascinada echándomelo en cara. Sonreí macabramente y detuve su mano.

—No tan rápido… —susurré mientras dejaba mis cartas.

Su mandíbula se abrió de repente y se dejó caer sobre la mesa.

—¡No, otra vez! —gritó ocultando su rostro sobre la madera mientras negaba agobiada.

Recogí el bono y me puse sus lentes que tanto que me gustaban.

—Eso te pasa por arriesgarte demasiado —sonreí abiertamente—. Tal vez te de la revancha —hablé siendo un poco amable.

—¡Ahora si te ganaré! —se levantó y se acomodó de nuevo en su sitio.

Antes de que pudiera repartir las caras, escuchamos como se abría la puerta. Ambas volteamos curiosas y descubrimos a Ailyn caminando con la cabeza gacha mascullando cosas casi incomprensibles.

—Demonios, demonios, demonios, demonios, soy tan estúpida, como me odio, maldición, maldición, maldición…— así continuó musitando mientras se dirigía a su habitación.

Sherly y yo nos miramos mutuamente y nos paramos enseguida.

—¡Ailyn! ¡Qué bueno que llegas! ¡No tienes que contar todo lo que pasaste con Ángel! —habló emocionada Sherly con lo primero que le dije que no dijera. La miré advirtiéndole prudencia.

—Oye, como… —Nos acercamos a ella tratando de seguirla pero de pronto nos cerró la puerta en la cara.

—¿Está enojada? —preguntó inocentemente mi amiga.

Rodeé los ojos.

—Eso es más que obvio —contesté mientras buscaba una razón por la cual Ailyn estaba de esa forma.

—¿Con nosotras? —inquirió con algo de miedo.

—No lo creo… no hicimos nada malo que recuerde —murmuré acercando mi oreja a la puerta.

Doctora CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora