Capítulo 14

784 88 0
                                    

Capítulo 14



      Leslie se despidió alegremente de Caroline. Aquel día había adquirido dos cosas muy importantes. Su vestido de novia y la verdad de que Caroline había sido el gran amor secreto de su hermano mayor, aunque este, se lo negara desde que lo había encontrado viendo una foto de ellos juntos antes de la partida de Caroline a Venezuela. ¿Podía ser verdad su repentina sospecha? ¿Y si fuera así?... Y era algo que en realidad le emocionaba. Porque de todo el séquito de novias que yo había tenido, a ella ninguna le había agradado. Pero sabía que Caroline sí. Ella era perfecta para mí, pero había visto dolor en sus ojos cuando había mencionado mi nombre.




     Cuando ella entró a la habitación del hotel, yo salía del baño, después de haberme dado una ducha. Ella besó mi mejilla derecha y se metió en el baño. Ocultándome la verdad de dónde había estado. Y dónde había comprando aquel vestido.



— ¿Compraste el vestido de novia, al fin, y sin necesidad de mi compañía?— pregunté asombrado al ver la bolsa que había dejado en su cama.


— Sí... Al fin...




    Me detuve un momento en el nombre de la boutique. Sentí cierta extrañeza cuando vi el nombre. Era la misma boutique en la que ella había querido que la acompañara. Y la misma que hacia pocas horas me había dicho que no había visto nada que le interesara. ¿Qué motivo le había impulsado a mentirme?




     Esperé a que ella saliera del baño, esperando una explicación. Una que me indicara por qué ella me había mentido a mí. A su hermano. Me vestí, estaba dispuesto a conocer su respuesta. O ser yo quien la consiguiera a su manera.



— ¿Me enseñaras tu vestido de novia?— le pregunté al verla salir del baño.

— ¿Quieres verlo?— me miró con cierta curiosidad.

— Claro... Soy tu hermano. Necesitaras mi opinión masculina... ¿O no es por eso que me has obligado a acompañarte?




    Sí, tienes razón...— sonrió y se dispuso a abrir la cajita que estaba en la bolsa.



— Y al fin, ¿dónde lo compraste?— fingí que no me había dado cuenta que había sido en la misma boutique de la que tanto me había hablado.

— En una que encontré caminando... Estaba en la vidriera principal y no pude resistirme.— la miré fijamente a los ojos. Buscando ver que hacía. Y no me equivoqué, me mentía. Bajó la mirada al no soportar mi mirada—. ¿No te parece hermoso? No me pude resistir cuando lo miré... Me decía: "¡Cómprame!"

— Me imagino...— sonreí, sin hacerle saber que no me había comido esa mentira—. Me hubiese gustado acompañarte...

— No importa...— sonrió algo nerviosa, mientras guardaba su vestido—. Lo importante es que estás aquí conmigo...

— Sí... Eso sí.

— El sábado iré a comprar otras cosas que me hacen falta. El ramillete... El liguero...— mentía. Ya eso lo había comprado. Se lo había escuchado en una conversación con una de sus mejores amigas.

— Ok... ¿Quieres que te acompañe?

— No...— dijo sin pensarlo dos veces. Como si quisiese que no estuviese con ella ese día—. Es que son cosas intimas que comprare...tú me entiendes...

— ¿Y desde cuando tanta vergüenza con que vea tus cosas intimas?... Eres mi hermana. ¿Qué cosa no he visto tuyas?

— Es verdad... Pero es que...

— ¿Es qué?— la miré con cierta picardía.— ¡Qué misteriosa estás el día de hoy!...

— ¿Yo?... ¡Para nada!

— ¿Estás segura?...— dije al mirarla más a los ojos. Fingiendo después desinterés—. No importa... Está bien... Igual el sábado pensaba ir a un partido de béisbol, en el Yankee Stadium.

— ¿Irás sin mí a un juego de los New York Yankees?— fingió sorpresa, cuando en sus ojos se veía alivio—. No seas tonto, Zachary... Obviamente me gustaría que me acompañaras. Pero son cosas de mujeres. Y no es agradable estar con mi hermano en un lugar como el que tengo que ir, viendo ropa intima.— besó mi mejilla—. Vamos a comer... Tengo hambre.



    No me quedé con esa. Debía saber a qué se debía su misterio. Procuré seguirle la corriente, pero no me quedaría con esa conversación inconclusa. Algo me impulsaba a conocer la verdad.




    Cuando llegó el sábado noté que había despertado con una inmensa sonrisa en su rostro. Se había arreglado lo más rápido posible. Había mirado unas cuantas veces su reloj. Y se había despedido de mí con cierta prudencia que no la caracterizaba en nada. Solo cuando me ocultaba algo.




    Fingí que no me había dado cuenta de esos pequeños detalles. Aún así, aun cuando la quería seguir y conocer con mis propios ojos su secreto. En verdad había comprado entradas para aquel juego de los Yankees.




     Leslie respiró hondo cuando había llegado a salvo al Central Park. Sabía que no era buena mintiendo, sin embargo, al parecer lo había logrado ese día.



— Hola... Lamento si te he hecho esperar.— dijo Caroline al llegar y al encontrar a Leslie sentada en un banquito.



     Aquel sábado había sido un día especial para ambas. Leslie le había hecho recordar todas aquellas anécdotas que no había logrado olvidar de su niñez y la manera en cómo ella admiraba nuestra amistad. Odiando a veces ser tan pequeña y no poder unirse a nosotras en la casa de árbol que tenía Alan. O los días soleados en la piscina de la casa de Rachel.



     Se tomaron algunas fotos. Fotos que Leslie prometió nunca mencionar ni hacerme ver. Era la condición que le había impuesto Caroline por el bien de todos.




    Aún así, al verla llegar con aquella misteriosa actitud. Necesité tanto conocer aquel secreto que ella ocultaba. Uno que ella me negaba conocer.



— ¿Qué tal tu día?— le pregunté al verla llegar.

— Genial...Genial...

— Me alegro... Esperaba por ti para cenar.

— Ya cené...Me moría del hambre y me detuve en un local de comida rápida... Además pensé que llegarías más tarde y que no encontraría a nadie.—decía como excusa.

— El partido era al mediodía.

— Me hubieses avisado...

— Sí...— la miré con cierta incredulidad que no le hice ver—. Eso sí.

Recuérdame (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora