Parte 9

16 1 0
                                    

Salió del agua mientras agarraba el suave albornoz de piel vuelta blanco que había en su habitación. Demasiado ostentoso para un espacio tan modesto. Corrió hasta la puerta y la abrió sin pensar en más advertencias que Tommy le había dado. Nada más volverla se dio cuenta de que no existía ninguna presencia en el otro lado. Reparó entonces en un sobre cerrado de color almíbar son su nombre bordado en una preciosa caligrafía de pluma. Se acordó de su abuelo, de los veranos en los que le colocaba en sus piernas y le enseñaba a escribir en hojas en blanco. Todo un reto para un niño cuya mente estaba preparada para hojas cuadriculadas. Rompió el precinto con las manos, destruyendo toda la belleza del sobre y extraño de él una cartulina de un rosa palo donde ponía:

'A las 18:01 en la misma sala, suerte. Tommy'

El mensaje le puso nervioso y se vistió corriendo. No sabía que hora era, menos aún qué día. Desde que llegó, con sus múltiples desmayos estaba un poco desfasado en cuanto a horario se refiere. Bueno, supuso que si le habían dejado la nota debía ser en unos horas, así que soltó el tapón de la bañera y se quitó el albornoz. Debía de secar mucho porque estaba totalmente seco, menos su pelo que caía en mechones oscuros sobre su frente. Se miró en el espejo, puso morritos y se peinó las cejas. Estaba de mejor humor desde que Javi desistido en luchar contra todo lo que pasaba y unirse a ello. Sí que reparó en que sus ojos tenían un color más claro, su marrón avellana estaba volviéndose verdoso. Seguramente fuera cosa de la luz. Nunca supo de que color los tuvieron su padres. Su abuela sí que tenía unos pequeños y felices ojos color caramelo.

Cuando terminó de secarse el pelo con la toalla cogió la ropa interior de color roja, un slip de goma ancha, que encajaba perfectamente en su cuerpo. No tenía uno de esos abdómenes marcados, pero sí que estaba definido. Buscó el buzo blanco que estaba vez le quedaba perfecto en la cintura y la cremallera cerraba hasta arriba. Encima del corazón ponía su nombre con letras bordadas con un fino hilo de plata. La chaqueta, bomber de color negro, estaba rematada con el mismo hilo. Los calcetines eran altos con dos banda en color rojo en el final de la goma. Las zapatillas, unas deportivas negras de suela blanca completaban el conjunto. La verdad que esa ropa le favorecía. Se dejó el pelo suelto que le caía de forma alborotada y natural sobre la frente sin taparle más que un poco de la ceja derecha. Se notaba raro, buscó el otro buzo y cogió los pedazos de alga que quedaban. Los unió a base de nudos simples hasta completar un cinturón que se anudó encima de la cintura. No tenía ninguna función, pero Net se sentía más cómodo.

Cuando estuvo preparado cogió la puerta y salió corriendo con ganas de recibir su Don. El hall de los escudos apareció muy rápido ante él pero la puerta de la sala estaba cerrada. Dio una vuelta rápida pero estaba demasiado nervioso. Intentaba calmarse respirando y agitando las manos, pero era imposible. De golpe se abrieron las puertas y Net se acercó a ellas lentamente. Una vez que cruzó el umbral la puerta de volteó sola y vio a los signos de luz en fila recta ante él. De golpe centellearon suavemente a la vez y notó que el suelo se movía. Entonces se dio cuenta de que estaba saliendo agua de las paredes, de los libros, de las mesas. La sala estaba llenándose de agua. Intentó mantenerse recto, seguro de sí mismo pero no pudo.

- ¿Qué está pasando?- les gritó a la vez que sus gestos delataban su agobio.

Todos los signos volvieron a centellear y el agua aumentó en cantidad. Los colores desaparecieron y el agua ya iba por la ingle de Net. Le costaba andar y notaba que la sala se iba haciendo más pequeña. Se acercó a las sillas y subió encima de ellas, buscando llegar al punto más alto de la nave. Rápidamente el agua le había alcanzado. Para cuando se quiso dar cuenta ya estaba flotando hacia un techo que se iba haciendo más pequeño. Cogió aire y huyó al fondo buscando una salida. Solo pudo hacerlo un par de veces antes de quedarle solamente una bocanada más de oxígeno. La confió y bajó hasta el fondo para golpear los símbolos del suelo. Poco a poco fue consumiendo su oxígeno hasta quedarse sin él y empezar a tragar agua. Se ahogaba y su cuerpo se hundía. No podía creer lo que acaba de pasar.

Entonces abrió los ojos en un último esfuerzo y gritó de ira, rabia y frustración bajo el agua. Desprendiendo una luz mucho mayor que la que Tommy podía crear. Una de las mayores luces que se habían visto en las últimas décadas. Net estaba vivo bajo el agua. Tardó tiempo en reaccionar pero cuando lo hizo se asustó. Pensó que estaba muerto.

Los Portadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora