III

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- El intruso:

- Transcurrieron numerosos días después de ver cómo la señorita Skeeter Philan moría sin haber tenido oportunidad de evitarlo. No salí en todo ese tiempo del hogar, lo cual me sirvió para centrarme en un suceso que hacía estremecerme. Frente a la ventana de mi dormitorio, a la hora de almorzar; un hombre de aspecto joven, vestimentas elegantes y sombrero estrafalario se quedaba examinándome desde la avenida, y apuntaba algo en una libreta tras permanecer varios instantes observándome.

Al principio pensé que sería una coincidencia, pero dejé de creerlo cuando se repitió tras una serie de largas fechas. Entonces tomé la decisión de esperarle la siguiente madrugada ha tenerle delante y sorprenderle. Revisé uno por uno cada expediente intentando sacarle el parecido a aquella peculiar cara, pero ninguno de ellos se asemejaba.

Opté por cargar el arma para tenerla lista por si se complicaba el encuentro; apagué las velas que alumbraban los rincones de la habitación y me dispuse a descansar. Se empezaban a oír las primeras voces que transitaban en el exterior y me levanté para comenzar a asearme. Miraba repetidas veces a través de la cristalera deseando que llegara el instante en el que se cruzaran nuestras miradas.

Tardó en hacerse ver pero ahí se ubicaba; escasos segundos nos miramos desafiadamente hasta que cogí, giré sobre mí, cerré la puerta del piso y bajé las escaleras para toparme con él. Aproveché el instante en el que me había perdido la localización para dirigirme hacía su posición y agarrarle el brazo por la espalda.

● Elliot Britt: Espero que tengas una buena cuartada por que si no es así, te puedes ir haciendo la idea de cuál será mi próxima decisión.

● Hombre: Señor no le conozco de nada y haga el favor de soltarme, va terminar por hacerme daño.

● Elliot Britt: No voy a ceder hasta que no me dé una razón para hacerlo.

● Hombre: No puedo, él me vigila.

Estaba entre nosotros pero no se dejaría ver; opté por citarnos esa misma noche en el callejón de Ladbroke Grove y a cambio haría como si no supiera nada.

● Elliot Britt: ¿Qué apuntas en la libreta que siempre llevas encima?

● Hombre: Solo puedo decirle que sigue sus pasos para cometer los crímenes, no dispongo de más tiempo, si no empezará a sospechar que le estoy ofreciendo mi ayuda.

Me despedí hasta dentro de unas horas que nos volveríamos a reunir. Al ver que los documentos que me prestó Scott Weaver no me estaban sirviendo de gran ayuda, tomé la decisión de acercarme al cuartel y devolvérselos. De camino tropecé con una mujer de clase alta que paseaba por la travesía en dirección contraria.

● Mujer: Disculpe caballero, iba pensando en mis ocupaciones tanto que no le vi venir. ¿Se encuentra bien?

● Elliot Britt: No se preocupe, tengo el brazo un poco dolorido pero será a causa del impacto.

Una vez en la comisaría entregué los informes a Scott Weaver y le di las gracias por haberme hecho este favor sabiendo a lo que se exponía. Se acercaba el instante para reencontrarnos de nuevo, iba armado para prevenir y dispuesto a que me contara todo lo que supiera acerca de aquel malhechor. Anduve toda la avenida y atravesé Ladbroke Grove hasta llegar al punto de encuentro; llevaba tiempo esperándome cuando llegué.

● Hombre: Buenas noches detective.

● Elliot Britt: Hola.

● Hombre: ¡Oh! Caleb Lowell, disculpe por no haberme presentado antes, no resultaba el mejor momento para hacerlo. A todo esto, ¿se encuentra bien?

● Elliot Britt: Estoy un poco aturdido y con el brazo dañado. - Dije mientras me presionaba el antebrazo con la mano.

● Caleb Lowell: Déjeme verlo. - Dijo mientras me remangaba la camisa para mostrárselo.

Observó que tenía un aspecto de tonalidades moradas, y una especie de punzada en el centro.

● Caleb Lowell: Debería de ir a un médico, no tiene buen aspecto. - Dijo con un rostro que reflejaba preocupación.

● Elliot Britt: Aquella mujer, me dio un buen golpe.

● Caleb Lowell: ¡Espere! ¿Ha dicho una mujer?

● Elliot Britt: Si; de clase alta, buenas vestimentas y elegante.

● Caleb Lowell: No debería de haber venido, es ella. - Dijo mientras caminaba con nerviosismo de un extremo del callejón al otro.

● Elliot Britt: ¿De quién habla? - Dije extrañado.

● Caleb Lowell: Del asesino.

Podía ver en su rostro una cierta inquietud, aquella situación se estaba apoderando de su razón.

● Elliot Britt: Cálmese; ¿no se da cuenta que si el asesino hubiera sido el causante directamente me habría matado y no se andaría con insinuaciones?

● Caleb Lowell: Y lo va lograr como no le vea urgentemente un enfermero. Escuche, en este instante seguro que nos está vigilando y se quedará expectante esperando.

● Elliot Britt: ¿Esperando a qué?

● Caleb Lowell: A decirle su nombre.

De repente sus ojos se ensancharon, como si se hubiera quedado sin aliento. Se desplomó en mis brazos y en la espalda pude ver que una daga estaba clavada en su cuerpo; había sido asesinado. Miré a los alrededores mientras el miedo me invadía, una muerte más en la que el asesino se había escapado sin llegar a percibirle. Llegaron médicos y con ellos un grupo de agentes pertenecientes a la Scotland Yard.

● Scotland Yard: Debería de dejar de entrometerse en una investigación que ha sido otorgada finalmente a un cuerpo de policía superior al que usted pertenece. Las muertes que se han producido están relacionadas con usted; déjenos terminar el trabajo a nosotros.

Tenían razón, todo aquel que se me acercaba, terminaba muerto. Para el asesino era la principal pieza de su juego, me movía a su antojo y terminaba haciendo conmigo lo planeado. Por un instante me planteé abandonar el caso, pero me di cuenta de una cosa que él había pasado por alto; la nota del día de la muerte de Anne Gallahan: "La mejor receta policíaca: el detective no debe saber nunca más que el lector ".

El asesino podría estar recreando crímenes basándose en las novelas de la escritora; fui lo más rápido posible a casa para investigar acerca de todos los libros publicados por ella. Pero algo se me volvía a escapar, ninguna de las lecturas se acercaba lo mínimo a los sucesos de los asesinatos.

Tenía en la mesa una gran recopilación de sus libros, revise cada página pero nada me acercaba al criminal; en cambio, al coger el cúmulo de los ejemplares, algo cayó a mis pies. Los volví a depositar en el escritorio y recogí aquella especie de papel; lo fui desdoblando con delicadeza hasta poder ver su contenido: "Saint Mary's Cholsey Cemetery; 11 p.m ".

Citarme en un sitio tan siniestro no era la mejor idea, pero sí la única oportunidad que tenía de arriesgarme y poder encontrarle.

El misterio de Anne GallahanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora