6.-

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-¿Pero a dónde mierda vamos? -pregunté por novena vez.- Hayes me estás poniendo de mal humor, en serio.

-Tú vives de mal humor, no me eches la culpa. -bromeó. Intenté darle una colleja pero se agachó y la esquivó. Admito que no soy la persona más rápida del mundo.- Vale, lo siento, lo siento. Pero es una sorpresa.

-¿Pero por qué? -me quejé. No me gustan las sorpresas. Nunca me han gustado, desde pequeña. Las sorpresas el 70% de las veces son malas, o te haces tantas ilusiones que cuando te enseñan la sorpresa nos decepciona. Siempre creamos expectativas altísimas que no se pueden cumplir.

-Naroa, deja de quejarte. -Hayes me revolvió el pelo y le aparté la mano con fastidio. Tampoco me gusta que me toquen el pelo. Ni la cara.

-Más te vale que haya comida.

-Que sí, pesada.

Seguimos caminando un rato, hasta que de lejos vi una cafetería toda de colores pastel decorada como si fuesen los 50. Qué horror de sitio.

-Dime que no vamos a ese sitio en el que usan ambientador de arcoiris. -dije con miedo fingido señalando el local. Joder, es tan tumblr que hay gente haciéndole fotos.

-No, tranquila. Vamos a otro sitio.

-¿A un Starbucks? Ya decía yo que últimamente estás muy hipster. Llegas a tener barba y te la dejarías súper larga. -me burlé mientras seguíamos caminando. No tengo ni puta idea de a dónde me lleva y eso me está poniendo de los nervios, y no en el buen sentido.

-Recuérdame por qué soy tu amigo. -murmuró, pero alcancé a oírle.

Solté una carcajada, lo que hizo que me mirase mal. ¿Se pensaba que me iba a enfadar? Obviamente no, ya que yo también me lo pregunto.

-No lo sé, caridad humana supongo. -me encogí de hombros y ambos reímos.- ¿Falta mucho? Tengo hambre.

-Siempre tienes hambre, me recuerdas a un amigo que se pasa la vida comiendo. -dijo con una sonrisa nostálgica.

-¿Uno de esos chicos del tour aquel que ya no ves? -pregunté y asintió. En este mes Hayes y yo habíamos tenido mucho tiempo para hablar y conocernos muy bien. Y para coger toda la confianza que tenemos ahora.

Me había contado que había estado en varios tours, que el primero en el que estuvo, a pesar de no estar en todas las convenciones por ser pequeño, fue el mejor. Según él encontró un montón de hermanos mayores perdidos. Luego se separaron, cada uno tomó un camino diferente, pero seguían siendo una gran familia.

Oírle hablar de ellos es entrañable, y hace que me pregunte qué es lo que he hecho yo mal para no tener amigos tan fieles. Es decir, ahora Hayes es uno, por no decir casi el único. Pero durante toda mi vida la gente que acercaba a mí era por el dinero de mi padre. Con el tiempo dejé de decir mi apellido, ya que en España y en Francia todo el mundo conoce el apellido Diop. Cuando entré en mi fase rebelde creí haber encontrado amigos, pero con el tiempo y los actos me di cuenta de que me cambiarían por un par de cervezas o una cajetilla de tabaco.

Se podría decir que Hayes es el primer amigo de verdad que tengo. Y él, con sólo dieciséis años, ya sabe lo que quiere hacer con su vida, más o menos. Y tiene una familia y un grupo de amigos que le apoyan.

-¿Naroa? -pregunta el ojiazul y parpadeo saliendo de mis pensamientos.- ¿Estás bien? -pregunta examinando mi cara con la mirada.

-Sí, estaba pensando. No te prestaba atención. -sonreí de lado y él me devolvió la sonrisa.

-Te decía que ya estamos en la calle.

Miré a mi alrededor. Habíamos salido -no sé cuándo- del barrio residencial y estábamos en una calle con comercios en los bajos de los edificios. Veo que hay un sitio con un letrero de neón en el pone la palabra "Tattoo", justo en frente hay un bar de mala muerte donde tres chicos fuman fuera, uno de ellos apoyado en la que supongo será su moto. También hay otro local donde pone "Sala de juegos". Un súper pequeño y apagado y una cafetería que creo que se llama "Saley's", aunque es difícil de decir ya que el cartel está medio borrado y aún estamos algo lejos.

Naroa » Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora