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Mi móvil sonó, haciendo que corriese por toda la casa para cogerlo. ¿Qué horas son estas de llamar? Estaba desayunando tranquila, viendo la tele en el salón y me interrumpen. 

-Naroa. -dije al descolgar, un poco sin aliento, pero sonó igual de borde que siempre. Bien hecho, muchacha.

-¿Eres un militar o algo? -se escuchó una risa al otro lado y rodé los ojos. Y luego una carcajada.

-¿Y ahora qué? -pregunté molesta.

-Te he imaginado haciendo un saludo militar. -dijo y sonreí de lado ante la estupidez de este chico.- ¿Hoy estás de buen humor?

-No, Hayes. Olvídate de mí.

-¿Por qué? Quiero ser tu amigo, el otro día nos lo pasamos muy bien pintando.

El otro día... ¡Pero si parece que ha pasado un mes! Aquella tarde Hayes y yo nos llevamos genial. 

¿Problema? Que me conozco, y yo no mantengo mis amistades. Soy una chica solitaria. De algún modo siempre la acabo liando, y en este momento no soy buena influencia. ¿Y por qué me importa si ni si quiera le conozco?

El idiota me ha caído bien. Y eso, como es idiota, insiste en que debemos ser amigos, ¿le veis sentido?

-Yo no quiero ser tu amiga, Hayes. Has interrumpido mi desayuno. -dije poniendo un tono neutro. Normalmente me sale solo pero con este chico sonrío de más.

Hizo una pausa mientras yo volvía a entrar en la cocina y cogía de nuevo mi paquete de galletas.

-Son las dos de la tarde. -habló al fin, y pude notar que se estaba aguantando la risa.

Me giré sobre mí misma para mirar el reloj de la cocina y comprobar que, efectivamente, son las dos de la tarde. Vaya, Marie y Carl llegarán enseguida de trabajar. Debo darme prisa: ducharme, acabar de desayunar, recoger la habitación... No quiero ser un desastre en tan poco tiempo.

-Tengo los horarios trastocados aún. -mentí. Sí, lleva casi una semana insistiendo para que quedemos, como amigos, claro.

-Llevas aquí una semana, no busques excusas.

-Si me acusas no iremos a ningún lado, Grier.

-¿Eso es un sí? -preguntó con un tono de esperanza.

-Eso es un sí mientras haya comida y no tenga que hacer esfuerzo físico o mental.

Se escuchó una carcajada al otro lado de la línea y sonreí por inercia.

-A las cinco estoy ahí con pelis y comida. -dijo y colgó antes de que pudiera arrepentirme, cosa que pasó a los diez segundos, más o menos.

Bajé las escaleras y me encontré con una escena un poco extraña, Marie sentada en el suelo, con un vaso de plástico en las manos y el portátil en frente.

-Esto... Hayes vendrá en cinco minutos. Vamos a ver pelis. ¿Todo bien?

-Es imposible. -dijo mirando la pantalla. Me acerqué y vi que estaba mirando cómo hacer el ritmo de Cups. Me reí internamente.- Sí, claro. Hayes. Puede venir. -dijo volviendo a la realidad.

-Genial. -sonreí y caminé hacia el salón para comprobar que no estuviera ocupado por Carl. Libre. Me senté en el sofá y miré mi móvil, no me dio tiempo ni de desbloquearlo cuando sonó el timbre.- ¡Yo voy!

Fui a abrir y debajo de una montaña de películas y comida, estaba Hayes.

-¿Hayes? ¿Estás ahí? -bromeé.

-Ja ja. Muy graciosa. -sonreí y le quité la mitad de las cosas para ayudarle. Caminamos hasta el salón y dejamos todo encima de la mesa.- He traído de todo, no sabía qué películas te gustaban.

-Ya veo. -dije levantando una de Barbie.- Era más de Nancy, pero bueno. -bromeé de nuevo.

-Fue Sky, dijo que seguro que te encantaría. Me obligó a traerla. -explicó. Eché un vistazo y vi que había de todo, romance, comedia, acción, miedo... Personalmente no soporto las de romance, menos alguna que sí que me toca la patata como a cualquiera (ejem Diario de Noa ejem). Uy, qué tos más tonta.

-¿Vemos Fast & Furius 5? -pregunté y se le iluminaron los ojos.

-No juegues con mis sentimientos. -dijo serio y sonreí de lado.- La pondré antes de que cambies de idea.

Mientras la ponía hice palomitas en la cocina y puse gominolas en un cuenco. Este chico ha traído casi media tienda.

-¡Empieza! -gritó desde la sala y rodé los ojos. Me espera una tarde curiosa.


Después vino la 6, que para mí es un poco flojilla, y la 7, que está genial. Hayes no paraba de cantar ''See you again'' y yo le tiraba cosas para que se callase, pero ni debajo del agua.

-Acabó. -dijo y me estiré en el sofá haciendo que mi espalda chascase.- Buenos, hablemos.

-Eso no lo habíamos acordado. -me quejé.

-Claro que sí. Explícame tu enredadera genealógica, señorita Diop. 

-Vas muy rápido, Hayes. -dije riéndome y alzó una ceja interrogante.- Es complicado.

-Te podré seguir. Y si no con un dibujo lo entiendo, seguro.

Solté una carcajada por lo último y me acomodé en el sofá para estar frente a frente con él. ¿En serio le iba a contar sobre mis raíces?

-Mi padre es de Senegal. Mi abuela era egipcia y mi abuelo comerciante. Cuando se conocieron se enamoraron y se establecieron en Senegal. Tuvieron tres hijos, mi padre es el mediano. A los dieciséis se marchó a Francia. Por parte de madre toda la familia es italiana. 

Hayes estaba concentrado en cada palabra que decía.

-Nací en París y viví en Francia hasta los cinco, seis años, más o menos. No lo recuerdo bien. Luego nos mudamos a España.

Finalicé y Hayes se quedó callado un rato.

-¿Cuántos idiomas hablas? -preguntó gracioso.

-Inglés, francés, español, italiano. -no vale la pena explicarla ahora que también hablo catalán, se haría más lío explicándole lo que es.

-¿Tienes hermanos?

-Dejemos ese tema para más adelante. -sonreí incómoda y pareció pillar la indirecta. Suficiente información por un día.- ¿Y tú, qué? Apenas sé nada de ti y quieres que te cuente mi vida.

Entonces me contó un montón de cosas, como que había estado -y está- en Tours con otros chicos famosos, las fiestas que montan en Los Ángeles con su hermano y el mejor amigo de este sin que su madre se entere, las que lían en los hoteles, los planes que tienen para el próximo verano...

-Tienes una vida de lo más interesante, Grier.

-Gracias, Naroa. No te quedas atrás. -sonrió y no pude evitar devolvérsela.


¡Quise subirlo ayer pero no dejó! Nada más que decir, espero que os guste :)




Naroa » Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora