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AVISO: si esperabas esta actualización desde hace mucho tiempo y no te acuerdas muy bien de la historia, recomiendo leerla desde el principio.


Mi móvil sonó anunciando que acababa de recibir un mensaje. Lo busqué entre los cojines del sofá.

Era Hayes, diciendo que en diez minutos pasaba a por mí. No habíamos quedado y no decía dónde íbamos. Subí a mi habitación con pereza y cambié mi pijama por unos vaqueros rotos y una sudadera negra. Recogí mi pelo como pude y me puse las primeras zapatilla que encontré, que resultaron ser mis viejas All Star blancas. Me lavé la cara, los dientes y dejé mi cara al natural.

Ni Marie ni Bob estaban en casa, pero sabía que llegarían pronto para comer, así que dejé una nota en la nevera avisando de que saldría con Hayes y que no se preocupasen. No me extrañaría que el instituto llamase después para avisar de mi ausencia y seguramente me tocaría charla con ellos. Ya sabía yo que estaba tardando mucho en decepcionarles.

Escuché un claxon fuera de la casa, así que cogí mis llaves, mi cartera, cerré la puerta y caminé hasta la camioneta de mi amigo. Incluso antes de entrar pude ver que estaba preocupado. Tenía el ceño fruncido mirando al horizonte y el pelo despeinado. Siempre que está preocupado empieza a tirar de él, dejando un mechón mirando hacia un lado distinto, y luego nunca se acuerda de peinarse.

-¿Qué pasó? -preguntó cuando subí de un salto a la camioneta.

-Pasó que tus amigos son unos estúpidos. -respondí enfadada refiriéndome a los tres chicos. Loev me había ayudado con ellos. Hayes soltó una leve risa que se cortó en cuanto le miré mal. Arrancó el coche y comenzó a conducir tranquilo.

-Te recuerdo que también son tus amigos ahora. -se burló, pero hice caso omiso y empecé a jugar con las emisoras hasta que encontré una que me gustó en la que sonaba Sia.- Ponte el cinturón, Naroa. -ordenó pero negué con la cabeza.

Sé que es irresponsable, pero no me gusta llevarlo. Me siento menos segura con él, lo cual es una completa gilipollez. Siento como si me oprimiese demasiado el pecho, así que casi nunca lo llevo puesto.

Subí mis piernas al asiento y las abracé con mis brazos. Hayes conducía despacio por calles que no conocía. No dijo nada más y yo tampoco, así que dejamos que la música inundara el vehículo.

Me sentía más bien enfadada, a pesar de que sabía que no tenía ningún derecho. Lo chicos sólo estaban... bueno, siendo chicos. No se les puede pedir más. Pero antes de ofenderles y causarles mala impresión preferí huir. ¿Desde cuándo me importa lo que la gente piense de mí?

Desde que quieres tener amigos.

El camino fue de unos quince minutos. Vi como dejábamos las casas atrás y nos adentrábamos en las carreteras que unían unos pueblos con otros. En medio de una carretera desierta frenó. Estábamos en medio de la nada. Bajó del coche y le seguí. Caminó por el bosque unos metros hasta una pequeña laguna. Desde la camioneta no me había fijado en ella. Con tantos árboles era casi imposible de ver.

-Y ahora que estás más tranquila y en un sitio mucho más bonito, ¿me vas a contar por qué te fuiste de clase sin avisar?

-Austin, Nick y Sonny me estaban vacilando, se estaban poniendo muy pesados. Me estaba enfadando así que decidí que sería mejor para todos si me iba, les daba tiempo para dejarlo pasar y así no les gritaría cuatro cosas. -me encogí de hombros.- Además, tenía que hacer una redacción para literatura y me pondría un cero.

-Claro, es mucho mejor una falta. -respondió irónico sentándose en una gran piedra. Me senté a su lado cruzando las piernas como un indio.

-¿Qué más da? Mañana diré que me encontré mal. Nadie me va a decir nada. -jugué con los hilos de mi pantalón, deshilachando todavía más la tela.

-Yo te lo diré. Estás aquí con una beca y no puedes perderla. -se le notaba enfadado y lo comprendía. Pero él debía comprenderme a mí también.

Me pareció irónico que fuese Hayes el que se preocupase por eso, en vez de mi padre.

-¿Y con qué te vacilaban?

No era el qué, sino el quién. Le miré de reojo y fijé mi vista en una pequeña ardilla a lo lejos.

-Contigo. Por habernos ido de la feria juntos. Pensaron que habíamos hecho ''cosas íntimas'' -hice una mueca de asco.- y me dejaron clara su opinión al respecto.

-¿Debo sentirme ofendido? -bromeó y negué con la cabeza. Puso una mano en mi hombro haciendo que le mirase.- Son chicos, todos somos tontos. No les hagas caso.

-Está bien. -acepté más tranquila.

-¿Y tan malo sería? Muchas chicas pagarían por estar conmigo. -dijo intentando poner una pose sexy. No sé lo que entiende este chico por sexy, pero para mí no es padecer escoliosis.

-¿Tú y yo? No pegamos. Eres... demasiado tú. Y yo muy complicada. Sería extraño. Y difícil.

No quería mencionar que en Junio volvería a... algún lado. Desde luego a casa de mi padre no. Supongo que iré a Italia, aunque sea escapándome. Por mucho que me gustase pensarlo no me quedaría en casa de Marie y Bob para siempre.

-Prométeme que vas a estudiar.

-No prometo cosas que no cumplo. -contesté al instante. Mi amigo negó con la cabeza divertido. Se levantó de un salto, ahuyentando a la ardilla. Me tendió una mano para ayudarme y la acepté.- Vamos, te invito a un helado. No he comido.



Naroa is back!

Bueno, en verdad esto estuvo pausado mucho tiempo, pero he vuelto y prometo que no volverá a pasar. Ya la he enfocado y creo saber cómo acabará.

Espero que lo disfrutéis y perdonadme por tanto sin escribir.

Os adoro, ¡un besazo!

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2016 ⏰

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Naroa » Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora