Una cursi declaración pública

17.3K 912 147
                                    

Una cursi declaración pública

Ailyn POV

Sentí mis piernas moverse por sí solas, no podía controlarlas. Era como si mi cuerpo tomara vida propia e hiciera caso omiso a mis pensamientos. Y mis pensamientos hicieran caso omiso a lo que decía mi corazón. Y mi corazón hiciera caso omiso a mi molestia con Ángel… y así podría seguir sucesivamente sin cansarme.

Traté de no mirar atrás mientras subía al autobús, pero en cuanto ocupé un asiento y éste comenzó a avanzar, fue imposible no pegar mi rostro a la ventana para verlo. Mi corazón latía vertiginosamente y gritaba ansioso por regresar con él y arrojarme a sus brazos. Tuve que concentrarme, o mejor dicho desconcentrarme para resistir esas ganas, dándome  un buen pellizco en el hombro. Sabía que el dolor físico no era comparado con el emocional, pero al menos logró que despegara mis ojos de la imagen afligida de mi ex novio.

—Demonios… estúpido Ángel —maldije recordando sus dulces palabras y su tierna mirada, que casi me hizo ceder. Estuvo tan cerca de que respondiera con un “Claro te amo y te amaré siempre estúpido imbécil” cuando me preguntó que si todavía lo quería. Porque ¡por dios, hasta la pregunta me ofendió!

En cuanto llegué a mi departamento, pensé en mis amigas. Había estado siendo injusta con ellas durante unos días, no tenían la culpa de que fuera demasiado temperamental. Así que decidí no seguir ignorándolas y hablar con ellas.

—¡No sé qué diablos piensa Ángel! ¡Es un idiota! —entré gritando fingiendo mayor molestia de la que sentía. La verdad era que estaba regularmente “feliz” por verlo de nuevo, ya que hace dos días pensé que se había olvidado completamente de mí.

Sherly y Katherine se encontraban viendo televisión mientras comían palomitas. Ambas se me quedaron viendo con la boca abierta y unas cuantas palomitas cayeron de sus manos al piso. 

—¿Estás hablando de Ángel con nosotras? —inquirió Sherly con una ceja levantada.

—Sí — musité algo insegura.

—¿Después de cuatro días de habernos ignorado por completo? —Le siguió Katherine frunciendo el ceño.

Mi sentido común me advirtió, por sus expresiones, que no estaban muy complacidas conmigo. Tartamudeé y balbucí tratando de encontrar una explicación lógica. Pero al no encontrarla tuve que soltar lo primero que se me vino a la mente.

—Tenía miedo.

—¿Miedo? ¿De qué? Somos tus amigas, nosotras no te juzgaríamos jamás —protestó Katherine desorientada.

Suspiré resignada. Era imposible engañar a mis amigas, ellas sabían si me encontraba feliz, triste, enojada o en cualquier estado de ánimo. No tenía caso mentir.

Dejé la manzana que tenía en la mesa de centro, me dejé caer sobre el sillón con cansancio y floté mis ojos. Hacerme la fuerte, la desinteresada y fingir tener corazón de piedra no había dado muchos resultados positivos. Los últimos días había estado como sumergida en un estado “zombi” que nomas me faltaba ponerme a bailar Thriller. Estaba siendo una pesada, lo sabía y comprendía a mis amigas. Seguramente era un fastidio tenerme como compañera de apartamento, pero las admiraba porque todavía no me habían pedido que me largara.

—Lo sé, perdónenme. Sé que me comporté como una niña cobarde con miedo a ser rechazada, pero tengo el instinto de ocultar cualquier cosa que me daña. Cuando terminé con Ángel fue… decepcionante. Tenía la esperanza de que no hubiesen visto nada y yo después me hubiera encargado de informárselo, pero no creí que esa decepción durara tanto. —Me detuve, no para recibir respuesta, sino porque mis pensamientos dieron un nuevo giro, al cual no había llegado.

Doctora CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora