Prólogo.

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Me quité los tacones para no hacer ruido al entrar en casa. Dios, aún no me he dormido y ya me duele la cabeza. ¿Cuánto alcohol habré ingerido?

Metí la llave en la cerradura y abrí la gran puerta de roble. Cerré la puerta tras de mí y caminé de puntillas hasta las escaleras. No sé a qué le temía: mi padre nunca estaba en casa y esta era enorme, las probabilidades eran mínimas.

Comencé a subir poco a poco las escaleras, y las medias, rotas, rozaban contra el suelo mientras maldecía por lo bajo. Es un ruido que en un completo silencio llama la atención.

Llegué a mi habitación sana y salva, en cambio, vi luces en el ala oeste, como yo le llamaba, había un par de luces encendidas.

Genial, están en casa pensé.

Llegué a mi enorme habitación con vistas al mar y me desvestí. Me puse una camiseta larga y fui al baño de mi habitación, me quité el maquillaje y me hice un moño para dormir, cuando escucho que alguien abre la puerta de mi habitación.

-Buenos días. -saludó el que se hace llamar mi padre.

-Buenas noches. -contesté.

-¿Acabas de llegar? -preguntó de mal humor y cruzándose de brazos.

-No te hagas el sorprendido y vete, quiero dormir. -enterré mi cabeza debajo de la almohada con la esperanza de que se marchase, pero no lo hizo, por supuesto que no. Si no pega cuatro gritos no se siente persona. Lo irónico es que es eso lo que cada día le quita un poco de humano.

-Háblame bien, soy tu padre.

-Ser padre es algo más que transmitir material genético. ¿Ves? Ni siquiera voy a clase y sigo sabiéndome las cosas. -dije todavía debajo de la almohada y solté una risita irónica.

-Sobre eso, Dina y yo hemos hablado.

-No sé quien es Dina. -dije riéndome.- ¿Otra mujer? ¿Cuánto te duró la última? ¿Cuánto te durará esta? -volví a reírme.

-No te consiento que me hables así.

-No, en serio me interesa. Hicimos una porra con los del servicio. -solté divertida y mi padre me fulminó con la mirada.

-Como te decía, hemos encontrado la solución para ti. Ella estudió con una beca en Estados Unidos primero de bachiller. Allí aprenderás. Te la han concedido.

No sabía qué decir. No quería ir, lo único que se ocurrió fue joderle un poco.

-Esas becas son recientes, ¿cuántos años tiene? ¿No te acusarán de pedófilo no? Ya me llega con todos los títulos que tengo como para añadirle hija de pedófilo.

-Lo siento, no podrás jugar con ella a las muñecas.

Cabrón.

-¿Por qué no puedo ir con mi familia a Italia? -pregunté justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta para salir de mi habitación.- Está claro que no me quieres contigo, yo no quiero estar aquí, pero tampoco en Estados Unidos. Si me mandases a Italia con mi familia ambos ganaríamos. -tragué saliva.- Al fin y al cabo soy tu hija, ¿no te importa mi felicidad? -pregunté tratando de disimular el nudo que se formaba en mi garganta.

Sonrió. No con cariño. No con amor. Ni si quiera con afecto. Sonrió como el tiburón de Nemo.

-Eres igual que tu madre.

Nueva novela, or nah? ¡Hola! Si sois nuevas, espero que os guste mucho. Tengo otras dos novelas ahora mismo. Se llaman California y Wedics, ambas de Magcon.

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Naroa » Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora