27 Diciembre.

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Heme aquí escribiendo en un vagón de un metro, lo cual es mentira, así como la señora con piel azulada frente a mi.

Heme de nuevo aquí escribiendo sobre lo verdadero o incierto. ¿Cuántas tazas de azúcar se necesitan para llegar a la luna? Hace poco la luna estaba tan linda, tan bella, tan grande como una pelotota, lo cual es relativo pues nadie podemos decir que tan bello es algo.

Estoy esperando que las cicatrices desaparescan, sé que no se irán por completo y sé que las cicatrices son tan profundas como el mar abierto, sólo quiero que se vayan de mi cuerpo físico; sé que están por dentro, el dolor está dentro y dolerán cuanto tengan que doler.

Que bonito me parece el mar.

Y sí, la volví a ver, ahora con el cabello más corto y teñido de un color anaranjado rojizo. La vi más alta y delgada, con las clavículas asomándosele del pecho. La vi en una playa cerca del Caribe, iba bailando al son de un reggae, que suerte que la vi bailando.
Me acerqué a su cuerpo de una manera no tan sutil y le pregunté "¿Y tú quien jodidos eres?"  me miró con sorpresa y me respondió "Seré quien tú quieras que sea".  Por un momento me quedé espléndida pensando que tendría una esclava pero no fue eso lo que me quiso decir, lo sé. Debía averiguar de que se trataba ese juego estúpido.

"¡Eh tú, ven acá!" le dije con cierto tono arrogante, me miró y se volteó a seguir bailando (ahora a ritmo go-go). Que bonita vibra transmitía esa chica, sin embargo esa fue la primera señal que era especial.
Después de horas observandola fue hacia mi y me dijo "¿Qué quieres?"... Y ahora lo noto, fue ella a la que vi aquel día en el autobús de camino a la escuela, era ella, la del conejo en el sombrero. La toqué.

Obviamente se quitó y me soltó una bofetada, era obvio. Quise tanto tenerla conmigo siempre, un domingo al medio día viendo el cielo despejado con unas cervezas a nuestro lado escuchando el silencio, era ella.

"¿Cuál es tu nombre?"
"Dime Amarilla".
No entiendo como ella, siendo parte de mis escritos se ha salido. Amarilla, la del peyote y que se apellida María, aquella trip trip trip.

"Amarilla, me gustan tus piernas meserse como si fueran olas", me miró con desconcierto, tomó mi mano y de un momento a otro tocó mi ser, me destruyó y me armó a su medida.

Quisiera ponerle un final feliz a esto pero después de su aparición no le he vuelto a ver y hoy 27 de diciembre me acongojo esperando su llegada ya que no estoy en mi ciudad lo que me permite decir que estoy de vacaciones de los panoramas urbanos; sé que a Amarilla le gustaría bailar reggae a mi lado.

Memorables esfuerzos perdidos de un lunes vespertino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora