XI

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- El crimen ocupa el autobús:

- De madrugada, los forenses recogían el cuerpo de la casera que aún yacía en el suelo tras lo ocurrido la pasada noche. Los comensales hospedados en el hostal, habían decidido abandonarlo debido a las circustancias, y los ciudadanos de Watford, se encerraron en sus viviendas renunciando al ruido que tanto caracterizaba a las calles.

Fui en busca de Scott Weaver que se hallaba en una de las mesas del comedor para avisarle que debíamos ir recogiendo el equipaje, nos marchábamos.

● Elliot Britt: ¿Crees que todo ha terminado? - Dije con un tono preocupado.

● Scott Weaver: La respuesta se encuentra aquí, pero no soy capaz de dar con ella. - Dijo mientras sujetaba entre sus manos el libro de registros.

● Elliot Britt: ¿Me permites examinarlo?

Scott Weaver estiró el brazo acercándomelo. Al abrirlo, observé que cada página contenía la información acerca del nombre de la persona que se hospedaba, y tanto la habitación que la casera le entregaba, como la cifra de días que permaneció en ella. Fui analizándolas con detenimiento hasta dar con lo que posiblemente fue lo que provocó que la casera se percatara de la identidad del asesino.

● Elliot Britt: Observa esto. - Dije dirigiéndome a Scott Weaver.

● Scott Weaver: Es la misma habitación en la que nos hospedamos.

● Elliot Britt: Exacto, y mira tanto el día como la hora de entrada y salida. Precisamente la fecha anterior a la que nos entregaron las llaves del aposento; y aquel comensal, escasamente permaneció en ella la jornada completa.

● Scott Weaver: Pero eso es algo corriente, puede que le surgiera algún imprevisto que le provocara abandonar la habitación el mismo día.

● Elliot Britt: No, si esa persona se nombra " Elliot Britt ". - Dije mientras lo señalaba en el lugar correspondiente del folio.

El asesino se había registrado en el hostal bajo mi nombre, pero a pesar de ello, no encontraba algo que explicara aquel suceso.

● Scott Weaver: Aún disponemos de tiempo para examinar el aposento en busca de algún indicio.

Ascendimos por los escalones hasta nuestro cuarto, el 106. Depositamos el equipaje en el lateral de la entrada, y nos dispusimos a iniciar el registro del dormitorio. Me dirigí a una de las cómodas, mientras Scott Weaver inspeccionaba el armario; entre abrí los cajones, y en uno de ellos, dí con un fascículo en el que se representaba el mapa de Watford con sus correspondientes vías de circulación y alrededores.

Al tiempo que lo iba analizando y descendiendo la mirada, observé que en el lateral del mismo, aparecía uno de los municipios rodeado y tachado, " Slough".

● Elliot Britt: He encontrado algo. - Dije en un alto tono de voz.

● Scott Weaver: ¿Crees que es el lugar al que se dirige el asesino? - Dijo sosteniéndolo entre sus manos.

● Elliot Britt: Solo hay una manera de averiguarlo, debemos marchar a la estación de autobuses.

Agarramos las maletas, anduvimos hasta el exterior del hostal y deambulamos por las avenidas. Una vez llegamos, nos dirigimos a una de las cabinas para realizar la compra del billete.

● Elliot Britt: Dos pases para Slough, por favor.

El cobrador se incorporó del asiento y selló dos bonos que verificaban el pago del trayecto hasta Slough.

● Cobrador : El autobús correspondiente iniciará la salida en escasos minutos, pueden ir accediendo a él y ocupando sus puestos si lo desean.

Acudimos al estacionamiento de la debida parada, y ascendimos al vehículo. Era escasa la presencia de pasajeros, avanzamos por el estrecho corredor buscando el número de asiento que nos habían otorgado.

● Scott Weaver: Estos son, " 21-22 ".

Apartamos el equipaje en el compartimento depositado sobre nosotros, y nos acomodamos. En ese instante, subió el conductor y nos informó que iba a iniciarse el recorrido que finalizaría en nuestro destino. No era consciente de qué podríamos encontrarnos una vez llegásemos, pero era la única señal a seguir. Veía preocupado a Scott Weaver, por lo que decidí entablar una conversación para hacer más ameno el trayecto.

● Elliot Britt: ¿Qué te está rondando por la cabeza?

● Scott Weaver: ¿Existe la posibilidad de que en estos instantes se encuentre entre nosotros? - Dijo mientras se reflejaba en su rostro una mirada perdida.

No se me había ocurrido que pudiera suceder esa casualidad; junté mi espalda con el respaldo, y alcé la mirada en busca de algún movimiento o comportamiento que me resultara un tanto sospechoso. Si Scott Weaver se encontrara en lo cierto, el asesino debería de dirigirse al mismo lugar que el nuestro, Slough. El conductor se encauzó entre las avenidas y fue deteniéndose en aquellos altos donde aguardaban los ciudadanos a la llegada del vehículo para emprender su correspondiente trayectoria.

A escasa distancia de finalizar nuestro camino, en el interior del vehículo aún permanecían un total de una decena de personas; entre ellos, era capaz de identificar a un matrimonio compuesto por el marido, la mujer y la pareja de sus correspondientes hijos; un hombre de mediana edad, con vestimentas elegantes, acompañado de un maletín, por lo que ejercería una profesión dedicada a las finanzas; y una joven muchacha que portaba un mandil a conjunto con un vestido victoriano y un lazo en la cabeza que ejercía la función de amarrar de manera vistosa el cabello; por lo que se dedicaría a las tareas domésticas de una casa perteneciente a una familia adinerada. En cuanto al resto de pasajeros, me resultaba complicado identificarlos, debido a que desde mi posición, era incapaz de visualizarlos con claridad.

A través de la cristalera del vehículo, divisé un letrero que indicaba la entrada al municipio. El autobús fue reduciendo la velocidad mientras se aproximaba al pavimento donde se localizaba la parada que daba conclusión al itinerario. Nos incorporamos, baje las maletas y nos dirigimos hacia la puerta para salir del vehículo. El conductor se asomó y vio a un pasajero que aún descansaba en su asiento.

● Conductor: Señor, ya hemos llegado. - Dijo mientras se dirigía a su posición.

● Conductor: ¿Señor? - Dijo extrañado.

Le balanceó suavemente desde el hombro, pero repentinamente, el brazo quedó tendido sobresaliendo de la butaca. El conductor al ver que no reaccionaba, colocó sus dedos alrededor de la muñeca para tomarle el pulso; pero hizo un movimiento dinámico con la cabeza y permaneció mirándome fijamente con un rostro que reflejaba pánico.

● Conductor: Este hombre está muerto.

El misterio de Anne GallahanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora