Capitulo 29: ¿Fiebre?

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POV CRISTIAN

Han pasado dos días que estamos en choza. Ha sido todo una novedad el hecho que cuando estoy con Ana las cosas son excelente, en cambio sin ella son aburridas y sin sentido. Hemos estado hablando de las cosas que me gustan y de las que no. He tenido una cantidad de sexo que ni en mi vida pensé tener. Ella es totalmente adictiva, no puedo apartar mis manos de su cuerpo. Además de que las carencias que hay en la choza han ayudado a que nuestros cuerpos estén más cerca, por ende causando más problemas en tener que aguantar las ganas de hacerla mía pero sintiéndome como un rey cuando siento su cuerpo al lado mío.

-¿en qué piensas?- me saca de mis pensamientos la mujer que me tiene de cabeza.

-solo en lo adictiva que eres-

-no creo que sea adictiva. De hecho ningún hombre se había acercado a mí. Era como invisible para los hombres- dice

-no lo creo. Para mí que Amelia los embrujaba para que solo se fijaran en ella. Eso es lo que ha dicho Ray-

-puede ser. Según mis cuentas tú fuiste como el 28 en su lista, sin contar lo que conocía en una noche- me dice

-¿de verdad?-

-si. Generalmente yo la cubría para que no la pillaran. Grave error-

-¿Qué estás haciendo?-

-cocinando. Tengo un hambre horrible. Y es por tu culpa- me dice mientras veo que corta unas verduras.

-¿por mi culpa?-

-sí, has abusado de este cuerpo como ninguna otra persona lo había hecho. Me duele todo. No has sido muy cuidadoso que digamos- me dice mientras me muestra un moretón que esta ubicado en la cadera izquierda, casi llegando al comienzo de sus nalgas.

-¿Cuándo te lo hice?- no recuerdo pero debe de dolerle. Me odio por eso.

-cuando me acorralaste en la puerta y no te fijaste que había un pestillo, solo cuando chille por el golpe- me dice, mientras vuelve a ocultar el hematoma.

-lo siento. No me había dado cuenta lo bruto que he sido contigo pero de verdad eres tú la causante de eso. Eres un manjar delicioso, y por más que trato no puedo alejar de tu cuerpo mis manos- dijo jugando con mis dedos.

-pareces un niño pequeño cuando actúas así, jugando con tus manos- me dice. Hecha las verduras a una olla con agua caliente.

-¿Qué vas a preparar?-

-una sopa de verduras. Aún queda un poco de pan así que hare unos emparedados de tomate con lechuga y aderezo en pan tostado. Y por supuesto algo caliente. Aunque este prendida la fogata el frio de afuera se siente. Con la poca ropa que tenemos es mejor prevenir algún resfriado ¿no crees?-dice mientras comienza a cortar los tomates en rodajas y las lechugas en trozos pequeños. Lava unas hojas que encontró afuera y las pica en trozos muy pequeños, las agrega al pan y luego lo pone a tostar en la cocina a leña. El olor que sale de las prelaciones hace que mi boca se haga agua.

Unos minutos después está todo listo y servido en la rustica mesa que se encuentra al centro de choza. De hecho es un pequeño banco que estaba sin el respaldo y Ana lo amoldo para una mesa. Estamos sentado juntos, codo contra codo. En relación al frio que hace afuera Ana tiene razón, y la sopa es lo mejor que pudo preparar, el caldo caliente pasa por mi garganta y calienta mi cuerpo que esta algo frio por el clima. Comemos en silencio y de vez en cuando siento como el cuerpo de Ana se estremece, no sé si por el frio o por mi contacto.

Después de comer, lavo los trastes y nos acomodamos en la colcha. Tengo afirmada mi espalda en un cojín que esta afirmado en la pared. Mis piernas están estirada sobre la colcha, Ana llega y se sienta en mí. Su brazo derecho abraza mi espalda, su cabeza queda afirmada en mi hombro y su trasero queda en mis piernas muy cerca de mi miembro.

-¿estás bien?- le pregunto cuando vuelvo a sentir que se estremece

-sí, solo que tengo mucho frio. ¿Cuándo regresaremos?- dice mientras se acerca más a mí.

-mañana. Es más seguro, ya dejó de llover. Solo falta que el agua baje y entre hoy y mañana baja- le digo

-mmm- dice escondiendo su rostro en mi cuello.

-bebe, mírame- le digo. Ella lo hace. Puedo ver que sus mejillas están rojas, demasiadas rojas para mi gusto. Tiene sus ojos decaídos, al punto que se cierran por cansancio o por sueño. La punta de su nariz también esta roja. Acaricio sus mejillas y compruebo que están heladas pero su frente está caliente, muy caliente. Quita de mis manos su rostro y se acurruca más a mi pecho. Esto no me está gustando. Según de mis vagos recuerdos, esto se acerca mucho a la fiebre. Mierda. ¿Será que está resfriando?

-estoy bien. Solo tengo frio-

-pues entonces duerme unos minutos. Si siento que respiras extraño o algo así te despertare y te daré un baño de agua tibia para poder controlar esa fiebre que te está apareciendo. Y no acepto un no por respuesta- le digo

-tranquilo. Esto me pasa siempre con los cambios de temperatura. Solo necesito unas horas de sueño y algo calentito- me dice regalándome una tierna sonrisa.

-¿soy algo calentito?- le digo mientras me hago el ofendido

-bastante. Eres como una estufa pero en tamaño humano y muy suave. Me gusta acariciar esta estufa. La otra quema y duele- me dice mientras con su mano izquierda acaricia mi pecho.

-mientras no me cambies por otra estufa, puedes seguir usándome- le digo. Suspira. Su tibio aliento golpea en mi pecho y eso hace que un escalofrió por mi espalda.

-nunca te cambiare. No podría- dice en un susurro mientras se acerca a los brazos de Morfeo en forma rápida.

-descansa pequeña. Te hace falta dormir- digo mientras tomo otra manta y nos cubro con ella. Es difícil de creer que alguien en tan poco tiempo, se haya convertido en alguien importante para mí. De hecho creo que de ahora en adelante no hay ninguna persona más importante que ella, ni siquiera mi familia.


LES DEJO EL CAPITULO DEL DÍA LUNES... 

ME DEMORE PERO LA VERDAD NO ESTABA MUY INSPIRADA... 

ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO Y NOS LEEMOS PRONTO




El Engaño: Miradas de Amor, Cristian y Anastasia (1 T)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora