Capt.38 Eres un maldito

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Un mes después...

Me desperté rápidamente de mi horrible pesadilla – ¿mami? – susurró Lily entrando lentamente a mi habitación – ¿aún sigues despierta? – preguntó acariciando mi mejilla.

–Si, cariño – dije antes de tomar su mano y besarla – acuestate junto a mí ¿dale? – pregunté haciéndole espacio en la cómoda y grande cama en la que estaba ubicada.

Ella rió nerviosa para luego abrazar el pequeño oso de felpa que traía en manos – de hecho hay alguien llamando a la puerta – murmuró nerviosa.

Fruncí mi ceño, para luego dudosa levantarme de mi cama y rápidamente ponerme unos shorts cortos que estaban ubicado en el suelo. Caminé rápidamente hacia las escaleras, al bajar me dirigí hacia el enorme ventanal que mostraba el hermoso vecindario que nos acompañaba y al ver el enorme y fuerte cuerpo de Gabriel suspiré, no sabiendo descifrar si fue de cansancio o un suspiro demostrando que el hombre realmente me atrae. Me acerqué a la puerta y lentamente la abrí – ¿Gabriel? – pregunté tratando de no sonar soñolienta, pero fue casi imposible.

–¿me dejas pasar? – preguntó antes de darme cuenta de que había una fuerte tormenta y lo empapado que estaba él. Sonreí al ver lo estúpida que he estado últimamente – Claro... – murmuré antes de abrir de par a par la puerta y dejar pasar al alto y hermoso hombre a mi casa.

–Lamento haber interrumpido tu noche, pero la tormenta está demasiado fuerte y no quiero correr riesgos, ¿puedo alojarme aquí? – preguntó nervioso... ¿Nervioso? Analicé su mirada grisosa y no pude evitar reír ante su extraña actitud. Él frunció su ceño y se giró hacia la salida algo enojado, sin embargo, al casi salir de la casa lo tomé por el brazo e hice voltearlo – puedes quedarte – murmuré antes de soltarlo rápidamente ya que su mirada penetrante me hizo intimidar un poco.

–Gracias – susurró antes de que yo huyera del momento ignorando su mirada y mi repentino ardor en el estómago que me indicaba que él no estaba ni cerca de mi indiferencia. Me acerqué a la puerta de la enorme sala y la cerré en el mismo segundo. – tú cuarto está subiendo las escaleras a la izquierda es el segundo cuarto, y al lado derecho de las escaleras está el  baño, junto a mi cuarto ¿Entendiste? – le informé mientras le señalaba con las manos los lugares de mi casa.

–Claro que sí – dijo antes de hacerme paso para que nos dirigirnos hacia arriba. Insegura subí el primer escalón de la escalera, pensando que sí era correcto dormir con este hombre en mi casa, tomé fuerza de voluntad y seguí subiendo rápidamente las escaleras, observándolo de reojo. Al llegar a arribe esperé a que él subiera y  sonreí forzadamente – buenas noches – murmuré antes de caminar hacia mi habitación, para luego sentir su mano recorrer mi brazo, haciendo que todo los vellos de mis brazos y piernas se erizaran – buenas noches – murmuró antes de besar mi mejilla lentamente, haciendo que disfrutara el beso, sintiendo sus carnosos y empapados labios en mi mejilla, deseando que hubieran sido mi boca quien besara los suyos. Al sentirlo fuera de mi espacio, lo miré a los ojos y negué lo que había pasado  – no, Gabriel, no – murmuré nerviosa antes de entrar a mi habitación y cerrar la puerta de un portazo.

Me acosté en mi cama soltando un grito ahogado – lo odio, lo odio, lo odio – gruñí entre dientes sabiendo que lo que decía era completamente lo opuesto a lo que verdaderamente sentía. Me quité los shorts y al instante cubrí mis desnudas piernas con las sábanas blancas. Tapé mis ojos y traté de no pensar en ese simple beso en la mejilla... ¿Cómo alguien puede hacer que un simple beso pueda hacerme tanto efecto? – me gustas, Gabriel – murmuré entre dientes, tratando de eliminar ese sentimiento... Pero aún se me hace imposible pensar en esa vez que hice el amor con ese hombre, sentir su calor mezclado con el mío y conectar esos sentimientos que sentíamos mutuamente.

El papá de mi mejor amiga (Sr. Evans)#1 *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora